jueves, 12 de mayo de 2022

Vida y obra en las manos de la poesía

 

esplendor,

opera prima del artista Diego Fleischer




Escribe:

Héctor Alvarez Castillo

 


“Lloro como un hombre

y pacto con lo femenino para

buscar en la piedad un orden.”

Líneas del poema Literatura.

 

 

Denominar a este poemario opera prima de un artista joven, pero con una consagrada trayectoria en el ámbito del cine es, por lo menos, doblemente falso; Diego Fleischer hace tiempo que pasó por esa instancia y, además, este libro en el que reúne su poesía es más tres obras que una, con el gesto disruptivo de que lo primero que leemos es lo último que ha sido escrito, y la parte final de las tres es el registro más antiguo de esta voz poética. Señalo aquí que es natural que en la obra de un poeta nota tal vez más elocuente en estos especímenes de las letras sus iniciales poemas y publicaciones tengan un tono más íntimo y fresco a diferencia de las creaciones posteriores en las que se aprecia una mayor elaboración al tiempo que cierto gesto de ocultamiento de aquello que anteriormente estaba en la superficie. Diego Fleischer es un artista que recién comienza el tránsito, como diría Dante, por la mitad del camino de su vida, por eso en estas tres partes nos encontramos con ese inicio y ese pasaje a formas más elaboradas, y, por la suerte de la organización de esplendor, nos encontramos con los que fue ese hacer con un juego de poemarios invertidos. Añado que en los años de madurez, de una lenta y larga madurez, los poetas nos ofrecen un regreso a las iniciales expresiones, plenas de lirismo y candor, pero ahora presas de la maestría y la profundidad que otorgan los años de trabajo, la habilidad, la destreza, y también la sabiduría, porque no decirlo, que ronda la vejez.

 


Esta colección que reúne tres décadas de escritura es de alguna manera una autobiografía poético-existencial,

 

¡Qué difícil es aceptar que

tus piernas son tuyas

y que se mueven según tu camino

y que yo, literatura, me interpongo

en tu pasaje para que me encuentres!

¡Para que me ames y me despiertes!

 

en ella se pueden hallar huellas de las lecturas de Fleischer que van de Girondo a Borges, pasando por autores ingleses y alemanes, entre otras influencias. En “Semidioses. Semidiablos”, escribe: “Me casé. Me he casado con un verso./ Dicen que los escritores estamos sedientos./ Sedentarios. Sedimentos.”

 

Y en este derrotero humano el amor es lo que moviliza y da sentido: “Es indispensable el amor para/ que la fruta humana fermente/ y se haga vino,/ para que uno brinde a otro/ lo que el dinero no protege.” (De “Alejo”.) Sentimiento que no da tregua, como el poeta ilustra en “Guerra”: “El pasado del futuro/ me abusa/ y desparrama tus ojos/ contra mis labios eternos.”

Algo que también puede llamar nuestra atención es el título, detalle nunca menor en una obra artística. En un primer acercamiento lo podemos percibir pretencioso, ¿cómo es eso de denominar esplendor a la propia obra? Pero la misma lectura de ella nos remite a un significado distinto al que puede llevarnos cualquier consideración de soberbia por parte del autor. Entendemos “esplendor” en un sentido emparentado a la iluminación, no hay en él una adjetivación que se relacione a cuestiones personales. Y, por esta senda, descubrimos señales de religiosidad en un sentido previo a cualquier institucionalización de este sentimiento. En los tres ciclos que integran esplendor la actitud de religación ante lo sagrado se hace presente en distintos momentos. No es casual que el volumen se abra con un “Literatura” que además de una suerte de arte poética es una invocación velada. En el poema V de Flores turquesas leemos: “Según Lorca hay un mundo/ en donde el hombre espera a la muerte/ vestido de fiesta”.

 

Podemos sumar a estas preocupaciones la del escritor ante su obra, ante la página en blanco, las dudas y las certezas. En versos como los que están en el poema VI del segundo ciclo hallamos: “No miras su grosor ni su madera/ No deseas el grafito/ sólo quieres mi mancha.”, coincidencia entre creación y eros, entre cuerpo, papel y tinta. Al cabo, nos distraemos y demoramos aquí o allá, pero sabemos como nos dice Fleischer en el citado “Semidioses. Semidiablos” que “Sólo se puede entrar si se está saliendo”.



Nos reunimos una tarde de abril con Diego en El invernadero, café que está en el predio de la Biblioteca Nacional, allí charlamos largo rato no sólo sobre esplendor sino también sobre otras cuestiones que hacen a su labor como artista. Vale recordar que esplendor es el primer título de Gombos, sello que acaba de fundar. Se destaca que este inicial volumen estuvo al cuidado de distintos expertos, quienes obtuvieron un delicado objeto desde la cubierta, la sobrecubierta, así como en las imágenes hasta el papel en el que está impreso.

De ese encuentro citamos ahora algunos pasajes que fueron, oportunamente, grabados. Me interesó conversar, entre otras cuestiones, sobre su dramaturgia, un punto quizá menos divulgado de su trayectoria.

