jueves, 12 de mayo de 2022

Vida y obra en las manos de la poesía

 

esplendor,

opera prima del artista Diego Fleischer




Escribe:

Héctor Alvarez Castillo

 


“Lloro como un hombre

y pacto con lo femenino para

buscar en la piedad un orden.”

Líneas del poema Literatura.

 

 

Denominar a este poemario opera prima de un artista joven, pero con una consagrada trayectoria en el ámbito del cine es, por lo menos, doblemente falso; Diego Fleischer hace tiempo que pasó por esa instancia y, además, este libro en el que reúne su poesía es más tres obras que una, con el gesto disruptivo de que lo primero que leemos es lo último que ha sido escrito, y la parte final de las tres es el registro más antiguo de esta voz poética. Señalo aquí que es natural que en la obra de un poeta nota tal vez más elocuente en estos especímenes de las letras sus iniciales poemas y publicaciones tengan un tono más íntimo y fresco a diferencia de las creaciones posteriores en las que se aprecia una mayor elaboración al tiempo que cierto gesto de ocultamiento de aquello que anteriormente estaba en la superficie. Diego Fleischer es un artista que recién comienza el tránsito, como diría Dante, por la mitad del camino de su vida, por eso en estas tres partes nos encontramos con ese inicio y ese pasaje a formas más elaboradas, y, por la suerte de la organización de esplendor, nos encontramos con los que fue ese hacer con un juego de poemarios invertidos. Añado que en los años de madurez, de una lenta y larga madurez, los poetas nos ofrecen un regreso a las iniciales expresiones, plenas de lirismo y candor, pero ahora presas de la maestría y la profundidad que otorgan los años de trabajo, la habilidad, la destreza, y también la sabiduría, porque no decirlo, que ronda la vejez.

 


Esta colección que reúne tres décadas de escritura es de alguna manera una autobiografía poético-existencial,

 

¡Qué difícil es aceptar que

tus piernas son tuyas

y que se mueven según tu camino

y que yo, literatura, me interpongo

en tu pasaje para que me encuentres!

¡Para que me ames y me despiertes!

 

en ella se pueden hallar huellas de las lecturas de Fleischer que van de Girondo a Borges, pasando por autores ingleses y alemanes, entre otras influencias. En “Semidioses. Semidiablos”, escribe: “Me casé. Me he casado con un verso./ Dicen que los escritores estamos sedientos./ Sedentarios. Sedimentos.”

 

Y en este derrotero humano el amor es lo que moviliza y da sentido: “Es indispensable el amor para/ que la fruta humana fermente/ y se haga vino,/ para que uno brinde a otro/ lo que el dinero no protege.” (De “Alejo”.) Sentimiento que no da tregua, como el poeta ilustra en “Guerra”: “El pasado del futuro/ me abusa/ y desparrama tus ojos/ contra mis labios eternos.”

Algo que también puede llamar nuestra atención es el título, detalle nunca menor en una obra artística. En un primer acercamiento lo podemos percibir pretencioso, ¿cómo es eso de denominar esplendor a la propia obra? Pero la misma lectura de ella nos remite a un significado distinto al que puede llevarnos cualquier consideración de soberbia por parte del autor. Entendemos “esplendor” en un sentido emparentado a la iluminación, no hay en él una adjetivación que se relacione a cuestiones personales. Y, por esta senda, descubrimos señales de religiosidad en un sentido previo a cualquier institucionalización de este sentimiento. En los tres ciclos que integran esplendor la actitud de religación ante lo sagrado se hace presente en distintos momentos. No es casual que el volumen se abra con un “Literatura” que además de una suerte de arte poética es una invocación velada. En el poema V de Flores turquesas leemos: “Según Lorca hay un mundo/ en donde el hombre espera a la muerte/ vestido de fiesta”.

 

Podemos sumar a estas preocupaciones la del escritor ante su obra, ante la página en blanco, las dudas y las certezas. En versos como los que están en el poema VI del segundo ciclo hallamos: “No miras su grosor ni su madera/ No deseas el grafito/ sólo quieres mi mancha.”, coincidencia entre creación y eros, entre cuerpo, papel y tinta. Al cabo, nos distraemos y demoramos aquí o allá, pero sabemos como nos dice Fleischer en el citado “Semidioses. Semidiablos” que “Sólo se puede entrar si se está saliendo”.



