martes, 31 de mayo de 2016

Frankenstein en los años de plomo

Nada que ver, el Frankenstein de Gambaro



Escribe:
Alvarez Castillo


Griselda Gambaro toma el célebre personaje de Mary Shelley y lo instala en nuestra realidad de los años setenta. Por un lado, el gesto paródico y la recreación que propone son exitosos, pero la historia va cayendo en un trío amoroso que culmina en lo bizarro, perdiendo verosimilitud y valor artístico.
Quizá lo más logrado sea haber concebido a este Frankenstein viajero del tiempo, y con él su monólogo de apertura y de cierre del espectáculo.

Debemos recordar que esta obra teatral es adaptación de la novela de la misma autora: Nada que ver con la historia, y que Gambaro también escribió Nosferatu –prohibida durante el Proceso– en otra variante realizada sobre los monstruos creados para la Literatura durante el siglo XIX.

La dirección de Nicholas Dieter se valora en las logradas actuaciones de Luis Porzio y Matías Bertiche, estando un escalón abajo el trabajo de Nina Lizarraga. Al trío le corresponde la composición de una obra que, debido a la profusión de referencias hasta el hartazgo a la última dictadura, probablemente haya perdido sino actualidad, sí atracción en su tema esencial. 




Sí es posible que los amantes del terror gótico hallen en este texto y puesta un interés, una vuelta de tuerca, que les depare un espectáculo original para su mirada. Y hablando de otro Frankenstein que trasciende su época, vale la mención a la novela de Brian Aldiss: Frankenstein Unbound, que originó la joya fílmica de Roger Corman con las actuaciones de John Hurt y Raúl Juliá.




Sinopsis de Prensa:

NADA QUE VER cuenta la historia de un triángulo amoroso entre tres guerrilleros de los 70: Toni, Brigita María y Manolo. Como en la clásica novela “Doctor Frankenstein”, en NADA QUE VER Toni es una criatura de la ciencia, una vida que empezó sin nacimiento, recreada desde el cuerpo de un guerrillero asesinado. Manolo es su amo y creador. Ambos viven en un espacio reducido, mezcla de cautiverio, sueño y ficción incrementada por la memoria y los afectos.
La visita de Brigita María le aporta al encierro de Toni nuevas emociones, colores y experiencias. Su amor es el único puente hacia el mundo exterior, también fragmentado y vaciado de sentidos por la violencia política de esos años. Gracias a ese amor Toni desarrolla su ingenuidad primitiva, pero que no le permite cuestionar toda la magnitud del autoritarismo de su amo y su propia complicidad. La obra también cuestiona las condiciones en que los seres humanos recordamos, y cómo se plasman los recuerdos en distintas situaciones, como la del encierro y la de la muerte.
¿Puede el amor sobrevivir a la muerte? NADA QUE VER, de Griselda Gambaro, trata de la relación entre la ciencia y el amor. Dos proyectos científicos se enfrentan. El más fuerte quiere dominar, controlar y someter. El más débil quiere liberar, amar y ser libre. Sólo el amor más puro y la muerte pueden vencer. Griselda Gambaro nos trae a la realidad argentina de los 70 el mito del moderno Prometeo para cuestionar la condición humana. ¿Qué es el poder? ¿En qué condiciones recordamos? ¿Cómo juega el amor en nuestra memoria?

“La muerte estaba dentro de la pena, intacta, seguiría siempre allí, aunque uno trataría de disimularla, ensuciarla. Ni siquiera la tocaría el olvido, ese modo inútil de matar a la muerte”
La fuerza de la parodia está en criticar los presupuestos de texto parodiado y, a la vez, situarlo en un nuevo contexto. La parodia busca actualizar una narrativa que ha quedado parada en el tiempo. La rescata, la rejuvenece, muestra la actualidad de la obra parodiada. Trae su fuerza irónica a la luz de los acontecimientos presentes. En NADA QUE VER, la parodia de Dr. Frankenstein es llevada a nuestro tenebroso pasado reciente. Manolo sería el científico que quiere crear la vida eterna. Brigita María buscará sabotear ese proyecto. Primero humanizando a Toni, la criatura, de quien se termina enamorando. En seguida mostrando la traición de Manolo, quien es un doble agente. Manolo milita en un grupo guerrillero, pero también está con los militares. ¿Qué proyecto científico justifica semejante contradicción? ¿Qué significa pensar en una “liberación” humana en manos de una ciencia que es capaz de traicionar los valores de la lucha política por la emancipación?


