del
huérfano feliz
huérfano feliz
Escribe:
Alejandro Miroli
Un unipersonal con un apuntador en escena que corrige y remienda –sin que
cambie la ecuación de uno que actúa– donde Antonio Leiva narra sus recuerdos de
un niño que creció en los años fundacionales del peronismo. El niño
vestido de vasco lechero, en una foto proyectada que le permite dialogar con su
pasado, cuando narra el viaje junto su madre, hacia el entierro de Eva Duarte
de Perón, cuando presenta en su familia el encuentro de opiniones que cubrió a
toda la Argentina desde esa época.
La memoria es la menor facultad de conocimiento y su
construcción supone un inmenso trabajo –documentario, historiográfico, jurídico
(como la Argentina lo tiene harto conocido en su reencuentro con su pasado)–.
Cuando se la ejerce en solitario, en el acto de creación la memoria selecciona,
ensarta un hecho con otro según una lógica propia.
Quien ha expuesto de manera
notable esta fragilidad de la memoria fue el notable escritor Guillermo Enrique
Hudson, en las primeras palabras de su clásico Allá lejos y hace tiempo nos dice:
Pues
cuando una persona se propone recordar su niñez en su totalidad, se encuentra
con que le resulta imposible hacerlo. Le pasa como a quien, habiendo subido a
una colina para contemplar el panorama, en un día de espesas nubes y sombras,
apenas alcanza a divisar alguna que otra silueta en la distancia. Aparece
entonces una colina, un bosquecillo, una torre, la aguja de una iglesia, formas
todas reconocidas merced a la caricia de un pasajero rayo de sol, mientras lo
demás permanece en la penumbra. De la misma manera, las escenas, personas o
sucesos que mediante un gran esfuerzo logramos evocar, no se presentan
metódicamente. No hay orden, ilación ni progresión regular -nada en realidad
más que manchas o parches brillantemente iluminados, percibidos clara pero
pasajeramente en medio de un vasto y oscuro paisaje mental-.
De ese modo la memoria actuada del niño que fue –que
tiñe de nostalgia y de reparación al pasado vivido–, los recuerdos de su casa,
de su padre y de su madre, como seres tan disimiles y queribles, es como esa
mirada que une fragmentos, sin un orden ni ilación propia en la manera que nos
presenta Hudson. Por eso sólo nos permiten entrar en un tiempo de un modo lateral,
como asomándonos al pasado desde ese niño.
Tal vez sea ésta la función básica de estos
biodramas: usar la propia vida, el pasado memorado en fragmentos armados desde
el presente como ventana a una época, desde un escorzo que no es habitual en
los textos históricos y de las ciencias sociales, y en ese sentido los
recuerdos de Antonio Leiva son eficaces.
Al mismo tiempo, esta lateralidad de la memoria
construida opera como un bálsamo, como una protección en ese acceso al pasado
conflictivo. Llegamos a ese pasado, desde la mirada inocente de un niño que nos
habla de su mamá, de su familia, con humor, todo presidido por una introducción
en la que explora con un tono irónico el rol de la madre.
Ficha técnico-artística
Un espectáculo de Antonio Leiva
Presentador: Juan Carlos Uccello
Músico en escena: Leandro Soldano
Diseño de Vestuario: Ana Rocchi
Duración:
60 minutos
TEATRO
EMPIRE
Hipólito Yrigoyen 1934
Capital Federal - Argentina
Teléfonos: 4953-8254
Web: http://www.teatroempire.blogspot.com
Entrada: $ 80,00 - Lunes - 21:00 hs
Hipólito Yrigoyen 1934
Capital Federal - Argentina
Teléfonos: 4953-8254
Web: http://www.teatroempire.blogspot.com
Entrada: $ 80,00 - Lunes - 21:00 hs
Del 04/08/2014 al 29/09/2014
Lo vi .Muy bueno . Para los melancolicos es un viaje al pasado de la mano de Antonio con una sonrisa siempre a flor de piel . LO RECOMIENDO .-
ResponderEliminarGracias Elena por tu comentario. Saludos.
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