 

Arte en Baires: Diego, ¿nos podes contar un poco cómo es tu experiencia con el teatro que, de algún modo, es un género literario pero tiene aspectos no literarios y que también está emparentado con tu faceta de guionista?

Diego Fleischer: Bueno, justamente, el teatro lo considero tal cual como lo decís, es literatura porque el teatro es una de las ramas de la literatura y también se toca con lo que es el guion hacia el lado más visual, ¿no? Pero lo que tiene de interesante el teatro es que lo que está en primer plano es el uso de la palabra, mientras que con el cine lo que está en primer plano es la imagen, propio del lenguaje cinematográfico. Con el teatro yo hice Años Luz, en el año 2015; la obra se estrenó en la sala Beckett. Es un texto de ciencia ficción que tiene cinco personajes que conviven en un lugar y después uno de ellos se da cuenta que está en el futuro, en cierto momento histórico, tras el Apocalipsis, y es una obra de teatro existencialista porque ellos reflexionan sobre la existencia del ser humano después de su extinción. Y escribí otra obra de teatro que nunca se llevó a hacer, que se publicó en una editorial rosarina, se llama La casa de los lunares, es una obra de teatro infantil. Éste es otro libro que yo tengo publicado pero que nunca lo nombro. La obra transcurre en el contexto del flamenco en España. Tiene un lenguaje un poco falseado porque hablan como hablan los españoles, por así decirlo, pero es el libro de una obra de teatro publicada, no llevada a escena, y en algún momento se puede llegar a hacer o no. Y hay otra, que también tengo publicada sin estrenar y que ha tenido varios intentos, se llama El arraigo. Pasa en el seno de una familia judía en el interior del país. Por eso también digo que lo que se ve son los logros de la carrera, pero también entre cada logro de la carrera hay fracasos, cosas que no se pudieron hacer, cosas que no se pudieron concretar. En comparación a las nueve películas que se pudieron filmar yo he escrito catorce, o sea que hay cinco películas que nunca se filmaron. Con el teatro mi experiencia es como una deuda pendiente porque de las tres obras que escribí una sola se llevó a escena y hubo otra obra más que comencé a escribir y que quedó a medio camino, pero bueno es como algo que existe dentro de lo que es mi obra escrita y está ahí latente.

 

AeB: Diego, nos interesa que nos comentes un párrafo que aparece en el epílogo cuando haces referencia a dos universos: la dimensión de tu existencia, que sería la naturaleza y la poesía, y el resto, aquello que definís como mediocridad.


DF:
Es por la admiración que yo siento y en donde yo encuentro no sé si decir lo sublime pero realmente lo que es la esencia de la existencia en mí, desde mi visión, que es la naturaleza, llamando naturaleza a las plantas, las flores, los animales, la tierra, el universo, el espacio y el cosmos, que es algo que a uno lo trasciende, que es algo superior a la condición humana, porque nosotros venimos después de toda esta creación, sea química, física, y después esta la poesía, que para mí es la única forma cuando hablo de poesía no sólo me refiero a la poesía escrita, hablo de música, también de algunas otras artes–, que es la única manera de poder, de alguna manera, comprender o absorber ese universo, y al hablar de mediocridad no quiere decir que lo otro sea peor por así decirlo sino que tiene que ver con que se va modificando, como que no es esencia. Entonces, para mí la mediocridad tiene que ver con algo de lo efímero, con algo que no permanece en el tiempo, y siento que solamente la poesía es lo único que se acerca a este concepto de lo que es la naturaleza, porque sale desde algo, desde una inquietud que no está forzada, simplemente, sale desde una necesidad natural por así decirlo. Repito, cuando yo hablo de mediocridad no hablo de lo que es mejor ni peor, sino que hablo de lo que es efímero quizás y de lo que no permanece en el tiempo desde algo auténtico.

Volviendo al tema de la mediocridad, al hablar de mediocridad y de lo efímero hablo también de las obras de las que yo también formo parte, que son pensadas o para hacer taquilla o para ser un producto comercial, entonces, en ese sentido, pienso que es mediocre en contraste con lo que es una obra que no surge desde una búsqueda comercial, sino que sale desde una inquietud artística de lo más puro posible y por eso lo relaciono con la naturaleza.

 

AeB: De algún modo, siguiendo tu línea, en el ámbito de la escritura, por ejemplo la poesía, que tiene un lugar privilegiado, el artista no puede no crearla. Es una expresión que lo incita y lo lleva a la expresión sin que pueda evitarlo, y no esta mediado por ninguna otra cosa, no hay un fin más allá de esa expresión; el artista sí o sí tiene que plasmarlo de la forma que sea, puede ser por la vía de la poesía o en la música, por ejemplo.

 


DF:
Claro y también es la libertad que era lo que vos decías que tiene que ver con estar libre. Entonces, la poesía tiene la libertad que otros tipos de formatos literarios, el cine mismo, no lo tienen. En el cine uno no tiene tanta libertad, seas guionista, seas director o seas actor, porque estas sujeto a una producción. Y en cambio en la poesía no, uno no está sujeto a una producción, o sea si uno quiere puede escribir toda su vida poesía y no necesariamente tenés que estar dependiendo de un fondo de subsidio o de un productor de Hollywood para poder hacerlo.

