domingo, 29 de mayo de 2016

Fracaso y bodrio intelectual y artístico en la última película de Agresti

Escribe:
Alejandro Miroli




Es difícil definir qué es un bodrio. Una posible definición es la ostensiva i.e. decir “Esto (e intercalar el nombre propio o expresión nominal) es un bodrio”. Pues en ese sentido Mecánica Popular es un bodrio. Pero el lector se sentirá defraudado, porque esto es decir poco, si es que es algo. La película es una realización problemática: un abuso de primeros planos, y de gritos a troche y moche. Sumado esto a diálogos inverosímiles, donde se hace alusión a la naturaleza de todas las cosas y de todos los saberes y de todas las miserias –con el necesario e inevitable protagonismo lateral del Proceso, que se ha hecho cita obligada de las peores muestras del arte argentino.

Si esto fuera poco,  el discurso intelectualoide sufre el aporte de la ilustración escenográfica que le dan las enormes fotos de Lacan, Hegel, Freud y Schopenhauer, entre otros, a la par de los lugares comunes del mundo universitario o del mundo psi. Todos, no falta ninguno.


El libretista-director acude a pseudo-afirmaciones tautológicas, que como tales no dicen nada pero que suenan a verdades reveladas. Y  crea personajes que no se sostienen en sí mismos. Mario Zavadinker (Alejandro Awada), el editor empresario –o sea el dueño material de la empresa (porque editor puede significar el que produce un texto para su edición, como representa el personaje que desempeña Diego Peretti), naufraga en sus contradicciones existenciales. Da la impresión de que Agresti no debe tener mucha idea de lo que es el mundo editorial. Zavandiker no representa ni por asomo a los dueños de editoriales nacionales –y menos a los gerentes de las multinacionales.  



El público manifestó sabiduría y huyo masivamente (Sala Goumont, martes 03/05/16). Uno de ellos, al pasar delante de mí, y como disculpa por molestarme en medio de la proyección, me dice “Me da mucha vergüenza por él, mucha” señalando la pantalla donde había un primerísimo plano de Alejandro Awada.


En la película dos papanatas –Zavadinker y la novelista que le exige la edición de una novela o se suicida- juguetean con eso, como actuándolo. Pues parece que el guionista además de desconocer el mundo editorial desconoce la facticidad del suicida. Y es lamentable, porque Agresti ha hecho mejores cosas, mucho mejores. Pero bueno, la tentación de lo absoluto puede quemar al más avispado.


Una tercera contradicción: Un personaje central en la historia es el portero Gómez (Patricio Contreras), cuya muerte por electrocutación desata al final la decisión de Zavadinker de editar la novela, y quien aparece como un interesado en cuestiones mecánicas y científico prácticas –de hecho la película toma su nombre de la revista de divulgación “Mecánica Popular” de la cual Gómez tiene una colección. Por esto Gómez se presenta como una persona con cierto oficio en cuestiones prácticas, entre ellas el manejo básico de la electricidad. Pero al momento de intentar arreglar un embrollo de cables, no es capaz siquiera de cortar la corriente eléctrica, lo que lo lleva a quedar electrocutado como el peor aficionado que seamos capaces de imaginar. ¿Es posible idear a un ser tan ingenuo, de más de sesenta años, lector de revistas de divulgación científica y de oficios? El guión de Agresti hace agua hasta en el desierto.



“Mecánica Popular” (Alejandro Agresti, Argentina, 2015, color, 90 m) Guión original: Alejandro Agresti Elenco: Alejandro Awada, Diego Peretti, Romina Rucci, Patricio Contreras, Marina Glezer


Trailer; https://www.youtube.com/watch?v=fTeEwBDGLHs

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