Nos reunimos una tarde de abril con Diego en El invernadero, café que está en el predio de la Biblioteca Nacional, allí charlamos largo rato no sólo sobre esplendor sino también sobre otras cuestiones que hacen a su labor como artista. Vale recordar que esplendor es el primer título de Gombos, sello que acaba de fundar. Se destaca que este inicial volumen estuvo al cuidado de distintos expertos, quienes obtuvieron un delicado objeto desde la cubierta, la sobrecubierta, así como en las imágenes hasta el papel en el que está impreso.

De ese encuentro citamos ahora algunos pasajes que fueron, oportunamente, grabados. Me interesó conversar, entre otras cuestiones, sobre su dramaturgia, un punto quizá menos divulgado de su trayectoria.

 

Arte en Baires: Diego, ¿nos podes contar un poco cómo es tu experiencia con el teatro que, de algún modo, es un género literario pero tiene aspectos no literarios y que también está emparentado con tu faceta de guionista?

Diego Fleischer: Bueno, justamente, el teatro lo considero tal cual como lo decís, es literatura porque el teatro es una de las ramas de la literatura y también se toca con lo que es el guion hacia el lado más visual, ¿no? Pero lo que tiene de interesante el teatro es que lo que está en primer plano es el uso de la palabra, mientras que con el cine lo que está en primer plano es la imagen, propio del lenguaje cinematográfico. Con el teatro yo hice Años Luz, en el año 2015; la obra se estrenó en la sala Beckett. Es un texto de ciencia ficción que tiene cinco personajes que conviven en un lugar y después uno de ellos se da cuenta que está en el futuro, en cierto momento histórico, tras el Apocalipsis, y es una obra de teatro existencialista porque ellos reflexionan sobre la existencia del ser humano después de su extinción. Y escribí otra obra de teatro que nunca se llevó a hacer, que se publicó en una editorial rosarina, se llama La casa de los lunares, es una obra de teatro infantil. Éste es otro libro que yo tengo publicado pero que nunca lo nombro. La obra transcurre en el contexto del flamenco en España. Tiene un lenguaje un poco falseado porque hablan como hablan los españoles, por así decirlo, pero es el libro de una obra de teatro publicada, no llevada a escena, y en algún momento se puede llegar a hacer o no. Y hay otra, que también tengo publicada sin estrenar y que ha tenido varios intentos, se llama El arraigo. Pasa en el seno de una familia judía en el interior del país. Por eso también digo que lo que se ve son los logros de la carrera, pero también entre cada logro de la carrera hay fracasos, cosas que no se pudieron hacer, cosas que no se pudieron concretar. En comparación a las nueve películas que se pudieron filmar yo he escrito catorce, o sea que hay cinco películas que nunca se filmaron. Con el teatro mi experiencia es como una deuda pendiente porque de las tres obras que escribí una sola se llevó a escena y hubo otra obra más que comencé a escribir y que quedó a medio camino, pero bueno es como algo que existe dentro de lo que es mi obra escrita y está ahí latente.

 

AeB: Diego, nos interesa que nos comentes un párrafo que aparece en el epílogo cuando haces referencia a dos universos: la dimensión de tu existencia, que sería la naturaleza y la poesía, y el resto, aquello que definís como mediocridad.


DF:
Es por la admiración que yo siento y en donde yo encuentro no sé si decir lo sublime pero realmente lo que es la esencia de la existencia en mí, desde mi visión, que es la naturaleza, llamando naturaleza a las plantas, las flores, los animales, la tierra, el universo, el espacio y el cosmos, que es algo que a uno lo trasciende, que es algo superior a la condición humana, porque nosotros venimos después de toda esta creación, sea química, física, y después esta la poesía, que para mí es la única forma cuando hablo de poesía no sólo me refiero a la poesía escrita, hablo de música, también de algunas otras artes–, que es la única manera de poder, de alguna manera, comprender o absorber ese universo, y al hablar de mediocridad no quiere decir que lo otro sea peor por así decirlo sino que tiene que ver con que se va modificando, como que no es esencia. Entonces, para mí la mediocridad tiene que ver con algo de lo efímero, con algo que no permanece en el tiempo, y siento que solamente la poesía es lo único que se acerca a este concepto de lo que es la naturaleza, porque sale desde algo, desde una inquietud que no está forzada, simplemente, sale desde una necesidad natural por así decirlo. Repito, cuando yo hablo de mediocridad no hablo de lo que es mejor ni peor, sino que hablo de lo que es efímero quizás y de lo que no permanece en el tiempo desde algo auténtico.

