de Eugène Ionesco
en puesta
de Braian Alonso
Escribe: Alejandro Miroli
En 1950, Eugène
Ionesco (1909-1994) estrena La
cantante calva, que tiene un suceso moderado y que según narra Jacques Lemarchand (1) -quien presenció
el estreno- provocaba en los espectadores la pregunta “Pero, en fin, ¿por qué La cantante calva? Me parece, amiga mía, que no ha
aparecido en escena cantante alguna. Por lo menos yo no la he visto.”
En esa época el autor trató a los últimos surrealistas
–Breton, Buñuel, Adamov– y a quienes
aparecieron como sucesores: los patafísicos –Boris Vian, Raymond Queneau, Jacques Prevert, Marcel Duchamp y Michel
Leiris–. Todo un clima en el cual el
realismo –en su forma más laxa, la idea de arte como representación o copia, no
contaminada por intenciones o deseos del autor– era arrojado al tacho de los prejuicios,
al interponer entre “la realidad” y
el producto artístico la ironía, el humor y un escepticismo vital. De aquí que
el título no enuncie nada, no describa nada, no anticipe nada y que la obra
tanto se podría llamar La Cantante calva
como Ensalada de pato o lo que sea.
La cantante calva puede entenderse de dos maneras
distintas: como una sucesión de eventos sin ilación ninguna, o como una
secuencia de eventos que tiene una ilación oculta, que hay que interpretar. Y
en ese sentido, la obra –como pocas– lleva su propia teoría adentro. En efecto,
una lectura de la obra es una reflexión dramática sobre la causalidad que
plantean preguntas que han inquietado a filósofos:
(i) ¿Hasta qué punto se puede mantener el rechazo a la
aceptación de la concurrencia mutua de dos secuencias de eventos como lo hacen
el sr. y la sra. Martin al descubrir que ellos eran un matrimonio, al
asombrarse con aquello que cualquier persona ya habría aceptado, y proclamar: ¡Qué coincidencia, Dios mío, qué
coincidencia!, o ¡Es extraño, curioso, extraño!, al
descubrir que viven en la misma casa, que duermen en la misma habitación y
duermen en la misma cama.
(ii) ¿Cuál es el número de casos neutrales que permite
justificar la inducción?
SRA. SMITH: – La primera vez no
había nadie. La segunda vez, tampoco. ¿Por qué crees que habrá alguien ahora?
SR. MARTIN: – ¡Porque han llamado!
SRA. MARTIN – Ésa no es una razón.
SR. MARTIN: – ¿Cómo? Cuando se oye
llamar a la puerta es porque hay alguien en la puerta que llama para que le
abran la puerta.
SRA. MARTIN: – No siempre. ¡Lo
acaban de ver ustedes!
Tres casos imposibles en
que nada provoca que el timbre funcione, permiten sostener que “Cuando el timbre suena, nadie llama nunca”,
y nada cuenta ni el cuarto ni el quinto.
Este problema –el problema de la lógica inductiva– se convirtió en uno de los
ámbitos más discutidos en la lógica y la teoría estadística.
(iii) ¿Cómo afectan los
contextos informales a la información?
SR. SMITH: – Bobby y Bobby, como sus
padres. El tío de Bobby Watson, el viejo Bobby Watson, es rico y quiere al
muchacho. Muy bien podría encargarse de
la educación de Bobby.
SRA. SMITH:– Sería natural. Y la tía
de Bobby Watson, la vieja Bobby Watson, podría muy bien, a su vez, encargarse
de la educación de Bobby Watson, la hija de Bobby Watson. Así la mamá de Bobby
Watson, Bobby, podría volver a casarse. ¿Tiene a alguien en vista?
Al decir Bobby Watson no
designamos nada, o mejor dicho lo que designe nuestra comprensión Bobby Watson
depende de las frases modificadoras v.g. el tío, la hija de…, et cetera. E incluso en ese caso sólo
una reconstrucción precisa de todos los enlaces familiares pudiera determinar
cada uno del Bobby Watson. Pero esto contraviene la idea de un nombre como un designador
rígido libre de contexto.
