jueves, 5 de octubre de 2017

CONFESIONES EN 2 X 4

DONDE EL TANGO
ES FEMENINO
Y EL AMOR
SE CANTA Y SE BAILA






Escribe:
FERNANDO
GONZÁLEZ OUBIÑA


Hay espectáculos que se quedan en el corazón y lo acompañan a uno de regreso a casa por las veredas de esta Buenos Aires tan teatral, tan plena de imágenes que siguen remitiendo al tango. Confesiones en 2 x 4, (Qué me van a hablar de amor!) está destinado a ser de esos momentos teatrales que debemos atesorar, rara joya que sale de gira a encontrar espectadores por las rutas de nuestro país, motivo o razón para que todos aquellos que disfrutan del buen teatro estén atentos.

La pluma reconocible de Andrea Juliá, dramaturga y actriz multi-premiada -Ver http://arteenbaires.blogspot.com.ar/2017/09/magico-recorrido-dentro-del-alma-de_18.html-, alcanza en esta pieza una sólida madurez, porque desde su experiencia actoral ella sabe muy bien como ofrecer situaciones escritas como plataforma de creación, ya que eso es el texto teatral, un lugar en el que el actor hace pie para pegar el salto, y aquí sucede con dicha. El análisis del texto, si fuera menester formular una crítica literaria,  nos propone el recorrido sensible por un pasado idílico, donde elementos de la más elaborada modernidad, en términos de literatura dramática, tornan simbólicos los contenidos, mientras las acciones y planteo escénico nos remiten a una Buenos Aires en el filo de los años cuarenta, sin que esto sea explícito.

La obra conjuga monólogos de cada una de las tres protagonistas con secuencias de acciones muy ajustadamente coreografiadas. Los textos adquieren el ritmo de un vodevil que enlaza el tango cantado con la repetición de estos, que cada vez adquieren un nuevo y sorprendente sentido; las actrices transitan con idénticas palabras sensaciones muy diferentes. También hay momentos de relajada comicidad y otros donde se torna intensa la sensibilidad femenina. Ciertas acciones simbólicas, que ya constituirían una marca registrada de Juliá, siembran el escenario de recorridos no cotidianos y muy atractivos contrastes físicos, planteando siempre la búsqueda de un lenguaje novedoso y personal que potencia en todos los casos la teatralidad. Los personajes están muy bien delineados y una vasta gama de posibilidades interpretativas también se desprenden de esta dramaturgia que transita lo poético. Soñado edén teatral para estas artistas el contar con una autora-directora que enhebra palabras a medida, en los momentos justos y con las intensidades correctas.

En su desempeño como directora de su propia pieza Andrea Juliá decide recorridos y plantea espacios sólo con lo indispensable, tres sillas, un perchero y la radio, que sin embargo dejan claros los espacios. Se percibe la prolija economía como elemento disparador de conductas que definen el estar y el transitar por el espacio de las actrices. Juliá opta por un recurso riesgoso que es el stop, momento donde el actor congela el movimiento, y lo utiliza varias veces. La recurrencia de esta conducta no molesta ya que en los stop las actrices no están detenidas. Gran acierto, delgada sutileza.

Las tres mujeres componen partituras emocionales resueltas en actitudes distintas y complementarias, se trata de tres amigas que presencian diariamente las transmisiones radiales en vivo. En auditorios atestados de fanáticas del cantante de moda, todas pugnan por esa mirada, por ser distinguidas entre una multitud, cada una desea ser la elegida, aquella mujer especial que el astro convierta en su esposa, para esto se valdrán de femenina astucia y metralla de seducción y así lograr captar la atención de él, El Varón del Tango. Sus vidas adquieren sentido en ese instante mágico: el de la transmisión radiofónica, para luego desencadenar un océano de frustración si no logran ese contacto deseado, que de no existir se inventará y se imaginará. La masculina sonrisa más un guiño, las palabras casuales del cantante querrán decir otras cosas, se convocará así un universo tan frágil como el éter. Todas anhelan ese momento a solas, la atención exclusiva y la sonrisa de él, el idealizado, aunque sea por un segundo, tiempo que amplificarán en su ardiente imaginación, convirtiendo el relato de un instante tonto en épicos sucesos amorosos para que sus amigas mueran de envidia.


Cabe destacar el parejo nivel actoral de las tres intérpretes, todas tienen sus momentos de lucimiento y cada una es poseedora de alguna cualidad sobresaliente. En el caso de Lili Bucay, es una prolija ingenuidad y es un detalle no menor siendo la mayor del grupo, ya que esa conducta torna graciosos muchos de sus comentarios que son celebrados con las risas del público, luego la intensidad emocional de su monólogo da prueba de lo variado de su registro. Marina Pinus exhibe contrastes marcados que estimulan no sólo la acción dramática, sino las conductas de sus compañeras de escena, es una actriz con presencia escénica y un decir muy particular. Finalmente, Lorena Bernasconi completa el terceto con una elegancia muy presente en sus movimientos, seducción y belleza que traspasa la cuarta pared, dando a cada palabra su justa intensidad y entregándose a un recorrido de sensaciones que sabe transitar con sutileza. Todo suma en esta propuesta, vestuario, iluminación y coreografía sitúan y dan un gran marco a esta obra que es desde todo punto de vista una gran celebración de la teatralidad.



Sinopsis de Prensa:

Tres mujeres. Un amor. ¿El real? ¿El soñado? ¿El deseado? Nora, Susana y Aída aman a un hombre y en él al amor en sí mismo. Temen por la soledad, el abandono y la felicidad trunca pero alimentan la ilusión de que el hombre llegará a pesar de todo. Tres mujeres que a través del humor, la poesía y la música podrían ser una. O podrían ser todas las mujeres que aman. Y un hombre: Él. El varón del tango.



Ficha técnico-artística:

Clasificaciones: Musical, Teatro, Adultos

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