Volviendo al tema de la mediocridad, al hablar de mediocridad y de lo efímero hablo también de las obras de las que yo también formo parte, que son pensadas o para hacer taquilla o para ser un producto comercial, entonces, en ese sentido, pienso que es mediocre en contraste con lo que es una obra que no surge desde una búsqueda comercial, sino que sale desde una inquietud artística de lo más puro posible y por eso lo relaciono con la naturaleza.

 

AeB: De algún modo, siguiendo tu línea, en el ámbito de la escritura, por ejemplo la poesía, que tiene un lugar privilegiado, el artista no puede no crearla. Es una expresión que lo incita y lo lleva a la expresión sin que pueda evitarlo, y no esta mediado por ninguna otra cosa, no hay un fin más allá de esa expresión; el artista sí o sí tiene que plasmarlo de la forma que sea, puede ser por la vía de la poesía o en la música, por ejemplo.

 


DF:
Claro y también es la libertad que era lo que vos decías que tiene que ver con estar libre. Entonces, la poesía tiene la libertad que otros tipos de formatos literarios, el cine mismo, no lo tienen. En el cine uno no tiene tanta libertad, seas guionista, seas director o seas actor, porque estas sujeto a una producción. Y en cambio en la poesía no, uno no está sujeto a una producción, o sea si uno quiere puede escribir toda su vida poesía y no necesariamente tenés que estar dependiendo de un fondo de subsidio o de un productor de Hollywood para poder hacerlo.

 

AeB: En el mismo párrafo, a continuación, hablás de la lengua de la poesía, ¿a qué te referís con eso?

 

DF: Sobre eso me refiero a que para leer poesía o para leer también a narradores puedo empezar hablando, por ejemplo, de Las palmeras salvajes, que no es poesía cuando uno lee Las palmeras salvajes de Faulkner en traducción de Jorge Luis Borges, en un momento no sabe si está leyendo a Borges o está leyendo a Faulkner. Estás leyendo la traducción de Borges, no estás leyendo a Faulkner. Lo que pasa con la poesía teniendo acá por ejemplo el libro Amapola y memoria, de Paul Celan, teniendo acá una traducción de Jesús Munárriz y yo desconociendo la lengua natal de Paul Celan, tengo que leer la traducción y algo me estoy perdiendo, si bien puedo intuir o seguir el texto bilingüe, acá, en alemán, pero sin conocer la lengua no puedo llegar realmente a lo que le pasó al autor, al poeta, en su momento por la cabeza, cómo ordeno esto o aquello. A qué voy, lo que yo recibo de Paul Celan, sin conocer el alemán, es la traducción, no lo recibo a Paul Celan, o sea recibo la interpretación que hizo un traductor sobre su poesía pero no su poesía en su estado más puro. Acá tengo otro libro, un libro de Kenneth Rexroth que se llama El amor es un arte del tiempo, que tradujo Laura Crespi, que, bueno yo sí sé inglés, entonces en esta caso puedo leer las dos versiones, o sea es un libro bilingüe que sacó Mansalva, y acá yo pude leer el libro, pude leer los poemas en español y pude leer los poemas originales en inglés como los escribió el autor en su momento, y hay una gran diferencia, o sea suena todo completamente diferente. La poesía es un ritmo y la elección de las palabras del autor tiene que ver mucho con la sonoridad y uno lo pierde al leer la traducción, o sea: yo creo que son dos obras distintas. Una obra es la escritura que hizo el autor en su lengua natal y otra obra es la traducción que se hizo sobre su poesía. Entonces, para poder entender perfectamente un poema creo que la manera más efectiva o la manera más certera para poder acercarse directamente con el autor es tener que estudiar la lengua para poder leerlo en el original.

