lunes, 28 de abril de 2014

El Puente

El clásico de
Carlos Gorostiza,
en dirección de Leopoldo Minotti




Escribe:
Alejandro Miroli

Estrenada en 1949 –un tiempo axial en la historia argentina– la obra de Carlos Gorostiza se ha convertido en uno de los clásicos dramáticos de la Argentina.  Nunca mejor dicho, ya que el signo de un clásico es su uso casi incesante en el currículo de literatura de las escuelas medias.



Instalado en un movimiento que renovó la escena teatral –junto a autores como Agustín Cuzzani, Osvaldo Dragún– y que rompió con el costumbrismo, y con la crítica de vicios y virtudes personales, propia del teatro anterior, por la crítica de las instituciones. En El Puente esto es llevado al extremo; es el dinero, el dinero en sí como fetiche; y es la lógica del dinero la que aparece como determinante; y el dinero opera como un magma anónimo –en palabras del Padre: El dinero corre. Viene y se va. No es de nadie. El dinero es dinero y nada más.  Que algunos ahora tengan más no significa que pertenece a ellos.” En esta lógica somos nosotros los que pertenecemos al dinero. En esa lógica sólo nos cabe pertenecer o no; y esta decisión traza la diferencia entre “los muchachos de la barra” y “los pitucos” (¿No viste que es un pituco?” interroga Pichín –uno de los muchachos refiriéndose a Rodolfo, el hijo del Padre, dueño de la casa en cuyo frente transcurren las escenas de la barra y cínico perdedor, que dilapidó la fortuna familiar). 

Unos lo anhelan, y sienten su ausencia como una perdición –La Casa– otros lo tienen y lo entregan sin miramientos, cuando se necesita la solidaridad grupal –La Calle.









En la obra hay un interlocutor ausente, tan ausente que si la obra se diera en otro país, los espectadores no entenderían cual es el ambiente social en que transcurre. Y tan presente que el eje dramático central –la oposición entre La Calle y La Casa– lo representa con otras palabras: el peronismo de la primera administración de Juan Domingo Perón. Está en las observaciones que dan cuenta –en la voz del Panadero– en las menciones de la puja distributiva, que llegaba a la Argentina para quedarse y sobre la que continuamos refiriéndonos. Declara el Panadero: Imagínese. Todo sube, el sueldo no alcanza. Entonces piden aumento. Viene el aumento, entonces todo sube. Y no alcanza el sueldo otra vez. ¿Qué se puede hacer?” 

La familia opera como espejo inverso de la barra: el Padre cínico observador del vacío que porta el dinero, Rodolfo como el perfecto opuesto a los muchachos –vago, sin ninguna ambición que no sea salir con sus amigas, sin ninguna comprensión de lo que sucede y Elena, la esposa del Ingeniero, que expresa los valores de la clase media urbana y profesional: la valoración del dinero, el prejuicio social y el cuidado de las apariencias, en una visión casi darwiniana de la vida social: En este mundo todos tienen la misma oportunidad. El que la sabe aprovechar, allá él. Nosotros no tenemos por qué después ir salvándolos de los apuros. Mejor es darles una lección”.

La barra de muchachos presenta una de las actuaciones colectivas más ensambladas y perfectas que se pueda ver en la escena actual, siete personajes, siete actores marcados con precisión y con el tiempo y tono exacto, trasmitiendo aquella institución celebrada –e hija de una época en que la movilidad de las clases populares era escasa y la posesión de un auto particular era un síntoma de status, que diferenciaba riqueza; en que la mayoría de los trabajos estaban allí, en el barrio, en que el tiempo laboral y el tiempo de socialización se nutrían uno a otro –y que aparece representado, en la obra, por el trabajo que había tomado Andresito en Campana y en que la vida concebía sin dinero los lazos humanos.