Ficha artística:

Autor: Griselda Gambaro
Actúan: Luis Porzio, Nina Lizarraga, Matias Bertiche
Dirección: Nicholas Dieter
Asistente de dirección: Tania Marioni, Guadalupe Iturbide, Brunela Succi

Ficha técnica:

Escenografía y vestuario: Brunela Succi
Técnico de sonido: Diego Franco
Fotografía: Gaia Castillo, Aghata Brandão, Florencia Sarmiento
Operación de luces: Juan Manuel Gonzalez

Duración de la obra: 65 minutos



Una versión de Tío Vania por Francisco Lumerman

El amor es un bien 


Escriben:
Alejandro Miroli
y Alvarez Castillo


Una obra de texto, con personajes que se expresan en cada palabra, que expresan sus vidas en ellas: amores ausentes o impedidos, decisiones postergadas, flaqueza ante las circunstancias, renuncias vitales. Todo ello se expone en la pequeña viñeta de vida local que aparece en El amor es un bien.

En Carmen de Patagones y con la excusa de presenciar la celebración de la gesta local –que en la perspectiva del pago chico adquiere perspectivas épicas y que, contrastada con la mirada porteña, se convierte en un mito sin verdad– se encuentran una serie de personajes relacionados en más de un sentido. Alejandro –un maduro profesor acompañado por su segunda mujer, una ex alumna, su hija Sonia y Iván, su cuñado Iván, sumado un inquilino que atrae la mirada de todos. Este quinteto se anima en una vieja casa familiar, reconvertida en hostería sin mayor éxito comercial y con la sombra de una decadencia edilicia. Allí Sonia e Iván ensayan un número que presentarán en la sección de valores locales de la celebración, y allí –en el comienzo de la obra, con un número musical bien llevado– se produce el primer desencuentro. Sonia quiere que su padre le diga cuánto le gustó; Alejandro está tomado por un cinismo extremo, enfermedad, pérdida afectiva, que le tiñe todo de tristeza y desencanto. Su juicio, más que una estimación es una destrucción. La crisis económica, endémica de nuestro país, los acorrala. La hostería ha fracasado en convocar viajeros, Iván y Sonia no han logrado siquiera organizar alguna alternativa comercial con los dulces y las conservas. Y en ese contexto, Alejandro pide la venta de la casa para poder mantener en apariencia su matrimonio con Helena.

Esta novedad desencadena una crisis entre los venidos de la gran ciudad y los habitantes de Patagones, que no tienen alternativas para sus vidas, la que reposaban en esa vieja casa –que al mismo tiempo era excusa para la comodidad de postergar decisiones.


Actuaciones precisas, que no pierden texto y que no flaquean ante el compromiso emocional de personajes que se aman y se atraen en silencio y con miedo extremo a la exposición, una dirección sólida acompañada por una escenografía y vestuario minimalista –un único cambio de vestuario al intercambiar prendas Helena y Sonia resalta más la fragilidad emocional de los personajes. Tal vez Diego Faturos, como Pablo, muestra alguna debilidad, tiende a hablar muy rápido, y esto resta volumen dramático a su personaje.

Un texto bien trabajado, donde salvo una escena –cuando Pablo cita a uno de los vecinos que acudieron a una reunión sobre la contaminación del río, un anciano de barba que planta árboles para el futuro (situación melodramática que no supera lugares comunes)– no hay caídas y hacen de ésta obra y puesta una de las ofertas más interesantes de la escena alternativa actual.

Un comentario al costado de la crítica a la obra y sobre la sala: Si bien ésta tiene gradas –lo que permite ver desde diversos ángulos sin que se tapen los espectadores– su capacidad desbordada en las funciones gracias al éxito de la convocatoria y la modestia de las instalaciones, nos lleva a reflexionar que no pasaría una inspección de seguridad. Es un punto que hay que observar en estos emprendimientos donde la voluntad no es excusa para la rusticidad de las instalaciones.




