viernes, 28 de noviembre de 2014

A puerta cerrada, un clásico del siglo XX


Sartre vigente
en nuestra
contemporaneidad







Escribe:
Alvarez Castillo


Hace algunos meses apreciamos una nueva puesta de este clásico del siglo XX y de Jean-Paul Sartre. Una interesante nueva visita al texto que se vio en el Teatro El laberinto del Cíclope bajo la dirección de Adrián Tórtora, conduciendo a un grupo de cuatro jóvenes actores.


Dentro de este grupo distinguimos la labor de Flor Inchauspe y nos atrevemos a señalar que, en nuestra consideración, la actuación de Vanesa Calaresu de alguna manera aparece impostada, como sobre-actuando el personaje.



Los personajes entran, cada uno en su momento, con brusquedad en la obra, reconociendo esa realidad distinta que se abre luego de la muerte. El que se exhibe impertérrito es el mayordomo de esa sala, en la actuación de Rodrigo Serra. Silvio Parapugna cierra correctamente este elenco.

Nunca debemos obviar que la obra de Sartre es teatro de tesis, sobre buena literatura, y esto siempre solicita una atención especial. A semejanza de cuando somos espectadores de teatro clásico, cada palabra esta sopesada no sólo por el artista sino que también por el filósofo.

Elogiamos la iluminación, en la puesta los cambios de luz indican acertadamente el paso del tiempo, y el vestuario que se basa en una buena combinación entre el negro, el blanco y los rojos.
Esta es una obra de tensión constante, no olvidemos: “El infierno son los otros”.



Sinopsis de Prensa:

No importa cuál sea el círculo infernal en el cual vivimos, creo que somos libres para quebrarlo y si las gentes no lo quiebran es que también libremente permanecen en él. De tal modo que se meten libremente en el infierno. Humor e irónia.
Antes cien mordiscos, antes el látigo, que este padecimiento mental, este fantasma del sufrimiento que roza, que acaricia y nunca hace demasiado daño.
Tres posibilidades que el sistema establecido rechaza por diversas razones, tres modos de ser la propia existencia que implican marginalidad y rebeldía. No se les puede asumir a conciencia sino en el desgarramiento y la lucha. O bien negando la responsabilidad de la elección, y/o encubriendo la propia condición con otra imagen más segura y aceptable, proporcionada en buena medida por los otros. Una tercera posibilidad de la conciencia, aparte de la aceptación auténtica de la propia responsabilidad, reside en la negativa a dejar confundir la totalidad de la existencia con lo realizado en una sola elección.
La obra se inicia con El Camarero conduciendo a un hombre llamado Garcin hacia un cuarto, que la audiencia pronto identifica como el infierno (el infierno puede ser un hotel gigantesco, debido a los "cuartos y pasillos" mencionados en la obra). Finalmente, una mujer, Inés, entra a la habitación de Garcin, y posteriormente otra, Estelle. Luego de que ambas ingresen, El Camarero sale y la puerta es cerrada con llave. Todos esperan ser torturados, pero no aparece torturador alguno. En lugar de ello, descubren que están ahí para torturarse entre ellos, lo cual parecen estar logrando. Al principio, los tres observan eventos que les conciernen, sucediendo en Tierra, pero finalmente (conforme su conexión con la Tierra se desvanece y los vivos prosiguen) son abandonados con sus propios pensamientos y la compañía de los otros dos. Al final de la obra, Garcin exige salir; tras decirlo, la puerta se abre, pero ninguno decide salir, ya que se dan cuenta de que no pueden vivir los unos sin los otros. El Infierno son los Otros.




Ficha técnico-artística:

Jean Paul Sartre


EL LABERINTO DEL CÍCLOPE
Mexico 1718 (mapa)
Capital Federal - Argentina
Teléfonos: 4381-8223
Web: http://ellaberintodelciclope.blogspot.com/
Entrada: $ 70,00 / $ 50,00 - Domingo - 20:30 hs 


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