La familia de los “pitucos” también exhibe la tensión y la crispación necesarias, sin embargo el papel del Padre exigiría una edad y una postura corporal –vencidaque la juventud de Guillermo Rosasco no trasmite  al punto que lo solicita el papel. En el cinismo y desprendimiento que expresa el Padre, es donde la conciencia de la vanidad del dinero aparece en La Casa. Es quien hizo la trayectoria entre los dos mundos: aquel donde contamos el dinero y aquel donde el dinero nos cuenta –como la necesidad de La Madre de pagar la deuda antes del mediodía–. 


En general, puede señalarse un común en los personajes de La Casa: la marcación actoral está como acentuada, como si los propios actores no creyeran en los valores que exponen estos personajes, y en ese sentido El Padre, Elena y Rodolfo, parecen como levemente ridiculizados.


Dividida en dos actos con dos movimientos cada uno (La Calle, La Casa), que transcurren en tiempos paralelos y en una acción que converge hasta un final perfecto, que cierra y significa toda la acción dramática –en que Calle y Casa se unen, en presencia de la muerte la escenografía en paralelo sigue la acción. Y el recurso de la puerta móvil acentúa el carácter de espejo de la tensión entre La Calle y La Casa, a ello concurren una ambientación medida a la época, con un vestuario y una iluminación que acompañan en forma precisa.

Se trata de una versión para celebrar, para ver con ánimo, porque el espectador se encontrará con uno de los textos más representativos de un clima social y de una época axial –una época que alumbró actores políticos todavía presentes–, y una puesta que exhibe un trabajo de ensayo, de construcción de personaje y de interacción importantes.


Palabras del autor sobre la puesta:

"Hace mucho tiempo el joven entusiasta que era yo escribió una obra titulada "El Puente".
La obra fue elegida y representada por el entusiasta grupo de jóvenes que integraba el teatro independiente "La Máscara".
Hoy, 65 años después, con la misma emoción y el mismo entusiasmo, otros jóvenes entusiastas han elegido la obra para ser representada en el Teatro del Pueblo.
A todos ellos mi agradecimiento."
Carlos Gorostiza, 2014.



Mirada del director sobre el proyecto:

Nos pusimos frente a este texto complejo y desarrollado desde lo literario.
Sus diálogos reflejan dos mundos paralelos opuestos, respecto de una etapa de pura “revolución” de la propia historia de nuestro país.
Por otra parte, encontramos un particular entusiasmo frente al desafío de la cantidad de actores, pensamos que aquello generalmente visto como un obstáculo, se presentaba ante nosotros como un desafío y una oportunidad de puesta en valor de la búsqueda y el trabajo colectivo, retomando la labor teatral del mismo modo que lo hacían aquellas antiguas agrupaciones, donde lo único importante  era el trabajo con total entrega.


Elenco
Rodolfo  /  Martín Althaparro
Panadero y Hombre 1  /  Marcelo Beltrán Simó
Ronco  /  Gustavo Brenta 
Teso  /  Matías Broglia
Mingo  /  Emmanuel Bufali
Ñato  /  Roberto Cappella
Tere  /  Cruz Carot
Tilo  /  Marcos Horrisberger
Angélica  /  Laura Ledesma
Pato  /  Matías Leites
Pichín  /  Nicolás Mascialino
Madre  /  Alicia Naya
Reemplazo Tere  /  Verónica Parreño
Elena  /  Cecilia Rodríguez
Padre  /  Guillermo María Rosasco


Ficha Técnico artística

Escenografía y vestuario:

Silvia Rodríguez
Escenografía:
Néstor Russo
Música original y diseño sonoro:

Santiago Barceló
Diseño de luces:

Laura Melchior
Operación técnica: Nayla Perissé
Producción general: Cooperativa El Puente
Producción ejecutiva: Verónica Parreño y Coop. El Puente
Fotografía: Puerta del Sur Producciones
Diseño Gráfico: Roberto Capella y María Eugenia Gómez
Asistente de dirección: Verónica Parreño
Dirección: Leopoldo Minotti
Prensa: Octavia Comunicación www.octaviacultura.com.ar

