Dos obras de Carlos Gorostiza
Escribe:
Héctor Alvarez Castillo
La interesante propuesta de reunir dos obras breves de Carlos Gorostiza, en las que se
presenta un triángulo afectivo, sale airosa de la mano del talento en la dirección
de Norberto Gonzalo. La noche se abre
con “A propósito del tiempo” y la
excelente voz de Fernández Señor, en
el papel de Rosa. Ahí inicia un gracioso
ping-pong con Natalio, su marido; muy
bien interpretado por Jorge Ochoa. A
estos dos actores se les unirá la capacidad de Guido D’Albo, redondeando en escena un triángulo perfecto, en el
texto que consideramos se destaca entre las obras elegidas. Es apropiado
indicar que en ambos textos el absurdo está en el aire, por momentos da la
impresión de que se lo puede palpar, irrita, a la vez que desencadena diálogos
y repara, pero en las escenas de comicidad aparente, la tragedia está a la
mano.
Los diálogos
al comienzo serán sobre cuestiones banales. Cada uno se mostrará distraído en
su rutina, a semejanza de un gato lamiéndose en un rincón, pero con la
aparición sorpresiva de Carmelo la
acción tendrá un ritmo que no cesa hasta el final, donde las cosas –de algún
modo– parecen retornar a un cauce natural.
A la llegada
abrupta de Carmelo, con un ramo de
flores en la mano, la seguirá una salida no menos violenta. No hay secretos, en
verdad, de tres; los secretos son de dos, pero a Rosa la realidad le muestra que el secreto que guardó 37 años era
sólo de ella. Las verdades cotidianas terminan siendo la única verdad en la que
está sumida su vida.
En “Hay que apagar el fuego”, el triángulo
amoroso no es la fantasía de una mujer insatisfecha, que añora lo que no es ni
fue, sino una realidad diaria. A Cayetano,
el marido bombero que trabaja en una fábrica, con un sueldo magro, le va justo
el dicho “No hay peor ciego que el que no
quiere ver”. Negara la realidad de su matrimonio anteponiendo constantemente
sus aspiraciones a los reclamos de Líber.
Su altruismo tiene una pata renga, en esa actitud hacia los demás no considera
a la persona que tiene a su lado, que es el primer ser que necesita de él. Y Libertad, en su necesidad de huir a ese
orden, le es infiel con Pascual, su
amigo de siempre. Gustavo Brenta actúa
correctamente ese rol de langa de
barrio que, con dinero y sin compromisos, pasa por la vida con liviandad,
aunque en el final sufre la pérdida de su relación clandestina.
El que
–gracias a su “ceguera”– no evoluciona en ningún sentido es Cayetano. Llega al hogar herido, luego
de una nueva performance como bombero
voluntario, que lo llena de orgullo, y de lo único que desea hablar es de su
ascenso a cabo. El resto no cuenta. Él continuará viendo el mundo a través de
su lente. Cayetano es un pobre infeliz que no puede pensar en él mismo, tal
como es, porque no ve a los otros tal como son.
Acerca de la
puesta de ambas obras, podemos añadir que la caracterización de los personajes
es, en todo aspecto, excelente. Se combinan con acierto voz, vestuario,
actuación, manejo de la escena.
Destaco la enorme ductilidad de Fernández Señor en la composición de dos
personajes femeninos que reaccionan ante su decepción vital con distintos
comportamientos, pero que comparten un sinsabor amoroso ante el que se niegan
–consciente o inconscientemente– a claudicar.
Rosa es una mujer avejentada prematuramente, que da la impresión de haber
pasado su vida en la espera de un suceso que jamás tuvo otro asidero que su
fantasía. Libertad –Líber como la llama su marido– esconde
su soledad y desgracia en una relación que no es más que un recreo cruel. La
esencia de su existencia no la cambian esos encuentros fugaces, en el mismo
lecho marital, con Pascual. Su
personaje en “Hay que apagar el fuego” será
el más humano, por su complejidad, y el que exhibirá el valor de ver las cosas
como son realmente.
Ficha técnica:
Vestuario: Lucía Trebisacce
Escenografía: Carlos Bustamante
Diseño de luces: Alejandra Dziewguc, Norberto Gonzalo
Diseño sonoro: Alejandra Dziewguc
Fotografía: Ramiro Gomez
Diseño gráfico: Ramiro Gomez
Asistencia de dirección: Patricio Gonzalo
Prensa: Laura Brangeri
Producción ejecutiva: Ana Vinueza
Puesta en escena: Norberto Gonzalo
Dirección: Norberto Gonzalo
Escenografía: Carlos Bustamante
Diseño de luces: Alejandra Dziewguc, Norberto Gonzalo
Diseño sonoro: Alejandra Dziewguc
Fotografía: Ramiro Gomez
Diseño gráfico: Ramiro Gomez
Asistencia de dirección: Patricio Gonzalo
Prensa: Laura Brangeri
Producción ejecutiva: Ana Vinueza
Puesta en escena: Norberto Gonzalo
Dirección: Norberto Gonzalo
Sábados 21,30hs.
Teatro La Máscara. Piedras
736.
TE: 4307 0566
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