Escriben:
Alejandro Miroli
y Alvarez Castillo
Un agente funerario
se encuentra ante el cadáver de un gran actor, fallecido antes de una función.
Debe preparar el cuerpo, y esta intervención en un personaje de fama dispara en
el agente funerario una serie de diálogos sordos con el cuerpo; todo en una cámara
morturia en la antesala de la sala de velatorios. La obra juega con el equívoco
del diálogo entre un vivo gris y un muerto célebre, y un tercer personaje que, sólo
opera por teléfono aparece cada tanto como una presencia que dispara distintos
razonamientos en el protagonista.
La obra supone
un humor macabro, pero dista de lograrlo, y no se la puede interpretar como una
obra de humor negro, ya que tanto los diálogos sordos como los diálogos que el
agente funerario entabla por teléfono son fallidos. Los primeros porque no superan
lo convencional y esperable, el chiste básico sobre la fama quebrada y demás,
los segundos porque la obra fracasa en el manejo de los silencios. Siendo el
diálogo telefónico uno de los recursos que más se prestan a la exploración del
silencio y de la dimensión actitudinal del actor, que no se da y en este caso
se hace desear. Una historia lateral -la crónica de la huida del agente funerario
desde la España franquista- no agrega nada a la trama previa. Es interesante
señalar que el tema de un agente mortuario -poco explorado por las artes- ha
dado lugar a una interesante película The
Mortician (Gareth Maxwell Roberts, 2011).
Agregamos el
film After Life, de una originalidad mayor, con excelentes actuaciones de Leem
Neesom y Christina Ricci, con el siguiente argumento: “Después de sufrir un terrible
accidente de tráfico, Anna (Christina Ricci) se despierta
sobre la mesa de trabajo de una funeraria. Eliot Deacon, el director de dicha
funeraria (Liam Neeson) le dice que no
está viva, sino que se encuentra en la transición entre la vida y el más allá y
que él puede hablar con ella porque tiene la capacidad de comunicarse con los
muertos, así que él es el único que puede ofrecerle ayuda. Paul (Justin Long), el novio de
Anna, siente que algo no va bien lo cual hace que sus cercanos lo traten de
loco.
La
escenografía austera da, vagamente, la idea de una cámara mortuoria; la luz
acompaña esto.
Datos de Prensa:
Atilio es un viejo
maquillador de cadáveres español.
Expulsado de su país por haber exhibido el cuerpo de un soldado del ejército fascista como payaso en su velatorio, vino a parar por casualidad a la Argentina.
Aquí trabaja en el sótano de una funeraria y desarrolla su oficio como un verdadero artista.
Expulsado de su país por haber exhibido el cuerpo de un soldado del ejército fascista como payaso en su velatorio, vino a parar por casualidad a la Argentina.
Aquí trabaja en el sótano de una funeraria y desarrolla su oficio como un verdadero artista.
Con todos los que han pasado por sus manos, se reirán de lo feo que son los
otros.
Ficha técnico artística
FANDANGO
TEATRO
Luis Viale 108 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Entrada: $ 120,00 - Sábado - 21:00 hs
Luis Viale 108 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Entrada: $ 120,00 - Sábado - 21:00 hs
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