 

AeB: Ahora, hablando de dependencias, aprovechemos y dialoguemos un poco acerca de la Editorial Gombos que acabás de crear, de la cual esplendor es el primer título y que ya tiene otros libros planificados. Tener tu propio sello editor, ¿entendés que te da una libertad que no tendrías de otro modo?

 


DF: Mirá, había otros modos de editar este libro pero la verdad es que sentí justamente, en este momento, en el cual uno ya hizo un recorrido y sabiendo de autores que estuvieron circulando en espacios más reducidos que era la oportunidad de Gombos. Mi idea fue en un principio buscar una editorial para publicar poemas pero después me dije por qué depender del criterio de un editor para una obra que yo y todo el contexto que me rodeaba la consideraba como lista para salir y por qué no marcar una línea estética, además con esto también puedo darle la posibilidad a muchos autores editados y de valor que no han tenido visibilidad. También tuve en cuenta que mi abuelo era poeta y que publicó sus libros en los setenta en Santa Fe, en una librería. Abrir un lugar, un espacio, donde se pueda darle voz a otros autores para mí también es un momento bisagra. No es que con este libro exclame que llegué donde quería llegar, sino que siento que con este libro inauguro también amplificar, darle la posibilidad desde un lugar artístico a otros artistas que tampoco están buscando hacer un best-seller, sino que están buscando divulgar su obra poética por medio de una editorial, y ¿qué mejor que un escritor arme una editorial, ya que ha pasado por lo que es buscar ser publicado? Puede entender a los otros autores que quieren ser publicados. Yo cuando como editor busco los derechos para publicar a otros autores entiendo también lo que le está pasando a estos escritores en ese momento. No es que estoy especulando hacia mí sino que estoy comprendiendo lo que es para el escritor ser publicado.


AeB: Diego, por último, comentanos, por favor, el por qué de la elección en literatura de la D sola y no el Diego que es cómo se presenta el guionista, ese artista que es parte del mundo del cine.

 

DF:  Bueno, justamente, tiene que ver con diferenciar lo que es el autor que escribe en papel y que escribe por una motivación propia y una búsqueda poética con el guionista de cine, que si bien es la misma persona son dos firmas distintas. Corfirias y La codicia celeste, que son mis novelas, las firmé como D. A., y es un manera también de diferenciarme a mí mismo en los dos tipos de escrituras.

 

AeB: Gracias Diego por esta charla.

DF: Gracias a ustedes, Héctor.

 

Y, dando fin a este artículo, entrevista y comentario, dejamos dos versos de “Poesía”:

 

Escribir

y amar cada verso.




sábado, 2 de noviembre de 2019

Las ceremonias de lo irrecuperable


Potestad de Pavlovsky en código Forteza

Escribe:
Fernando González Oubiña



Potestad es sin duda la obra donde se manifiesta con más claridad que su autor fue psiquiatra, por momentos parece la transcripción literal de una sesión de análisis,  texto que posee una cualidad casi enunciativa, las cosas que dice el personaje protagónico, parecieran extemporáneas de sus sensaciones, el sufrimiento se sublima en la oralidad, el autor decide perder al público, enredarlo en puntos de vista encontrados acerca del horror de la desaparición forzada de personas, en la contrapartida de una familia apropiadora, pero esta denuncia funciona finalmente como metáfora de todo lo perdido, de lo irrecuperable.

Ya he abundado en este mismo espacio en datos biográficos sobre Eduardo Pavlovsky (1933 - 2015) acerca de su carrera, premios y de sus aportes como dramaturgo, actor y terapeuta psicodramático; éste es un legado que Christian Forteza sabe poner en valor, con las puestas en escena aquí reseñadas de Cámara lenta y Rojos Globos Rojos que resignifican la dramaturgia antes que versionarla, respetando la esencia, incluso allanando hermetismos propios del semiólogo que escribe para luego representar sus obras, rara nobleza en estos tiempos en los que algunos directores se agencian la autoría de obras emblemáticas retocando apenas su contenido formal.