Resumen de Prensa:

A partir de Tío Vania, de Anton Chejov

Sonia y su tío Iván viven en Carmen de Patagones, un pueblo del sur del país. Tienen un hostel en el que viven y trabajan, y además ensayan para sus recitales. El único huésped se llama Pablo, un médico joven que no sabe hasta cuándo va a quedarse.
Con la llegada de Alejandro -padre de Sonia- y su nueva mujer Elena, la convivencia empieza a incomodar.
Cinco vidas a la deriva entre canciones, dulces caseros y fracking; y una pregunta implícita: ¿Pueden hacer otra cosa?
¿Podemos hacer otra cosa del mundo?

Que las generaciones futuras alcancen la felicidad: pero, eso si, sin dejar de preguntarse que ideales tuvieron sus antepasados, en nombre de que sufrían.
Cuaderno de notas, Anton Chejov



Esta obra participó del III Festival de Novísima Dramaturgia Argentina, del CCC, y de la Fiesta de Teatro de CABA - Edición 2016.
Por esta obra, el actor José Escobar está nominado como mejor actor de reparto para los premios Trinidad Guevara 2015.
La obra cuenta con el auspicio del INT y PROTEATRO


Ficha técnico-artística


Este espectáculo formó parte del evento: III Festival Novísima Dramaturgia Argentina del CCC
Este espectáculo formó parte del evento: 
Fiesta de Teatro de CABA - Edición 2016

Dice Francisco Lumerman: “Este nuevo espectáculo se escribió durante mucho tiempo en mi cabeza y cuando se plasmó en el papel fue de manera contundente. Confluyeron en él tres elementos determinantes. En primer lugar Tío Vania, el clásico de Chejov que ejerce un magnetismo especial en mí? No es el argumento lo que más me atrae, sino esa peligrosa relación de fuerzas que se establece entre los protagonistas.
Luego el Cuaderno de notas de Anton Chejov, un material riquísimo que reúne desde ideas para La gaviota hasta listas de compras, me disparó algunas imágenes para unos ‘apartes’ que generan una textualidad que contrasta con el relato que la obra se propone entramar.
Finalmente, los veranos de mi infancia en Carmen de Patagones: siempre que tuve la fantasía de versionar Vania, ese pueblo fue su escenario ideal.
Por todo esto elegí subtitular A partir del Tío Vania, porque la obra de Chejov es el punto de partida para construir un nuevo universo que refleje nuestro presente para cuestionarlo y por qué no modificarlo.




Francisco Lumerman
Realizó sus estudios de actuación en Andamio 90 con Claudio Tolcachir y Luciano Suardi. Después tomo seminarios con Agustín Alezzo y Verónica Oddó. Es egresado de la carrera de Dramaturgia de la EAD (Escuela Municipal de Arte Dramático) que dirige Mauricio Kartún.
Desde 2002 escribe y dirige sus propias producciones: Sucede – El Hormiguero El festejo (crónica de un cumpleaños); De cómo duermen los hermanos Moretti; Te encontraré ayer (Primer premio concurso Germán Rozanmacher VI FIBA y mención Paradigma Digital de Mc Station, INT Presenta en los festivales de Río Negro y Resistencia); En tus últimas noches (texto editado en Antología Novísima Dramaturgia Argentina coordinado por Ricardo Dubatti); Puro papel pintado; As wie danie so die Maine de Tríx Buhler bajo su dirección, estrenado en el Festival Theatre Shpektakel de Zurich, estrenada en Buenos Aires en 2015. En marzo 2016 estrena en Lima, Perú,  El amor es un bien, bajo su dirección en el Teatro Alianza Francesa.
En 2009 fue seleccionado por el Kennedy Center Performing for Arts de Washington para participar del Cultural Visitors Programs para directores, participando de talleres y conferencias en Washington.
Entre sus últimos trabajos actorales se encuentran: Emilia, de Claudio Tolcachir en Timbre 4 y diversos festivales internacionales;  Sallinger, de Bernard-Marie Koltés, con dirección de Paul Desvaux en el Teatro General San Martín y Theatre Malakoff 71, París y Vientos que zumban entre ladrillos, de Diego Faturos. En TV participa de la serie El marginal, producida por Underground. Y en cine: Historia del miedo y El movimiento, ambas de Benjamin Naishtat.
Es además docente de actuación y dramaturgia en Moscú Escuela de Teatro que fundó junto a Lisandro Penelas También dictó talleres en diversas ciudades del país y del exterior.


