EN LA DIRECCIÓN
DE FORTEZA
Escribe:
FERNANDO
GONZALEZ OUBIÑA
La oscura dramaturgia de Eduardo Pavlovsky alcanza en
esta obra una condición críptica. Los personajes atrapados en el decadente
reducto llamado “Globos Rojos” son El Cardenal, dueño del teatro y maestro de
ceremonias y Las Popis, hermanas y artistas envueltas en una compleja madeja de
relaciones afectivas donde la propiedad transitiva es la regla, todos ellos
ejercen imprácticamente una pasión sin medida desde las tablas. La pieza cobra
una singular actualidad, ya que este espacio, sufre en la ficción, los
problemas que los teatros padecen en la actualidad: desmedidas tarifas de luz y
gas, desamparo institucional y una endémica sordera en los funcionarios del
área de Cultura.
El texto original señalaba que la pluma de Tato fue
enriquecida por las improvisaciones de los actores. Rubens Correa y Javier
Margulis fueron los responsables de la dirección y otros varios aspectos de la
puesta original que recorrió: Brasil, España, Uruguay y Colombia representando
el talento vernáculo y que recibiera los siguientes premios: Prensario 1994 al
mejor espectáculo. Argentores 1995. ACE 1995 al mejor espectáculo
off/independiente. ACE 1995 al mejor actor off/independiente; y nominaciones en
los premios María Guerrero 1994 (mejor autor nacional, mejor protagónico
masculino), Gregorio de Laferrère 1994 (mejor protagónico masculino), Pepino el
88 (mejor actor bienio 1993-1994), ACE 1995 (mejor actriz de reparto
off/independiente). Pavlovsky recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Río Cuarto en
2010, falleció en 2015 dejando un importante legado para las artes escénicas
argentinas.
En el hermoso escenario del Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini se percibe la sólida presencia de un manifiesto, el
peso de una declaración de principios y a la vez emerge una avasallante
modernidad en el planteo escénico. En esta propuesta se resignifica uno de los
más herméticos textos de Eduardo Pavlovsky, y aún siendo una versión que
adiciona muy acertadamente textos del autor pertenecientes a otras obras, el
director elige sostener este bastión pavloviano desde la ostensible herencia del teatro de la
crueldad, corriente renovadora que Antonín Artaud llevó a escena: “No
creemos, ya no seguimos creyendo que haya nada en el mundo que pueda ser
llamado teatro, no vemos a qué realidad aplicar esa denominación.” (Manifiesto
para un teatro abortado, febrero de 1927)
Un texto con una profunda visión política, de
aterradora actualidad, pero que ahora sube a escena minuciosamente alejado de
lo panfletario. El director Christian Forteza prescinde de todo planteo
realista o de acciones tautológicas, incluso de escenografía y de objetos, forzando
las capacidades expresivas de su elenco, también esa ausencia de toda traza de
naturalismo atomiza lo ideológico del texto y logra una impecable concentración
de recursos actanciales. Es usual que Forteza arroje a la aridez máxima a sus
actores, despojándolos de todo lo posible y cronometrando sus impulsos en una
partitura demencial, donde solo artistas de alto calibre son capaces de
desenvolverse, cabalgando esos desolados universos y saliendo airosos.
Vemos la estilización llevada a un extremo, actores que
actúan para un afuera constante, su atención está completamente fuera del
escenario, invade la sala e involucra a todos los presentes, como un rito
pagano donde los oficiantes y los asistentes confunden su funcionalidad con
respecto al mensaje emitido.
Un ejercicio de vanguardia es sin dudas esta
propuesta. Se califica de vanguardia a un movimiento de renovación, cuando se
verifica un avance o un quiebre se hace evidente, en general se necesita tomar
una distancia temporal para analizar estos fenómenos, el teatro es un hecho
dinámico, requiere de la sangre de los actores, es lo que está más vivo, pero
también es la más efímera de las manifestaciones artísticas, que se deberá
reconstruir noche a noche. Me atrevo a decir que esta obra y este equipo de
trabajo están propiciando un verdadero salto cuántico en la escena porteña, es total
vanguardia este planteo extremo, carente de todo canon naturalista, potenciador
de la expresividad y del mensaje, notable logro.
También es interesante la relectura de un espectáculo
del pasado reciente, que usado en términos de la curiosa matemática actancial
de Forteza, alcanza todo lo que plantea sin sobresalto alguno, sin estridencias
ni necesidad de situaciones límite, ni tampoco forzando el conflicto. Hay una
violencia inmanente, la sensación opresiva de algo a punto de estallar, y esto se
hace muy visible en la función de las dos actrices que sostienen magistralmente
una incómoda tensión durante gran parte del espectáculo. Siendo mayor la carga
de texto del personaje masculino, Las Popis desempeñan una significante función
decorativa, en el mejor sentido del término, se exhiben casi estáticas,
hermoseadas y ausentes, tristemente bellas. Impecables actuaciones de Lorena
Prenón y Gabriela Perera, ejerciendo una cualidad estatuaria, y alcanzando
matices en el no hacer, son mellizas, actúan en tándem y sin embargo son
composiciones muy diferenciables.
