domingo, 19 de abril de 2015

Fábrica de chicas, una obra de Osvaldo Peluffo

Escribe: Alejandro Miroli 



Estrenada en el 2013 y repuesta en el 2015, en otra sala y con cambio de elenco –Anabel Ferreyra reemplaza a María de la Paz Perez en el papel de Esther– Fábrica de Chicas es una obra sobre la condición femenina: en las relaciones laborales –con la presencia ausente de un personaje que sólo es mentado en las conversaciones con su amante, y que por ello logra convocar la envidia de las mujeres presentes–, en las relaciones de subordinación y compañerismo –cuando Esther es la jefa de Alma y al mismo tiempo oficia de confesora y consejera– y sobre las relaciones familiares cruzadas por la violencia de género en el caso de Alma y el destino de mujer infértil en el caso de Esther.


Ello permite contextualizar la información que aparece en las gacetillas y en la comunicación que ofrece la compañía que monta Fábrica de Chicas, que la presenta como una obra sobre la violencia de género. No, la violencia de género está, pero también la violencia laboral, también la violencia de la represión sexual, también la violencia del poder, también la autoridad –una cámara que observa como el Gran Hermano orwelliano y que impone el punto de mirada masculino, un punto jerárquico, que deja fluir la conversación hueca o la competencia minúscula, mientras se cumplan los objetivos. Y la violencia de género –los golpes y abusos que sufre Alma y que sistemáticamente niega, dando una versión que exculpa sistemáticamente a su marido– que es emergente de las condiciones personales de los personajes: es la capacidad de negación, es la rutina de la maternidad impuesta –cuando Alma se embaraza de su marido sin decirle y fantasea con que él necesita un hijo que sería la prenda de pacificación de su carácter violento.


Ambas actrices desarrollan una actuación atrapante: los cambios de ánimo, la tensión contenida ante la eterna cámara vigilante, la tensión y celos que fluyen de Esther hacia Alma, las escenas en las que una trincheta –una herramienta de trabajo en una sección de embalaje– se convierte en un instrumento que contiene la tensión, cuando cada una de ellas lo toma con fuerza, la desplaza y la mira.


La puesta material está correcta, las actrices tienen sus uniformes de empleadas de embalaje, los embases que montan permiten ver el trabajo material en acto, la iluminación y el mobiliario mínimo acompañan la ambientación laboral.

El texto, en cambio parece recostarse sobre figuras tópicas: la mujer negadora, la envida del embarazo. Especialmente el caso de Alma parece el más predecible, tal vez fijado en alguna visión de la perspectiva de una mujer en tiempos en los que ni la psicología ni el derecho ni la legislación recogían la demanda de contención y castigo a esa fenomenología del dolor. Por lo contrario, en las violencias laterales, en aquellas formas que concurren en personajes dolientes, incapaces de salir de sus rutinas alienadas es donde la obra tiene sus mejores logros.



Un comentario final sobre la sala; esta sala está montada en un subsuelo al que se accede por una escalera metálica, pero las butacas están todas al piso, sillas alineadas unas tras otras, con la incomodidad de los ángulos cegados por los espectadores que se sientan en las primeras filas. El teatro puede ser un esfuerzo de pura voluntad, pero para sacarlo del amateurismo es necesario cierto enfoque profesional: una sala de teatro sin gradas no se diferencia de una estudiantina en un living casero. Es imperioso agotar la imaginación y creación para darle cierta distribución espacial a las butacas, y que éstas sean lo más cómodas posibles y que retengan al espectador.



Gacetilla de Prensa:

Fábrica de Chicas aborda la temática de la violencia de género. Mujeres expuestas, sometidas, juzgadas y controladas que nos muestran, con su cuerpo, su propia historia. Un espectáculo que se propone reflexionar en torno a la histórica cultura machista y sus consecuencias, tanto a nivel subjetivo como social.
Sinopsis // Alma y Esther, son dos empleadas de una fábrica que día tras día, trabajan juntas en un espacio cerrado, ambas arman, empaquetan y atan cajas de cartón. Dos mujeres enfrentadas a lo más profundo de su deseo; esclavas de sus propias pasiones. Dos hombres que marcan sus vidas, dejando en sus cuerpos huellas indelebles.
"Tuve la fortuna de ser criado por una abuela campesina quien caló muy hondo en mí. Desde chico tuve una mirada aguda sobre la temática. Escribir esta obra fue, para mí, un fluir de conciencia. Una catarsis en todo su esplendor. Producir desde las entrañas. Además, me he dado el lujo de dirigirla, que es otro universo. Y lo más importante: no podría haber realizado este ritual de reflexión y denuncia sin el compromiso y talento de Anabel Ferreyra y Verónika Ayanz Peluffo, dos actrices que despliegan con su cuerpo sensible la ceremonia secreta que implica Fabrica de Chicas", Osvaldo Peluffo.

Ficha técnico artística:


TEATRO EL DAMERO
Dean Funes 506 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 2060 - 2278
Entrada: $ 120,00 - Sábado - 21:00 hs 



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