MOSCÚ TEATRO
Camargo 506 
(mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 2074-3718

Web: 
http://www.moscuteatro.com.ar
Domingo - 18:00 hs 
Sábado - 23:00 hs 


domingo, 29 de mayo de 2016

Fracaso y bodrio intelectual y artístico en la última película de Agresti

Escribe:
Alejandro Miroli




Es difícil definir qué es un bodrio. Una posible definición es la ostensiva i.e. decir “Esto (e intercalar el nombre propio o expresión nominal) es un bodrio”. Pues en ese sentido Mecánica Popular es un bodrio. Pero el lector se sentirá defraudado, porque esto es decir poco, si es que es algo. La película es una realización problemática: un abuso de primeros planos, y de gritos a troche y moche. Sumado esto a diálogos inverosímiles, donde se hace alusión a la naturaleza de todas las cosas y de todos los saberes y de todas las miserias –con el necesario e inevitable protagonismo lateral del Proceso, que se ha hecho cita obligada de las peores muestras del arte argentino.

Si esto fuera poco,  el discurso intelectualoide sufre el aporte de la ilustración escenográfica que le dan las enormes fotos de Lacan, Hegel, Freud y Schopenhauer, entre otros, a la par de los lugares comunes del mundo universitario o del mundo psi. Todos, no falta ninguno.


El libretista-director acude a pseudo-afirmaciones tautológicas, que como tales no dicen nada pero que suenan a verdades reveladas. Y  crea personajes que no se sostienen en sí mismos. Mario Zavadinker (Alejandro Awada), el editor empresario –o sea el dueño material de la empresa (porque editor puede significar el que produce un texto para su edición, como representa el personaje que desempeña Diego Peretti), naufraga en sus contradicciones existenciales. Da la impresión de que Agresti no debe tener mucha idea de lo que es el mundo editorial. Zavandiker no representa ni por asomo a los dueños de editoriales nacionales –y menos a los gerentes de las multinacionales.  



El público manifestó sabiduría y huyo masivamente (Sala Goumont, martes 03/05/16). Uno de ellos, al pasar delante de mí, y como disculpa por molestarme en medio de la proyección, me dice “Me da mucha vergüenza por él, mucha” señalando la pantalla donde había un primerísimo plano de Alejandro Awada.


En la película dos papanatas –Zavadinker y la novelista que le exige la edición de una novela o se suicida- juguetean con eso, como actuándolo. Pues parece que el guionista además de desconocer el mundo editorial desconoce la facticidad del suicida. Y es lamentable, porque Agresti ha hecho mejores cosas, mucho mejores. Pero bueno, la tentación de lo absoluto puede quemar al más avispado.


Una tercera contradicción: Un personaje central en la historia es el portero Gómez (Patricio Contreras), cuya muerte por electrocutación desata al final la decisión de Zavadinker de editar la novela, y quien aparece como un interesado en cuestiones mecánicas y científico prácticas –de hecho la película toma su nombre de la revista de divulgación “Mecánica Popular” de la cual Gómez tiene una colección. Por esto Gómez se presenta como una persona con cierto oficio en cuestiones prácticas, entre ellas el manejo básico de la electricidad. Pero al momento de intentar arreglar un embrollo de cables, no es capaz siquiera de cortar la corriente eléctrica, lo que lo lleva a quedar electrocutado como el peor aficionado que seamos capaces de imaginar. ¿Es posible idear a un ser tan ingenuo, de más de sesenta años, lector de revistas de divulgación científica y de oficios? El guión de Agresti hace agua hasta en el desierto.



“Mecánica Popular” (Alejandro Agresti, Argentina, 2015, color, 90 m) Guión original: Alejandro Agresti Elenco: Alejandro Awada, Diego Peretti, Romina Rucci, Patricio Contreras, Marina Glezer


Trailer; https://www.youtube.com/watch?v=fTeEwBDGLHs