sábado, 17 de marzo de 2012

Las de Barranco en la dirección de Zaida Mazzitelli

Escribe: Héctor Alvarez Castillo





En la actualidad, dar a la escena Las de Barranco es un desafío para la dirección y los actores que la acompañan. Asoma el inconveniente de pensar y exhibir un mundo que ya no es. La obra está escrita para otra sociedad, por más esfuerzos o vueltas que se puedan dar en su puesta e interpretación. Vemos personajes que reviven estereotipos de otra época, de un orden social que sabemos que alguna vez fue así, pero que hoy está poderosamente lejos del nuestro. No sólo nos separa un siglo de aquellos días, nos distancia un concierto de valores y conductas.
Cada momento histórico engendra sus propios dramas, entonces lo que expresa Las de Barranco: ¿hasta dónde nos conmueve? ¿Hasta dónde un teatro que no nos habla acerca de lo que nos concierne ni de lo que somos, atrae su representación? El riesgo de quedar fuera de foco del interés de los espectadores, es el mayor reto de esta iniciativa.
Existe la atracción del humor, que entendemos es lo que sale airoso de la pieza en la comparación con el contenido dramático que de alguna manera la constituye con prioridad de otros elementos. Hablo del humor recreado mediante la voz, el vértigo escénico y el trabajo físico de los actores, que crea un lazo constante con el público ante este texto de 1908.
Desde su estreno en ese año, por la compañía de Orfilia Rico, en el Teatro Moderno de la ciudad de Buenos Aires, Las de Barranco ha sido una pieza esencial del teatro argentino que surge de temas que hacen al ambiente y a la sensibilidad de los espectadores. A diferencia de otros textos, en algún aspecto atemporales, esta obra está unida entrañablemente a su época. Esto sin que se entienda que se condena a la no representación a creaciones de periodos anteriores.
En los primeros años de la década del ochenta recuerdo haber presenciado, en la ciudad de Mercedes, una interesante e innovadora puesta, creada y dirigida por Eduardo de Laudano. En esta ocasión, apreciamos una recreación de la obra ceñida al texto, que desde el vestuario y el uso de la escena no pretenden apartarse de lo que debió ser la intención original de su autor: Gregorio de Laferrere.

El desempeño actoral, en general, es bueno, con algunas participaciones que merecen un comentario por separado. Anabela Graciela Denápole realiza una soberbia interpretación de Doña María, esa dominante mujer, madre de tres hijas solteras, agitadas por una sexualidad a flor de piel. Símbolo de una familia venida a menos, la viuda del capitán Barranco, es la capitana que trajina por mantener las apariencias, salvarse ella y a sus hijas de la miseria, valiéndose para esto de las tretas e imposturas que cada situación le permite. Desde lo físico y el carácter, la presencia de Denápole domina la escena.
María Eugenia Gómez, en el papel de Carmen, exhibe momentos de esa procesión interior que es la esencia de la obra. La rebeldía necesita alimentarse en su camino hacia la libertad. Veremos el despliegue y la transformación del personaje. Sus actos son los que pueden variar el curso íntegro de la familia. El destino la ha elegido a ella para alterar ese orden que esclaviza a todos. Enfrentando a esa matriz esclavizante, debe construir su lugar. Las artes del disimulo y una constante recurrencia a la dignidad, le otorgarán el tiempo necesario hasta el instante propicio.
María Eugenia Gómez forma buena pareja con Matías Broglia, Linares, quien la rescata lentamente del cortejo de enamorados que en ronda la asedia con el beneplácito de Doña María. Alberto Romero, en el papel de Morales acompaña y por momentos guía el desenlace.



Manuel Heredia es el actor comodín que cubrirá tres papeles de circunstancia, que a la postre lo harán participe constante. Algo similar sucede con Maricel Vicente que hace a la vez de Doña Rosario y la cocinera.
Convincentes Rocamora y Barroso, en las respectivas actuaciones de Horacio Serafini y Rubén Ramírez. Y Gustavo Brenta, en el rol del Castro –ese enviado a cobrar el alquiler que también es sustraído por Doña María al cortejo– con sus apropiadas apariciones agrega comicidad al desarrollo.
Manuela, Laura Ledesma, y Pepa, Lucía Scotto di Carlo, esas hermanas menores de Carmen, y Petrona, y María Cecilia Cabrera en el papel de la prima, le agregan color a esos personajes femeninos rezagados. Carmen es la que debe abrir el camino, la puerta de calle. Buena música incidental de Marcelo Salvati, que aparece con justeza.

Al margen de Las de Barranco, comentamos que nos agradó el escenario de La Sala “Teatro del ángel”, ubicada en Mario Bravo 1239. Sin dudas, un buen sitio para el encuentro con el arte. Y, volviendo a lo nuestro: Los viernes a las 21 hs. es la cita semanal para presenciar una nueva puesta de este clásico del teatro rioplatense de comienzos del siglo XX.

"Las de Barranco" de Gregorio de Laferrere

Elenco:
Doña María: Anabela Graciela Denápole
Muchacho/Jenaro/Pérez: Manuel Heredia
Carmen: María Eugenia Gómez
Doña Rosario/Cocinera: Maricel Vicente
Manuela: Laura Ledesma
Pepa: Lucía Scotto di Carlo
Morales: Alberto Romero
Castro: Gustavo Brenta
Petrona: María Cecilia Cabrera
Linares: Matías Broglia
Barroso: Rubén Ramírez
Rocamora: Horacio Serafini

Autor: Gregorio de Laferrere
Fotografía: Gastón García Miramón
Música original: Marcelo Salvati
Asesoramiento vestuario: Karina Maliauskas
Diseño gráfico: Zaida Mazzitelli
Diseño de luces: Z. Mazzitelli – G.G. Miramón – R. Miguel
Asistente de sala e iluminación: Gastón G. Miramón
Asistente de dirección: Roxana Miguel
Dirección General: Zaida Mazzitelli

Viernes 21 hs
Taller del Angel - Mario Bravo 1239.

Reservas 4963 – 1571
Blog: http://lasdebarranco.blogspot.com.ar/
Facebook: Las De Barranco De Gregorio de Laferrere
Mail: lasdebarranco12@hotmail.com.ar