en
el Salón Dorado
del
Teatro del Globo
Escribe:
Héctor
Alvarez Castillo
Buenos Aires ofrece
momentos de magia al alcance de la mano. Esos momentos están diseminados entre
sus días y, en lo que hace a encuentros artísticos, en especial en sus noches.
Gracias a una
invitación asistimos al lanzamiento del trabajo discográfico de Javier Weintraud llamado Furias que reúne las Seis Sonatas para
violín de Eugène Ysaÿe. Y desde el
instante en que comenzó la ejecución, en el Salón Dorado del Teatro
El Globo, los que estábamos presentes fuimos testigos de una reunión en
la que la música, en partitura e interpretación, se exhibió en su excelsa
dimensión.
El disco Furias, que acaba de sacar al mercado el
sello Acqua Records, en una trabajo que
los que aman el repertorio clásico y aún más las obras para violín recibirán
con satisfacción y alegría.
Nadie mejor que este
talentoso intérprete y compositor argentino, Javier Weintraub, para hablarnos de Furias:
ARTE
EN BAIRES: –Hola Javier, nos interesa saber –dentro de tu
formación como músico y violinista– cómo llegaste a las obras de Eugène Ysayë –el llamado Zar del
violín, por Nathan Milstein– y
elegiste grabar una obra de alta dificultad como son las seis sonatas que
integran Furias.
JAVIER WEINTRAUB: –Las Sonatas de Ysayë son piezas emblemáticas del
repertorio violinístico. Cerca de mis veinte años, Rafael Gintoli, mi maestro en esa época, me sugirió preparar para
un concurso la Sonata número 3 de Ysayë, y ahí fue mi primer contacto con
esa música. Cuando escuché la grabación quedé perplejo por el nivel de
complejidad de la obra, pero mucho menos que asustarme, eso me sirvió para
tomar coraje y encararla. Y me encontré con una pieza de una riqueza musical
extraordinaria y, al mismo tiempo, escrita desde un lugar muy cómodo para el
violinista. Son de alta dificultad, es cierto, pero están tan bien escritas que
con paciencia se termina abarcando esa complejidad que, por cierto, está al
servicio de la música.
A partir de allí, la idea de grabar esa música se hizo persistente, y a principios del 2016 entendí que era momento de encarar el proyecto. Apenas se lo comenté a Diego Zapico, director del sello Acqua Records, entendió que era una buena idea, pues no existía versión latinoamericana de estas obras, y allí me puse a trabajar en el disco.
AeB:
–Tu
carrera como instrumentista va de obras como Furias al tango o al folklore. ¿Te sentís cómodo en todos los
géneros, o existe alguna necesidad expresiva que te haga ir de uno al otro?
JW: –Se fue dando, no lo busqué en
realidad. Pero lo cierto es que me siento cómodo en todos los estilos. He
tocado los conciertos de Tchaykovsky
o Mendelshon, y he girado dos años
con Charly García. ¡Y más o menos
por las mismas épocas!
La música tiene un lenguaje que une, y es ahí donde me ubico para
tocar el violín, entre estilo y estilo. Encuentro entre el tango y la música
antigua, enormes coincidencias por ejemplo, y llega un momento en el que se me
une toda la música y me cuesta separar. Por supuesto que trato de respetar
cierta cuestión estilística, pero que está marcada básicamente por lo que dice
la partitura y la música. Si uno se sintoniza con la música, todo se une y sale
bien.
AeB:
– Sabemos que próximamente –además de
una importante gira al Japón–tenés otro trabajo discográfico para comienzos del
año 2018. ¿Podés hablarnos sobre él?
El otro proyecto es más ambicioso, y es la grabación de la Fantasía sobre Cinco Caprichos Tangueros que escribió Pablo Motta, inspirados en cinco arreglos míos para violín solo. Es un proyecto basado en un libro que me editó Melos a principios del 2017, que se llama Estudios y Caprichos Tangueros, y que consta de 12 estudios y 12 Caprichos para violín solo basados en tangos tradicionales. Pablo Motta orquestó cinco de esos estudios y armó una Fantasía para violín y orquesta, que vamos a grabar a fines del 2018 para ser editado principio del 2019.
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