 

AeB: En el mismo párrafo, a continuación, hablás de la lengua de la poesía, ¿a qué te referís con eso?

 

DF: Sobre eso me refiero a que para leer poesía o para leer también a narradores puedo empezar hablando, por ejemplo, de Las palmeras salvajes, que no es poesía cuando uno lee Las palmeras salvajes de Faulkner en traducción de Jorge Luis Borges, en un momento no sabe si está leyendo a Borges o está leyendo a Faulkner. Estás leyendo la traducción de Borges, no estás leyendo a Faulkner. Lo que pasa con la poesía teniendo acá por ejemplo el libro Amapola y memoria, de Paul Celan, teniendo acá una traducción de Jesús Munárriz y yo desconociendo la lengua natal de Paul Celan, tengo que leer la traducción y algo me estoy perdiendo, si bien puedo intuir o seguir el texto bilingüe, acá, en alemán, pero sin conocer la lengua no puedo llegar realmente a lo que le pasó al autor, al poeta, en su momento por la cabeza, cómo ordeno esto o aquello. A qué voy, lo que yo recibo de Paul Celan, sin conocer el alemán, es la traducción, no lo recibo a Paul Celan, o sea recibo la interpretación que hizo un traductor sobre su poesía pero no su poesía en su estado más puro. Acá tengo otro libro, un libro de Kenneth Rexroth que se llama El amor es un arte del tiempo, que tradujo Laura Crespi, que, bueno yo sí sé inglés, entonces en esta caso puedo leer las dos versiones, o sea es un libro bilingüe que sacó Mansalva, y acá yo pude leer el libro, pude leer los poemas en español y pude leer los poemas originales en inglés como los escribió el autor en su momento, y hay una gran diferencia, o sea suena todo completamente diferente. La poesía es un ritmo y la elección de las palabras del autor tiene que ver mucho con la sonoridad y uno lo pierde al leer la traducción, o sea: yo creo que son dos obras distintas. Una obra es la escritura que hizo el autor en su lengua natal y otra obra es la traducción que se hizo sobre su poesía. Entonces, para poder entender perfectamente un poema creo que la manera más efectiva o la manera más certera para poder acercarse directamente con el autor es tener que estudiar la lengua para poder leerlo en el original.

 

AeB: Ahora, hablando de dependencias, aprovechemos y dialoguemos un poco acerca de la Editorial Gombos que acabás de crear, de la cual esplendor es el primer título y que ya tiene otros libros planificados. Tener tu propio sello editor, ¿entendés que te da una libertad que no tendrías de otro modo?

 


DF: Mirá, había otros modos de editar este libro pero la verdad es que sentí justamente, en este momento, en el cual uno ya hizo un recorrido y sabiendo de autores que estuvieron circulando en espacios más reducidos que era la oportunidad de Gombos. Mi idea fue en un principio buscar una editorial para publicar poemas pero después me dije por qué depender del criterio de un editor para una obra que yo y todo el contexto que me rodeaba la consideraba como lista para salir y por qué no marcar una línea estética, además con esto también puedo darle la posibilidad a muchos autores editados y de valor que no han tenido visibilidad. También tuve en cuenta que mi abuelo era poeta y que publicó sus libros en los setenta en Santa Fe, en una librería. Abrir un lugar, un espacio, donde se pueda darle voz a otros autores para mí también es un momento bisagra. No es que con este libro exclame que llegué donde quería llegar, sino que siento que con este libro inauguro también amplificar, darle la posibilidad desde un lugar artístico a otros artistas que tampoco están buscando hacer un best-seller, sino que están buscando divulgar su obra poética por medio de una editorial, y ¿qué mejor que un escritor arme una editorial, ya que ha pasado por lo que es buscar ser publicado? Puede entender a los otros autores que quieren ser publicados. Yo cuando como editor busco los derechos para publicar a otros autores entiendo también lo que le está pasando a estos escritores en ese momento. No es que estoy especulando hacia mí sino que estoy comprendiendo lo que es para el escritor ser publicado.


AeB: Diego, por último, comentanos, por favor, el por qué de la elección en literatura de la D sola y no el Diego que es cómo se presenta el guionista, ese artista que es parte del mundo del cine.

 

DF:  Bueno, justamente, tiene que ver con diferenciar lo que es el autor que escribe en papel y que escribe por una motivación propia y una búsqueda poética con el guionista de cine, que si bien es la misma persona son dos firmas distintas. Corfirias y La codicia celeste, que son mis novelas, las firmé como D. A., y es un manera también de diferenciarme a mí mismo en los dos tipos de escrituras.

 

AeB: Gracias Diego por esta charla.

DF: Gracias a ustedes, Héctor.

 

Y, dando fin a este artículo, entrevista y comentario, dejamos dos versos de “Poesía”:

 

Escribir

y amar cada verso.