obra de
Alejandro Genes
Escribe: Alejandro Miroli
El teatro de Chejov aborda el recambio social propio de
la muerte de los viejos propietarios rurales, el ascenso de nuevos actores que
se enriquecen y que pueden tomar bienes que antes les estaban vedados –la
emancipación de los siervos se remonta a la reforma del zar Alejandro II en
1861– y los hijos e hijas que tienen que tomar decisiones sobre propiedades
heredadas. En lo que hace a las hijas debemos agregar que están socialmente
incapacitadas para esa tarea, que descansan en los varones, sean estos: hermanos,
novios, demás parientes.
En esta versión se aliviana la obra, se hace una
ambientación actual pero la promesa de deconstrucción parece extrema, lo que es
un drama rural ruso se torna un drama familiar en la región pampeana. No más. Roles
y expectativas expuestas por los personajes no varían mucho, ni se intenta una
modificación radical de la trama original.
Tres hermanas, un hermano y una cuñada –y un puntero y
un agente inmobiliario– desencadenan el pequeño drama de deseos latentes e
incumplidos, de una sexualidad apenas insinuada e incapaz de exponerse y, sobre
todo, de agentes que son incapaces de tener una voz que las exprese y una
voluntad propia.
Ese espacio, la casa paterna, que tiene que venderse
pero que no hay precio –el mercado está opaco– y finalmente la casa está
hipotecada para tapar deudas de Lucas –el hermano varón y puntero político del
alcalde de la región. Un conflicto de intereses muestra la lucha modernidad –la
red de gas que tiene que controlar el ingeniero– y los políticos locales –el
alcalde que manda a Lucas a sabotear la obra de instalación del gasoducto.
La puesta toma un riesgo: Francisco Ramallal lleva
adelante los tres papeles masculinos, con un mero cambio de corbata o de color
de prenda, y los tonos y caracteres de los personajes no se diferencian mucho.
Ello puede ser visto como una decisión del director, de poner los personajes
masculinos como planos e intercambiables, que sea cualquiera su carácter no
afectan los deseos y las infelicidades que trasmiten las hermanas. Esa idea
puede reforzarse con el único rol proactivo, capaz de tomar decisiones, de
empujar sucesos: la mujer de Lucas –anticuaria– que va tomando zonas de la
casa, invadiendo la voluntad de las hermanas que se quedan impávidas ante el
dominio que va ejerciendo Noelia. Y en ese sentido Ligüen Pires (Mara), María
Florencia Horak (Elena) y Camila del Río (Inés), trasmiten la sensación de
impotencia, frustración y deseo reprimido, de dejarse llevar sin intervenir en
los acontecimientos.
La escenografía mínima, sugerente más que cargada, el
vestuario y la iluminación son correctos.
En la presentación de la obra se menciona “Un drama impregnado de sutileza y lirismo
en el que se retratan las penas, las esperanzas y las ilusiones frustradas de
una familia burguesa de los años ´70.” Pues poco tiene que ver el carácter
burgués o no con lo que la obra nos propone.
La malicia de un agente que aprovecha la debilidad y carencia de
reacción de otros, cruza las clases sociales, la frustración sexual y el medio
rural aplastante, también. En ese sentido la obra presenta un conflicto humano
clásico, sin que la materia sociológica agregue casi nada.
Sinopsis de Prensa:
Un drama impregnado de sutileza y lirismo en el que
se retratan las penas, las esperanzas y las ilusiones frustradas de una familia
burguesa de los años ´70.
Basada en Las tres hermanas de Antón Chéjov, esta obra, escrita por Alejandro Genes y dirigida por Roberto Lachivita, pone el foco en la cotidianidad de una familia burguesa en decadencia, imprimiendo una mirada nueva al clásico ruso, pero conservando, a su vez, el espíritu del original.
Tres hermanas en un pueblo de provincia. Su más grande deseo: volver a la capital, para ellas, todo un símbolo de bienestar.
Tres mujeres atrapadas por la nostalgia, aplastadas por el pasado y por una realidad que se lo lleva todo, ante la ofensiva de la mujer de su hermano.
Basada en Las tres hermanas de Antón Chéjov, esta obra, escrita por Alejandro Genes y dirigida por Roberto Lachivita, pone el foco en la cotidianidad de una familia burguesa en decadencia, imprimiendo una mirada nueva al clásico ruso, pero conservando, a su vez, el espíritu del original.
Tres hermanas en un pueblo de provincia. Su más grande deseo: volver a la capital, para ellas, todo un símbolo de bienestar.
Tres mujeres atrapadas por la nostalgia, aplastadas por el pasado y por una realidad que se lo lleva todo, ante la ofensiva de la mujer de su hermano.
Asistencia de Dirección: Melany Mosquera y Lucas Marenco
Producción Ejecutiva: Julieta Fajardo
Música original y Diseño Sonoro: Mirko Mescia
Diseño de Iluminación: Claudio del Bianco
Diseño Escenográfico: Gina Michienzi
Realización Escenográfica: Pablo Calmet
Diseño de Vestuario: María Laura Voskian
Diseño Gráfico: Nahuel Lamoglia
Fotografía: Gonzalo Cortés
Asistencia de Diseño Sonoro: Julián Pineda.
11 5062 1635
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