viernes, 4 de noviembre de 2016

Una visita al mundo de Anaïs Nin

Anaïs Nin vista por Eloísa Tarruella 







Escribe:
Alvarez Castillo



Esta obra teatral que lleva varios meses en cartel ha tomado, por decisión de su autora y directora: Eloísa Tarruella, los riesgos naturales que surgen de inspirarse en personajes históricos de difundida fama y prestigio.


Este dato no es menor, teniendo en el medio al revulsivo Henry Miller y a Anaïs Nin, nuestra protagonista, y la que fue su mujer: June Mansfield. Tal gesto inicial hace que no vayamos al teatro como meros espectadores. Si algo hemos leído anteriormente sobre ellos, nuestra expectativa es alta. Buena parte del argumento ya lo sabemos. Queda poco margen para la sorpresa. Lo esencial debe estar en cómo se presenta la historia, las idas y venidas, las actuaciones, los diálogos. En definitiva, el teatro debe hacerse cargo a su modo y como puede de la historia.

Y nos encontramos ante una Anaïs sumida en un halo de timidez, al tiempo que solicitante. June es avasallante, de una sensualidad y desnudez vital que sobrecogen. Miller es el escritor en la furia de su creación. Un novelista en cada rasgo. Su obra en gestación siempre es la mayor fuente de perturbación en esos días. En el trío se conjugan inteligencia, talento, belleza, deseo y pasión.


Anaïs recorre distintos etapas que atravesaron estas relaciones cruzadas, para esto se hizo necesario recurrir a una sucesión de cuadros y escenas, tener la sabiduría de hacer los cortes y ensamblar ese rompecabezas que generó el discurso teatral. Allí observamos buen uso del espacio escénico y un lenguaje fílmico velado que subyace en la estructura general de la obra. Y nos recuerda, desde cierta articulación, el texto teatral: África, la muñeca de Felisberto Hernández de Roberto Echavarren.

De las obras de Eloísa Tarruella esta es la más cercana a una transgresión de la sensibilidad burguesa. La creación y la atracción hacia el otro son motores constantes. La vitalidad, la pasión, son lo que ejerce el dominio. Por momentos, violenta y seductora, June nos dice que nacemos presos y vamos a morir presos.

El amor es el límite en el que habitan los tres y no el ingrediente esencial, como en las obras anteriores que hemos comentado de esta joven artista y pueden rastrearse en el archivo de este blog. En un breve diálogo de la película Ninfomaníaca de Lars von Trier, uno de los personajes femeninos declara: “–¿Crees saber todo sobre el sexo? (pausa) El ingrediente secreto del sexo es el amor.”


Sólo agregamos que el papel de Hugo, el marido de Anaïs, no tiene vida propia; reacciona siempre en consecuencia de. No alcanza a constituirse como personaje. Por cierto, el Hugh Guiler real, el marido de Anaïs, era un ser ajeno a este trío. Sus intereses y deseos estaban en otra parte.

La existencia y las pasiones de estos seres atravesaron el siglo XX y, por alguna necesidad de nuestra época o de nosotros, trascienden esos años y se instalan entre nosotros. Decisiones que ellos tomaron en forma consciente o sólo llevados por el deseo, el instinto, o alguna vaga noción de libertad, han ido forjando nuestro mundo, esta versión siglo XXI que hoy tenemos de la sociedad occidental. Actualmente no sólo es habitual observar conductas que relatan sus textos o sospecharlas en cualquier ambiente, sino que cualquier paparazzi día a día nos intenta atraer con andanzas de deportistas o de modelos que uno puede llegar a creer que tienen algún parentesco con las relaciones que mantuvieron Anaïs, Henry y June . Pero sólo son anzuelos para llamar la atención, a diferencia de esos encuentros de la París de entreguerras, cuando en el mundo parecía que algo más profundo se estaba gestándose.


En los hechos que recrea la obra de Eloísa Tarruella se tiene la sensación de que lo que está en juego no es otra cosa que la vida.

Saludamos las actuaciones, el vestuario, así como la música original y la escenografía.



Sobre Anaïs Nin, un texto de Enrique Sánchez Hernani, tomado de El Dominical:

"Desde ese primer encuentro no habrían de separarse más, espiritualmente al menos, aunque sus amigos no les auguraron una amistad trascendente. Anaïs, a pesar de su vocación por sofocarse de sensualidad, en el fondo era una "niña-mujer" de vagos modales aristocráticos, que requería siempre tener a su lado a su marido, Hugh Guiler, un banquero próspero y sobreprotector, y tenía una verdadera debilidad por rodearse de un entorno armonioso, amigos elegantes, objetos caros, al punto de que con facilidad se le podía atribuir la superficialidad. Miller, en cambio, era un gánster calvo, cuarentón, con aspecto de sepulturero y una sonrisa crápula que usaba para sobrevivir en la asquerosidad de los barrios miserables donde se veía obligado a vivir. Sin embargo, por insistencia del espíritu libertino de Anaïs y la tenue perversidad de Henry, se convirtieron en amantes."



Sinopsis de Prensa:

Anaïs Nin escribe su diario personal en París de los años ’30. Diario que inició de niña, después del abandono de su padre. Casada con Hugo, financista, conoce a Henry Miller y se desata una pasión que desborda el mundo ordinario. “Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres, una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando, y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario…”. Anaïs, escritora, amante…; una mujer sensual, erótica, capaz de hurgar en su deseo y explorar el cuerpo de su historia y la historia de su cuerpo, siempre en libertad, y así desafiar el fragmento de tiempo de aquellos años de sol y de niebla.


Ficha técnico-artística




TEATRO PAN Y ARTE
Boedo 876 
(mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4957-6922

Web: 
http://www.panyarte.com.ar
Entrada: $ 150,00 - Sábado - 20:00 hs.
Del 12/11/2016 al 19/11/2016