sobre las consecuencias
del Proceso
por Guillermo Salz
Escribe: Alejandro Miroli
La larga sombra de los efectos del Proceso
llega hasta el presente y el teatro, como otras expresiones artísticas, han
hecho un inmenso esfuerzo por presentar –en cada lenguaje posible– sus
consecuencias en toda la sociedad.
Leonardo,
paciente de un psicoterapeuta –el Doctor–
usa la declaración de suicidio como un norte flotante, que se desplaza de sesión
en sesión psicoterapéutica como un recurso inconsciente para romper la cadena
familiar de los Leonardos. Ésta aparece
como un mandato impuesto por su padre militar, quien se llama Leonardo y que es hijo de un Leonardo –y que piensa que trasmite el
destino a su hijo de ser padre de otro Leonardo.
Esta cadena del nombre opera como una sujeción de la cual nuestro Leonardo puja por salir, de la que tiene
una vaga intuición que no le es propia.
Esa insatisfacción se muestra en su actitud
ante el juego, juega una secuencia de números siempre fija: “1-2-3-4-5”, pero no los recuerda y
rompe el cartón de juego sin mirar si su jugada fue premiada, de ese modo se
sustrae de la vida, y ejecuta un suicidio simbólico, que declara postergar como
una posibilidad siempre a la mano.
Toda la escena se juega en la sesión terapéutica,
en la que interviene la esposa: Eva,
quien narra el hecho –secreto de familia– que Leonardo es un niño apropiado por un militar, quien lo inscribe
como hijo propio y quien la amenaza para que no se lo haga saber a él nunca.
El final parece inverosímil, pues muestra a
alguien que sale de una amnesia selectiva profunda, casi por un acto de
voluntad, casi instantáneamente cuando le vuelve la memoria de los rostros que
lo acompañan en un viaje imaginario que le venía invadiendo su imaginación.
Y el tono general de la obra padece de una
cierta linealidad temática, como si fuera aún necesario hacer un arte de
coyuntura, casi pedagógico. El tiempo pasado, las múltiples dimensiones que
fuimos viendo del llamado Proceso, permitirían una trasposición teatral
más arriesgada, que pudiera abrir calas en aspectos más sutiles que la mera
cuestión de la denuncia del apropiador perverso.
La escenografía –un consultorio psicológico–
es correcta, y la iluminación acierta en acompañar los estadios dramáticos de Leonardo. Las actuaciones de Hugo
Dezillio y Viviana Suraniti son correctas; por su lado Gustavo
Oliver como Leonardo caracteriza adecuadamente la furia y los cambios de
ánimo que expresa su personaje, y tiene tal vez el mayor compromiso dramático.

Ficha técnico artística:
EL
CRISOL
Scalabrini Ortiz 657 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: http://www.crisol.org.ar
Entrada: $ 100,00 / $ 80,00 - Sábado - 21:00 hs
Scalabrini Ortiz 657 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: http://www.crisol.org.ar
Entrada: $ 100,00 / $ 80,00 - Sábado - 21:00 hs
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