La versión y la actual puesta ponen orden en un texto
bastante anárquico, cuando vi la puesta original en el desaparecido teatro Babilonia,
espacio de arte emblemático
ganado a un viejo depósito de bananas, intuí que había mucho de repentismo e improvisación,
que siendo su autor el principal intérprete se permitía ciertas zonas de
deriva, y también recuerdo que pensé que era un unipersonal con dos
acompañantes. Hoy analizo que hay una categoría teórica en los diálogos y el
devenir de las acciones dramáticas planteadas en el texto original, todo lo
dicho por los personajes soporta un análisis semiótico, y la ausencia de estructura
dramática es un signo incluso contradictorio ya que Pavlovsky era opuesto al estilo
del teatro del absurdo, proponiendo la búsqueda de "una realidad total" como acción de vanguardia. Declaró
en 2014: “…Estoy definido yo políticamente, pero el teatro mío es
un teatro que trata de meterse en aquellas cosas invisibles de nuestra vida, en
momentos históricos importantes. Y no perdiendo lo fundamental del autor. ¿Y
qué es lo fundamental del autor para mí? El no perder la función crítica…”
Hay en escena una sorprendente voluntad de sostener lo
insostenible, de mantener un diálogo de una sola vía con un afuera rabioso, los
actores están fantásticamente constreñidos en una puesta en escena que no
permite sino algunos pequeños desplazamientos, y aún así la potencia expresiva
de Jorge Lorenzo es tremenda. Quizás esta perpetua secuencia introductoria,
esta suerte de sinfín de presentaciones de un evento que nunca tiene lugar, es un
descarnado ejercicio imaginado para extraordinarias capacidades actorales, que encuentra
en Jorge su intérprete virtuoso. Animador, corifeo, oficiante: Lorenzo se luce
con una imponente presencia escénica, duplicando siempre la apuesta.
Redoblando su matemática simbólica Christian Forteza se
constituye sin dudas en destinador de una vanguardia teatral donde se revisa el
concepto de modernidad en un grado superlativo. Me hago cargo de este
postulado. Ya hablé en este espacio
virtual de Forteza y su estupendo equipo de actores.
Aprecio el ejercicio de un extrañamiento extremo que
el director ejerce, el uso de ritmos en el decir y la dinámica de los
movimientos pertenece a ese rigor que impone Christian, materializado en
parámetros restrictivos pero muy fecundos. ¿Qué se necesita para hacer teatro
según el credo de Forteza? ¿Paredes falsas? ¿Un living suburbano? ¿Un camarote
del Titanic? No. Nada. No se necesita absolutamente nada. Construyendo una
emisión absolutamente moderna, el director priva a los actantes de todo lo posible,
y de este modo concentra potencial expresivo, utilizando la gestualidad de los
actores en una praxis casi expresionista.
Hay interesantes referencias al vaudeville, la revista
porteña y la astracanada, todos subgéneros locales casi olvidados, o explorados
tímidamente y con carácter casi arqueológico. Jerarquiza lo visual de la
propuesta un significante vestuario realizado por Mario Pera que nos remite al
circo, al varieté y a la decadencia también. El diseño de luces de Horacio
Novelle pinta los climas minuciosamente, recorta, pone planos y distancias de
una manera estupenda, hasta la comunicación gráfica responde a una estilización
muy bien plasmada, todo esto y un staff de excelentes profesionales que incluye
a Julio Pallares como asistente de dirección, construyen un espectáculo
sencillamente deslumbrante.
SINOPSIS DE PRENSA:
Ante la inminente clausura del teatrito "Los
Globos Rojos" sus protagonistas "El Cardenal" y las
"Popis" van a resistir la medida. El posible cierre actúa como
desahogo, a modo de confesión, de sus frustraciones, sus miedos, sus pasiones,
sus amores. Lo único que quieren es seguir actuando, como dirá su protagonista
"Es lo único que te saca el miedo al vacío"Esta versión de Rojos
Globos Rojos, es un adaptación de la obra, que incluye fragmentos de otros
textos del autor. Tomando momentos de "La Muerte de Margarite Duras",
"Cerca" "Paso de Dos" confluyen y generan una versión
profunda del mundo Pavlovskiano. Es indiscutible la vigencia de la obra, que se
nos presenta como una metáfora de la resistencia.
Ficha
técnico artística
Duración: 60
minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
CENTRO
CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
Corrientes 1543 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
Web: http://www.centrocultural.coop
Entrada: $ 250,00 - Sábado - 20:30 hs - Hasta el 29/09/2018
Corrientes 1543 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
Web: http://www.centrocultural.coop
Entrada: $ 250,00 - Sábado - 20:30 hs - Hasta el 29/09/2018
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