Funciones: lunes, 20:30 hs.
Lugar: Teatro del Pueblo (Av. Roque Sáenz Peña 943)
Entrada general: $100. Estudiantes y jubilados: $70.
Reservas: 4326 3606
Duración aprox.: 115 minutos.

sábado, 26 de abril de 2014

Historia de amor (Últimos capítulos)

Una obra de
Jean-Luc Lagarce 
en Buenos Aires




Escribe:
Alvarez Castillo


Asistimos a una arquitectura lineal, ardua y solvente. Parece preexistir un texto literario de fondo que, con sus símbolos e historias, debe ser animado por solitarios personajes, que traen desde el ayer un antiguo y entrañable vínculo.
Esta obra interroga sobre: qué es una historia de amor; las relaciones humanas, un triángulo y sus claroscuros. Historia de amor es el relato de lo que vivieron, de los miedos y sus consecuencias, de sus abandonos y reencuentros; de lo que sintieron y sienten estos seres. Y en esta línea, el texto del paréntesis: “Últimos capítulos”, da el marco en el que se nos hará presente el entrecruzamiento de miradas. 


La estructura original de esta obra consta de un prólogo, tres partes y un epílogo. En el prólogo y primera parte, notamos un exceso en las interpelaciones retóricas y en ciertas reiteraciones –morosidad en la presentación– que afectan el ritmo de la pieza. Lo que a nuestro juicio son deficiencias iniciales, gracias al talento de los actores, resultan salvadas. La segunda y tercera partes, ganan en dinámica. Hacia el epílogo se da cierto frenesí, con el que se llega al final de la pieza.


La reunión de tres buenos actores realza la puesta. Cada uno de ellos se expresará por elementos particulares, que –de algún modo– les otorgan identidad: el canto, la escritura, un oficio. Y aparecerán las metáforas de la ciudad antigua, el río y la ciudad nueva; la soledad, la juventud y el deseo de muerte


La historia de cada uno de los tres personajes no parece ser posible sin la existencia de los otros. El relato de cada uno se ensambla, con su magia y misterio, en el de los otros. Lo femenino se diferencia desde el canto, la presencia/ausencia en la que aparece ante las dos expresiones masculinas. A su vez, los dos hombres tienen personalidades marcadamente diferentes, y la comicidad es cómplice de los relatos. Desde el inicio, los monólogos, como hebras de la historia, van tejiendo el paño que nos ofrece la realidad. Y en esto que comentamos es donde se distingue la excelencia de los actores y el trabajo de creación, que dan relieve y cuerpo al espectáculo.


Los sonidos/ruidos incidentales visten la acción, los afectos y los sentimientos de los tres personajes. Ellos reaccionan ante estas apariciones, deben afirmar su discurso por encima de los artefactos. También está bien montada la sucesión de diapositivas que muestran a los personajes en su juventud.


De este director ya hemos comentado “Tus deseos en fragmentos” (1). En ambos puestas percibimos un trabajo prolijo, un mecanismo muy aceitado ante textos que solicitan constante atención por parte de los espectadores. Las obras, de discurso fragmentario, deben ir armándose  cuadro tras cuadro. Obras en las que la cuarta pared tiende a esfumarse, para dar pie al discurso de los actores hacia el público, en el que buscan complicidad. En futuros trabajos podremos saber si en Marcelo Velázquez esto se torna, por repetido, predecible y pierde efecto, o su capacidad y las obras seleccionadas nos ofrecen otras posibilidades.

Agregamos que en “Historia de amor”, la disposición de una escenografía básica, al tiempo que satisfactoria, y el desplazamiento constante y simultáneo de los actores, es un punto a favor de la puesta de este director.