Declaraba acerca de Potestad, Tato Pavlovsky a la revista Sudestada, en Abril 2008: “… Fue un gran impacto en Brasil, y después vinimos acá y me empezaron a invitar de festivales internacionales representando al país. En el ‘87 la hice en Cádiz; ‘88, en Madrid, luego Londres, Nueva York, Canadá (donde saqué los premios a la mejor obra y mejor actuación). Estuvo presentada enormemente, pero acá no la hacía en temporada: la daba diez veces seguidas o tres, después me llamaban de afuera, le daban un premio en Los Ángeles, en España. La llevaba porque me daban un premio a la trayectoria, es mi obra emblemática…”

La definición de lo siniestro le cabe a Potestad, es aquello que nos causa horror en lo cotidiano, lo inesperado que trastoca para siempre la vida de alguien, en este caso un padre que pierde contacto con su hija, el texto es hermético hasta un punto, complejo y estudiadamente confuso, pero aborda el tema del secuestro y posterior desaparición de personas, durante la última dictadura militar, en este caso y crípticamente incluyendo el conflicto de la restitución de identidad, temática recurrente en el imaginario Pavloviano.
Aquí se cifra el pensamiento humanista del autor, la síntesis de un postulado político, alineado con esta temática e ideología Forteza decide extrapolar una cualidad de showman del personaje protagónico que está muy presente en el texto original y aún más en las zonas de improvisación cuando él representaba su obra, ya que Pavlovsky mayormente escribía para sí mismo.

El director circunscribe a Jorge Lorenzo a sus menores tentaciones humorísticas, la risa del público aparece nerviosamente, a hurtadillas, y en general cuando el actor se torna físico, quebrando una imaginaria línea metafísica entre las sensaciones y las dinámicas corporales (Tadeusz Kantor aparece entre líneas en este punto). Pero estos impulsos de comedia, aparentemente abortados, son parte de la particular visión del director en cuanto al hecho dramático, donde decide emociones, ritmos, silencios y una particular estética en el decir. Desde allí y colateralmente logra potenciar el mensaje, incluso mejorando el texto original, en esta versión tornada al unipersonal.

Dentro de la producción de estos artistas, que como progresión tuve el privilegio de presenciar, observo que esta puesta en escena es una de las más físicas, con más desplazamientos, y el cuerpo del actor fluye. Cuando se produce el contraste entre lo físico y el texto es donde aparece la sonrisa del público, incluso dentro del dramatismo, también en la ausencia de grito, sin la exasperación dramática, el director elije cortar abruptamente la situación con un breve silencio e inmovilidad y reacomodar al actor en el espacio, maravilloso recurso, herencia de don Bertolt y su corte brechtiano o Verfremdungseffekt. Nuevamente observo los mínimos requerimientos en cuanto a lo escenográfico y a efectos: es el “hiperteatro” de Forteza, donde nada o muy poco es necesario aparte del actor. Hay un riesgo que la adaptación supera ampliamente en la supresión del personaje femenino, quitándole al espectáculo su cualidad psicodramática, para concentrar en el conflicto, en la fábula propuesta, toda la atención del público.


Sin estridencias, Lorenzo despliega una partitura emocional muy clara, muy técnica, pero en el mejor sentido, el público no nota la feroz mano del director, la ritualidad impuesta y Jorge se luce una vez más en escena, es sin dudas un artista con enormes capacidades expresivas, aún en las siempre restrictivas condiciones que pertenecer a la secta de Christian Forteza requiere, la progresión de tonos y matices en su voz y en su cuerpo no llega nunca a la crispación, aunque muchos textos tuvieron esa intencionalidad en el texto original, y en los registros del propio Tato representando esta obra. Forteza afila el punzante bisturí de sus matemáticos límites, orquesta la voz del actante, incluso su ritmo respiratorio y esa cadencia desplaza la necesidad del grito, pero resignifica su valor en muy interesantes semitonos y en sensaciones contenidas. Una intricada trama de imaginarios personajes que afloran en el recuerdo de este hombre, roto por dentro, como dice el texto, describen un complejo universo. Mérito extra de Lorenzo que en esta ocasión potencia su excepcional presencia escénica con lirismo y levedad.

