sábado, 19 de mayo de 2012

Todos saben que esto es ninguna parte


Obra y dirección de Leonardo Azamor


Escribe:
Héctor Alvarez Castillo


 
Intriga la propuesta de una comedia sobrenatural, como se define desde la propaganda “Todos saben que esto es ninguna parte”. Se sabe que el arte de hace reír es harto difícil. A eso debe agregarse la problemática de lo sobrenatural, no sólo sin los recursos a los que nos ha acostumbrado el cine, sino con la mínima escenografía posible. Entonces la defensa de esa calificación pasa a residir –por encima del texto– en la interpretación de los espectadores, según lo que la acción sugiere en algunos pasajes de la obra. En ninguna parte será el ámbito donde lo afectivo se revela esencial. Y la comedia allí se transforma, a la postre, en comedia romántica.



En nuestro análisis, el clímax de la obra se lo alcanza al promediar ésta. Y se destaca la plasticidad, las dotes coreográficas, de Belén Parrilla, Agustín Bobillo y Soledad Cagnoni. La capacidad de ellos es el punto más fuerte de la puesta, que se despliega en un escenario despojado: dos sillones enfrentados y un viejo tocadiscos, arrumbado en un rincón, junto a unos pocos LP, son los elementos que da la concepción escenográfica de la pieza.
Los veinte minutos finales son a todo ritmo, gracias a un flash de música disco de las décadas pasadas. El tema del encuentro con el otro, la pareja y la soledad, planean en cada situación, por extraña que ésta  se presente.
Leonardo Azamor ha tomado el reto de escribir, dirigir y actuar en “Todos saben que esto es ninguna parte”; una pretensión muy alta.


Duración: 75 minutos

Ficha técnico artística
 

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