Pero el espectador está
lejos de estas claves, él o ella presencia una secuencia de eventos, lo que
sucede les hace esperar que lo que suceda a cierto evento sea otro evento, más
o menos esperable. Pero lo que aparece no es lo esperado, o no es nada que
tenga que ver con nada.
En su obra Víctimas del deber, Ionesco expone una
reflexión sobre el teatro, en boca del personaje Choubert:
“Tienes razón. Todas las obras teatrales
que se han escrito, desde la Antigüedad hasta nuestros días, sólo han sido
policiales. El teatro nunca ha sido sino realista y policial. Toda obra teatral
es una pesquisa llevada a buen término. Hay un enigma que se nos revela en la
última escena. Y algunas veces antes. Se busca y se encuentra. Sería mejor
revelarlo todo desde el comienzo… En realidad, el teatro nunca ha evolucionado…
Como ves, se trata de teatro enigmático y el enigma es policial. Siempre ha
sido así”.
Podemos aplicar la clave de
interpretación que provee Ionesco en su propia obra; allí el enigma no es el
siguiente evento ni un evento anterior oculto –el que le daría su carácter
policial– sino la propia secuencia de eventos, o sea en términos vulgares lo
que se pone en duda no es lo que vaya a pasar, sino todo lo que pasa.
En ese sentido, la obra y
en general todo el proyecto de un teatro del absurdo, es parasitario del
realismo: no lo evaluamos por lo que pasa –que como queda visto en la obra,
puede que sea inaccesible– sino por el contraste con aquellas historias en las
que pasan cosas. Ello nos provee una clave de interpretación: ¿Qué fragmento de
la vida es la que se desarma y se volatiliza en esta obra? Tal vez la vida
hogareña, las reuniones sociales convencionales, las maneras de mesa, los ritos
cotidianos, el hablar de casi nada –y los periódicos como motivador extremo de
dichas maneras de hablar– y los oficios.
La puesta que dirige Braian Alonso, acierta con el vestuario
y la escenografía, también con las parejas principales: las familias Smith y
Martin. La marcación exagerada de los actores no resta en el ámbito hogareño de
disparate y desconexión.
Se trata de un clásico
contemporáneo y como tal tiene un cierto rol didáctico, de esas obras que toda
la gente de teatro debe ver, en la medida que Eugène Ionesco es uno de los autores más visitados del teatro
contemporáneo. Al tiempo que una obra escrita en la inmediata post-guerra
europea, la guerra total y el exterminio humano en sus formas más técnicas, en
plena caída del imperio colonial francés. Así debe ser entendida, un clásico
que expone la consciencia de un tiempo que estaba diezmado.
Una observación lexical: la
puesta sigue la traducción editada por Editorial Losada, y comienza el primer
parlamento con la declaración de la sra. Smith “Hemos comido patatas con tocino”. A veces una adaptación a la
variedad local del castellano no es mal venida, allí sería “Hemos comido papas con panceta”. Hay otros casos, registramos éste
como ejemplo.
(1) Prólogo en Eugène Ionesco,
Obras, Buenos Aires, Editorial Losada, 1964.
Sinopsis de Prensa:
Un día como todos,
donde el tiempo transcurre como de costumbre, ellos ahí, como siempre haciendo
las mismas cosas, viviendo los mismos días, vacíos, superficiales y sin vida
interior, avasallados por la modernidad y la tecnología. Pero algo cambió, varios
encuentros de vida, experiencias y amor darán a luz a un sistema de control, a
un mundo donde todo está armado, donde nada hay que pensar, donde lo importante
no es importante, donde sus sueños y sentidos están apagados.
Lo absurdo dará
sentido y veremos lo absurdo de nuestro mundo.
Ficha técnico-artística:
Web: http://www.facebook.com/lacantantecalva2014
Duración:
80 minutos
TEATRO EL PICCOLINO
Fitz Roy 2056 (mapa)
Capital Federal - Argentina
Teléfonos: 4779-0353
Web: http://www.elpiccolino.com.ar
Entrada: $ 100,00 - Viernes - 23:20 hs
Fitz Roy 2056 (mapa)
Capital Federal - Argentina
Teléfonos: 4779-0353
Web: http://www.elpiccolino.com.ar
Entrada: $ 100,00 - Viernes - 23:20 hs
Hasta el 12/12/2014
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