Pavlovsky declaraba a la revista Ñ en 2013: “… Gran parte de la clase media ha sido cómplice del terrorismo de Estado y no sólo por miedo. Me lo han dicho cuando me hice pasar por periodista uruguayo: “Había un orden”. Es un sector con gente muy brillante porque la universidad era muy buena, la educación era muy buena. Yo he sido un beneficiado por eso, nunca pagué un peso para ser médico. Después para el psicoanálisis empecé a pagar. Pero un intelectual debe ser un francotirador, tiene que denunciar continuamente, devolverle a la sociedad lo que ve en una opinión, una obra de arte, una denuncia, un trabajo, hacer algo, moverse con la fuerza de la devolución de lo que te han dado y no puede involucrarse con el poder…”

Escrita  en el 1984, estrenada en 1985 y publicada en el 1987, su autor sufrió en carne propia la maquinaria asesina del terrorismo de Estado, su curiosa yuxtaposición de política, psicoanálisis y teatro fue recibida en 1974 con el estallido de una bomba en el teatro Payró, durante la exitosa temporada de El señor Galíndez, luego con Telarañas, la obra fue prohibida en 1977, incluso un grupo de tareas allanó su casa y su consultorio, Tato escapó por el techo y con el pasaporte vencido se fue a Uruguay, de ahí a Brasil y finalmente llegó a Madrid. Potestad explora semiológicamente las patologías sociales, especialmente las secuelas de acciones asesinas en sobrevivientes de la última dictadura.

Esta versión de Potestad estrenada en 2013 sigue de gira por diversos escenarios de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires, interesante desde todo punto de vista, es otro virtuoso ejercicio actoral al que Jorge Lorenzo nos tiene acostumbrados, es el concepto de partitura emocional que Forteza dispone para el actor digno de ser elogiado, dato muy técnico, pero esta propuesta soporta la lectura en varios niveles de apreciación, es una obra que ha sellado un pacto casi fetichista entre actor y director, y que merece ser rastreada por los amantes del buen teatro para disfrutarla en los diversos escenarios donde se ofrece, a la gorra, esto también es un detalle destacable, notables artistas comprometidos con un mensaje.

Gacetilla de Prensa:

Un espectáculo en homenaje a Eduardo "Tato" Pavlovsky y a los treinta años en democracia.
"El mal cometido por la gente común no es la excepción sino la regla" Ervin Staub. El dolor y la tortura íntima de un hombre frente a la ausencia de su única hija, cuando todo se reduce a rescatarla con la memoria. Retener el tiempo. Repeler la angustia. Evocar con obsesión, miradas, posturas, distancias, palabras y silencios. Víctima y victimario se confunden. La violenta confesión de la verdad. El hombre que estaba acostumbrado a certificar la muerte de los demás, se enfrenta a la impotente soledad de su propia muerte interna

Ficha técnico artística


Espectáculo en giro por la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires.

viernes, 30 de agosto de 2019

Criminal de Javier Daulte


Gustavo Oviedo presenta un clásico de nuestro teatro contemporáneo




Escribe:
Héctor Alvarez Castillo



Los diálogos ágiles, directos, al tiempo que presos de una comicidad interior, son característica en la dramaturgia de Javier Daulte, uno de los más exitosos dramaturgos argentinos, sino el más, de las últimas décadas. Si hay dramatismo en sus obras, ese rasgo se alivia gracias al ida y vuelta donde lo real le hace un guiño al humor. Y Criminal, la obra que en esta nueva puesta dirige Gustavo Oviedo en la sala La Sede, es un cabal ejemplo de estas palabras.

Cuatro protagonistas interpretados por cuatro artistas que funcionan como una maquinaria de reloj le dan vida a seres que habitan un mundo psi donde las relaciones van en un sentido y otro, y en el que cualquiera puede transformarse en el criminal al que hace alusión el título de la obra. Por momentos, da la apariencia de estar en medio de una trama de policial clásico, al mejor estilo de las obras de Agatha Christie, y no dejamos de apreciar que Criminal es un producto porteño o, al menos, que como porteños se nos hace familiar desde el lenguaje, la temática y su humor.