Ficha técnica:

Obra de Jean-Luc Lagarce
Traducción: Mabel Crescente
Dirección: Marcelo Velázquez
Elenco: Daniel Goglino, Marcelo Bucossi y Mercedes Fraile

Diseño y realización de escenografía: Ariel Vaccaro
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux
Vestuario: Julio Suarez
Música original y diseño sonoro: Pablo Bronzini
Entrenamiento vocal: Natalia Cappa
Diseño gráfico: Vanesa Bisutti
Fotografía: Aixa Alcántara
Asistencia de dirección: Mabel Crescente
Coordinación de producción: Christian Di Desidero


Notas y acreditaciones:
Andrea Feiguin 11 5062 1635


El Kafka Espacio Teatral – Lambaré 866 – C.A.B.A.
Funciones: Domingos 18 hs
Localidades $ 100 (Descuento estudiantes y jubilados $ 70) - Tel. 11 4862-5439
Reserva y Venta en el teatro y por
http://www.alternativateatral.com/obra28988-historia-de-amor-ultimos-capitulos

Fogata Eterna, homenaje a Charly García


Escribe:
Alvarez Castillo
El 24 de abril, a las 20 hs. se presentó en el bar "Rechazando coimas", de Hipólito Yrigoyen 786, la antología poética "Fogata Eterna", compilada por Hohn Martínez Gonzales, de Perú. Este trabajo que reúne a 32 poetas de 9 países latinoamericanos, está dedicada a la obra y figura del músico argentino Charly García. 


Entre los autores, se encontraban en "Rechazando coimas", además de Martínez Gonzáles, Karina Macció, Héctor Alvarez Castillo, Yanina Rosenberg y Federico Skliar, entre otros. 


Además de leerse textos que integran esta obra, la mencionada Macció organizó, como parte del acto, el "Minuto Charly". En él, distintos autores, cerca de quince en total, leyeron textos escritos por ellos que hacen mención al músico, a sus letras, a su vida. Textos breves que animaron el encuentro. 


En el regreso a su país, John Martínez Gonzales hará una edición comercial en Lima de esta obra, que llegará a distintas librerías de América. La edición está a cargo de Hanan Harawi Editores.


Una imagen de parte del público presente:



 

viernes, 18 de abril de 2014

La música del azar

La novela de Paul Auster en adaptación de Izcovich 




Escribe:
Alejandro Miroli


Gabriela Izcovich ha adaptado al teatro varios textos de la literatura contemporánea, en un ejercicio que les pone “cuerpo” a personajes que teníamos construidos en la lectura ficcional. En este caso adaptó La música del azar (The Music of Chance, 1990) quinta novela del autor –si se toma la Trilogía de Nueva York un único emprendimiento–.


Podemos considerar a la historia como una tragedia moderna: no hay dioses, ni sino, que guíen a los personajes hacia su destino final, sino la propia ofuscación con historias de vida no resueltas y lamentadas, la incapacidad de reconocer señales de peligro en el juego, y el destino impensado y temible al que arriban sin comprender bien la secuencia de hechos y casi sin ofrecer resistencia. 


Todo ello está sólidamente presente en la obra:  Nelson Barrientos (Alfredo Martín), es un ex bombero que toma con su auto un camino sin destino, en la expresión de un viejo tópico cultural estadounidense: la road experience, y cerca del momento en que sus recursos se van acabando, en el final de ese camino sin destino, se encuentra con Jack Pozzi (Gerardo Maleh), un jugador profesional de póker que se quiere desquitar de una pérdida en lo que llama la partida de su vida contra dos excéntricos millonarios Flower (Carlos Ponte) y Stone (Agustín Pruzzo), a los que había enfrentando en una ocasión anterior, creyéndolos jugadores ingenuos.


Enfrascados en la partida, van redoblando las apuestas sin percibir el riesgo hasta perder todo, la propia libertad incluso; por ello el resultado catastrófico de la partida los obliga a quedarse y pagar con trabajo la deuda tomada en el juego: construir un inmenso muro bajo la vigilancia de Murks (Alejandro Vizzotti), todo lo que termina consumando el sino trágico que los depositara allí.


