Alejandro
Miroli
Es difícil definir qué es un
bodrio. Una posible definición es la ostensiva i.e. decir “Esto (e intercalar
el nombre propio o expresión nominal) es un bodrio”. Pues en ese sentido Mecánica Popular es un bodrio. Pero el
lector se sentirá defraudado, porque esto es decir poco, si es que es algo. La
película es una realización problemática: un abuso de primeros planos, y de
gritos a troche y moche. Sumado esto a diálogos inverosímiles, donde se hace alusión
a la naturaleza de todas las cosas y de todos los saberes y de todas las
miserias –con el necesario e inevitable protagonismo lateral del Proceso, que se ha hecho cita obligada
de las peores muestras del arte argentino.
Si esto fuera poco, el discurso intelectualoide sufre el aporte
de la ilustración escenográfica que le dan las enormes fotos de Lacan, Hegel,
Freud y Schopenhauer, entre otros, a la par de los lugares comunes del mundo
universitario o del mundo psi. Todos, no falta ninguno.
El libretista-director acude a pseudo-afirmaciones
tautológicas, que como tales no dicen nada pero que suenan a verdades reveladas.
Y crea personajes que no se sostienen en
sí mismos. Mario Zavadinker (Alejandro Awada), el editor empresario –o sea el dueño
material de la empresa (porque editor puede significar el que produce un texto
para su edición, como representa el personaje que desempeña Diego Peretti),
naufraga en sus contradicciones existenciales. Da la impresión de que Agresti no
debe tener mucha idea de lo que es el mundo editorial. Zavandiker no representa
ni por asomo a los dueños de editoriales nacionales –y menos a los gerentes de
las multinacionales.
El público manifestó sabiduría y
huyo masivamente (Sala Goumont, martes 03/05/16). Uno de ellos, al pasar
delante de mí, y como disculpa por molestarme en medio de la proyección, me
dice “Me da mucha vergüenza por él, mucha” señalando la pantalla donde había un
primerísimo plano de Alejandro Awada.
En la película dos papanatas
–Zavadinker y la novelista que le exige la edición de una novela o se suicida-
juguetean con eso, como actuándolo. Pues parece que el guionista además de
desconocer el mundo editorial desconoce la facticidad del suicida. Y es
lamentable, porque Agresti ha hecho mejores cosas, mucho mejores. Pero bueno,
la tentación de lo absoluto puede quemar al más avispado.
Una tercera contradicción: Un
personaje central en la historia es el portero Gómez (Patricio Contreras), cuya
muerte por electrocutación desata al final la decisión de Zavadinker de editar
la novela, y quien aparece como un interesado en cuestiones mecánicas y
científico prácticas –de hecho la película toma su nombre de la revista de
divulgación “Mecánica Popular” de la cual Gómez tiene una colección. Por esto
Gómez se presenta como una persona con cierto oficio en cuestiones prácticas,
entre ellas el manejo básico de la electricidad. Pero al momento de intentar
arreglar un embrollo de cables, no es capaz siquiera de cortar la corriente
eléctrica, lo que lo lleva a quedar electrocutado como el peor aficionado que
seamos capaces de imaginar. ¿Es posible idear a un ser tan ingenuo, de más de
sesenta años, lector de revistas de divulgación científica y de oficios? El
guión de Agresti hace agua hasta en el desierto.
“Mecánica Popular” (Alejandro
Agresti, Argentina, 2015, color, 90 m) Guión original: Alejandro Agresti
Elenco: Alejandro Awada, Diego Peretti, Romina Rucci, Patricio Contreras, Marina
Glezer
Trailer;
https://www.youtube.com/watch?v=fTeEwBDGLHs
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