El trabajo de Oviedo aprovecha al máximo las posibilidades que le ofrece la sala, no dejando espacio sin explotar escénicamente y, por esa sabiduría, las entradas y salidas, la dinámica de la obra, no dejan un instante de vacío, lo que trasunta a favor de la recepción por parte de los espectadores.
Una obra breve que invitamos desde Arte en Baires para ir a ver. Una cuota de humor insoslayable en nuestra cartelera porteña para este 2019 tan cascoteado.


Sinopsis de Prensa:

Dos psicoanalistas. Un matrimonio. Celos, rencor, mentiras, poder.
Un crimen pasional a punto de cometerse.
¿Alguien es capaz de evitarlo?
Engaños. Traición. Nada es lo que
parece ser. Un juego peligroso.
Un juego de... mente.
CRIMINAL es un melodrama, un policial, un insight en clave de comedia. Un cuento contado por idiotas lleno de sonido y furia, que no significa nada.
Un matrimonio en crisis, dos psicoanalistas y un crimen en trama de precuela. Sin cuerpo no hay delito y el deseo busca su objeto, su destino, su criatura construida de realidad y fantasía.
CRIMINAL es una latiente vivisección de un frenesí desbordado.

Ficha técnico artística


Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

LA SEDE TEATRO
Sarmiento 1495
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: 
http://www.lasedeteatro.com
Entrada: $ 300,00 - Viernes - 21:00 hs - Hasta el 30/08/2019





jueves, 22 de agosto de 2019

Muerte accidental de un anarquista


Por segundo año en escena una de las grandes obras de Dario Fo





Escribe:
Héctor Alvarez Castillo

Con la dirección general a cargo de Leonardo Prestia, por segundo año consecutivo se puede ver en escena uno de los clásicos de Dario Fo en versión de Alfredo Zemma. Esta puesta se transforma en una casi obligación para aquellos que admiran a uno de los esenciales dramaturgos contemporáneos, y esto dicho en más de un sentido.


Fo en la génesis de este texto reúne distintas historias, por un lado, trae a su presente un hecho ocurrido en USA, en 1921, y gracias a ese ingrediente reanima sucesos de su Italia del sesenta. Esto, sumado a las virtudes de la pieza, repercutió favorablemente desde su estreno transformando a Morte accidentale di un anarchico en un éxito.




En el Teatro El ojo, la sala que en Balvanera hace años tiene Luis Agustoni, somos espectadores de cómo se respeta el espíritu de la obra y el juego constante en escena que era capaz de crear este soberbio artista que causas misteriosas -no me vienen a la mente estos calificaciones- hacen que sus obras no circulen ni siquiera desde la edición como corresponde.

Los actores que forman este grupo ponen el cuerpo -y esto es literal- como lo solicita la acción, junto a su talento y profesionalismo.

La escenografía, desde lo mínimo, recrea el ámbito de una comisaría. Una oportunidad para ver teatro clásico y de nuestros días.





Sinopsis de Prensa:

Se basa realmente en la misteriosa muerte de un ferrocarrilero llamado Pinelli. El día 12 de diciembre de 1969, en las ciudades de Roma y Milán una serie de atentados dinamiteros, orquestados por grupos de ultraderecha, desatan una ola de detenciones y criminalización de todo movimiento de izquierda. Tres días más tarde el anarquista Pinelli es "suicidado" desde una ventana del cuarto piso de la Jefatura de la policía de Milán. Fo utiliza este incidente para hacer un retrato muy preciso de los riesgos y consecuencias del mal llamado "estado fuerte", del gobierno de los intransigentes, de los criminales, de la militarización de las calles. Y nos advierte acerca de los peligros que se avecinan cuando los gobiernos, en aras de una supuesta erradicación de la inseguridad, utilizan sus fuerzas policíacas para reprimir, hacer callar y asesinar a los ciudadanos. La acción comienza en una comisaría de Milán.


Ficha técnico artística:



TEATRO EL OJO
Tte. Gral. Juan Domingo Perón 2115
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 4953-1181

Web: 
http://www.luisagustoni.blogspot.com
Entrada: $ 350,00 - Sábado - 22:30 hs.