Quién leyó la novela podrá reconocer las líneas generales de ella, y la tensión dramática que presenta, quienes no la leyeron, ni quisieran referir al texto novelístico para juzgar la obra hallarán, un desarrollo dramático de la partida de póker, y una narración oral del encuentro de Nelson y Jack, lo que quizá torne un poco morosa la acción.

Carlos Ponte está excelente en su papel de exagerado millonario, coleccionista de piedras, el resto del elenco acompaña. Gerardo Maley presenta un carácter exuberante y canchero, casi agresivo, que no se condice con la realidad de los jugadores de póker –en donde la simulación, y la movilización del deseo del rival son rasgos fundamentales en los jugadores entrenados–.
La escenografía y la iluminación contribuyen a la ambientación general de la tragedia.  La acción se ubica en varios espacios, rompiendo la unidad formal del escenario, y dando cuenta de la inmensidad de la propiedad de los excéntricos.

Por último cabe señalar que esta obra fue llevada al cine en 1993 –“The Music of Chance” (1993) Dir. Philip Hass y guión del propio Paul Auster y Philip y Belinda Hass– y un elenco en el que sobresalían dos notables actores de carácter: M. Emmet Walsh como Calvin Murks y Charles Durning como Bill Flower.



Esta puesta es reposición de la estrenada, originalmente, en Samsung Studio, en el año 2013.


Gabriela Izcovich es directora, actriz y dramaturga. Cabe destacar también su labor de adaptadora teatral de importantes novelas como Intimidad de Hanif Kureishi, El último encuentro de Sándor Márai, Terapia de David Lodge, La Venda de Siri Hustdvedt, Nocturno Hindú de Antonio Tabucchi, Aráoz y la verdad de Eduardo Sacheri, Más liviano que el aire de Federico Jeanmaire y recientemente La Música del Azar, de Paul Auster. Autora original de las obras teatrales: Todos Hablan, Por favor sentate, Sin voz,  Cosas que pasan y Bocas de Registro. Todas estas piezas han sido dirigidas, como en algunos casos también interpretadas actoralmente por ella. Ha participado en Festivales internacionales como el Festival de Otoño de Madrid, Festival Grec de la ciudad de Barcelona, Festival de Manizales,  Festival de Colombia y Festival Internacional de Buenos Aires. 


Sus espectáculos han realizado temporadas en el Teatro Lluire y en la Sala Beckett de Barcelona en reiteradas oportunidades, en el Teatro Villaroel de Barcelona, como así también en el Teatro Studio de la ciudad de Florencia, Italia.
Co-dirigió junto a Javier Daulte  e interpretó las piezas del autor: Faros de Color, y Fuera de Cuadro.
Pedagoga y fundadora de la escuela de teatro Konstantín donde dicta sus cursos. Y anualmente dicta sus seminarios en España como así también en el interior del país.
Dentro de sus trabajos como actriz se destaca su participación en la película Tiempo de Valientes de Damián Szifrón y en la obra Miami de Cynthia Edul.



Ficha Técnica:
Adaptación teatral y dirección: Gabriela Izcovich
Actores: Alfredo Martín, Gerardo Maleh, Alejandro Vizzotti, Carlos Ponte, Agustín Pruzzo

Música original: Lucas Fridman
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Asistencia de iluminación: Mariano Dobrysz
Asistente de dirección, productor ejecutivo y fotos: Marco Riccobene

Teatro La Carbonera: Balcarce 998, Capital Federal
Localidades: $ 90 - Reservas: 011 4362-2651
Notas y acreditaciones: Andrea Feiguin
1150621635


miércoles, 16 de abril de 2014

Cuentos que suenan, un espectáculo de narración musical

Escribe:
Alvarez Castillo 


Se puede ver en el Teatro del Pasillo esta obra para los más pequeños, que goza de buena factura general, con una escenografía sencilla, al tiempo que dirigida al corazón de los niños.









La obra se basa en la conducción principal de Fernanda Gómez, como relatora, y las intervenciones musicales y humorísticas de Erika Brandauer. Un buen dúo artístico. Dos cuentos de creación propia sirven de excusa para la imaginación.

Destacamos la calidad de la sala, desde los elementos técnicos, la iluminación y el sonido, que, justamente, colaboran favorablemente en “Cuentos que suenan”. El mes anterior habíamos presenciado “Un cuento de lágrimas en Portugal” (1), en la planta baja, ámbito adaptado correctamente para ese espectáculo; pero el teatro del primer piso, por cierto, es un “chiche”.

(1) http://arteenbaires.blogspot.com.ar/2014/03/un-cuento-de-lagrimas-en-portugal.html


Sinopsis y datos generales:

Cada historia tiene su música, cada imagen su sonido, cada personaje su instrumento. Cuentos que Suenan es un juego con la musicalidad de las palabras, una invitación a chapotear entre corcheas, a regalar susurros de arco iris, navegar sobre el arco de un violín, a escuchar el silencio que se acurruca detrás de las palabras.

FERNANDA GOMEZ, directora, narradora y actriz.
Sus primeros pasos en la narración fueron de la mano de Ana María Bovo. Junto a Enrique Dumont codirijio y actuó en el teatro Nacional Cervantes por años. Entre otros trabajó con Héctor Presa, Carlos March, Alejandro Dolina.

ERIKA BRANDAUER, música y actriz.
Estudió el Profesorado de Flauta Traversa. Conservatorio de Música de Bahía Blanca

Saxo, Luthería: Muxxica. Musicalizó y realizó la escenografría en diversos espectáculos.

Ficha técnica:


Actúan: Fernanda Gomez y Erika Brandauer
Dirección: Fernanda Gomez
Funciones: Sábados 17 horas
Teatro Del Pasillo: Colombres 35  - Almagro
Reservas: 49815167 - Valor de la entrada: $50.-
Para niños de 1 a 100 años

Música: Erika Brandauer
Vestuario: Buena Jarana
Iluminanción: Mariano Pozzi
Diseño gráfico: Gabriela Ramos


Albacea, nuevo libro de Pancho Muñoz

Después de cuatro años, desde la salida de "20 Poemas Japoneses y Equitación Peronista", Pancho Muñoz nos entrega "Albacea", un conjunto de poesías plenas de un lirismo muy nuestro, un lirismo porteño que interpela lo social, a la par de lo existencial. 









La presentación de la obra se dio en el Centro Cultural Caras y Caretas, de la calle Venezuela, en nuestra ciudad de Buenos Aires. Asistieron numerosos intelectuales, gente de los medios, familiares y amigos del poeta, reconocido periodista y hombre de radio.


Inició el acto la editora de milena caserola, Patricia González López, dando la palabra a la actriz Silvina Sosto, quien leyó con emoción y calidad poemas del libro. Continuó, entre anécdotas y juicios sobre la poética de Muñoz, el también poeta: Rodolfo Edwards. Daniel Ripoll -a esta altura de la historia, el legendario creado de "Pelo"- hizo alusión, por encima de la poesía, al poeta. Luego, Pancho Muñoz,  cerró el acto expresando su alegría, con palabras sencillas, entre aplausos y el cariño compartido.



Les dejamos un poema de "Albacea":

Civilización y Barbarie

Dichas las excepciones, agarresé
que ahora viene la regla, y dijo entonces
que los animales nos seducen solamente cuando niños
y en los últimos años de la vida, y también dijo

que en el entretanto
los animales dejan de seducirnos
porque en verdad jamás seduce lo que somos.

Ahora vaya y póngale música.