ESCRIBE:
FERNANDO GONZÁLEZ OUBIÑA
FERNANDO GONZÁLEZ OUBIÑA
Función estreno de la obra Las
Garibaldi de Darío Basualdo en Liberarte,
la adrenalina única de llegar a ese momento se percibe en escena. La pieza
escrita por Basualdo transita tres estéticas distintas desde lo literario y
también podría decirse que “goza de las
influencias” del relato típico de las telenovelas, donde se iluminan
momentos del pasado para aclarar temas del presente que la narración no
resuelve, a la vez que se asoma a la estética del café concert que tuvo su
apogeo en los años setenta y por último se percibe una fuerte influencia del
imaginario desarrollado en TV por Antonio Gasalla en los noventa. Todo esto en
un cóctel no siempre feliz ni resuelto como estilización personal, son retazos
de las cosas mencionadas, más algunos lugares comunes y chistes remanidos que hubiera
sido preferible no incluir.
Vale el intento, siendo un autor joven encontrará finalmente su propia voz evitando
la emulación de lo que ya se ha repetido mil veces, no obstante la pieza tiene
buenos momentos y algunos hallazgos, también es un poco larga, si detectan
aquello que no funciona, la pieza ganaría en potencia y en perfilar su
estética.
Se trata de una familia de mujeres, que al fallecer el padre y sostén
familiar, comienzan una espiral descendente, desde lo social, lo moral y una
marcada decadencia en todo sentido imaginable. La pieza alterna entre varios
pasados y el presente, obligando a muy aceitados cambios de vestuario, y a
pesar de la modestia de los recursos se nota una resolución eficaz. En esta
trama recargada y por momentos groseramente grotesca, aparece el varón que les
sacará el sueño a las hermanas y que intentará abusar a la amiga, a la hermana
y que incluso mirará con lujuria a la anciana madre. Sacacorchos es su apodo,
un empleado ferroviario extraordinariamente dotado, que no ahorrará en
frotaciones ni en ocasiones de marcada lujuria, irrespetando incluso el
velatorio de su suegra.
Hay en la dirección a cargo de Mariana Muñoz aciertos y secuencias donde
pierde el rumbo; en mi humilde percepción hay una falla en el ritmo general de
la obra, que no pasaría por acelerarla, sino más bien por hallar una dinámica
comunicacional más estilizada. Las danzas y cantos en escena ralentan la acción
y estancan el relato. No hay un lenguaje unificado en los estilos de actuación,
por ejemplo: uno de los actores mira constantemente al público en busca de
aprobación o como remate de sus chistes; con las excepciones de Alberto Olmedo
y Guillermo Francella, no conozco quien pueda sostener esto con verdadera
gracia; no existiendo ese lenguaje gestual en ninguno de sus compañeros se va
de estilo, detalle de actuación que recae invariablemente en el rol de
dirección, porque la responsabilidad de aunar lenguajes y estéticas le
corresponde.
La decisión que los roles femeninos estén interpretados por varones aporta
un color de homenaje a Jorge Luz, Jorge Porcel, Alberto Olmedo, Antonio Gasalla
y Carlos Perciavalle, quienes han transitado con éxito el travestismo
humorístico, incluso yendo más atrás en el tiempo y siguiendo la línea estética
que menciono se puede citar a Pepe Iglesias El Zorro. También funcionaría esta
pieza como oposición temático-estilística a la escena under de los ochenta, donde
sus exponentes se travistieron con verdadera ferocidad, allí surgieron Batato
Barea, clown travesti, Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese, con sus
maquillajes corridos, su ropa incorrecta y un afán desacralizante de la
teatralidad llevado a extremos límites, la intersexualidad estilizada o androginia
transgresora de Peter Pank y el extremo cuidado y preciosismo estético de Jean
François Casanovas y su troupe, por citar ejemplos relevantes del género que la
historia de la teatralidad porteña contemporánea parece soslayar con amnesia
imperdonable. También hay éxitos históricos del travestismo criollo como Orquesta de Señoritas de Jean Anouilh,
tantas veces reprisada, o a pocas cuadras hoy en día en cartel, la comercial Sugar de
Peter Stone.
En Las Garibaldi al haber roles
masculinos en el texto hubiera sido deseable que los interpretasen mujeres,
para convertir el detalle de la inversión genérica en decisión estética. Son
respetables todas las decisiones, pero los actores no abordan esta cuestión de lo
femenino desde un punto de partida en común. Se ven en escena desniveles y es
una lástima, porque es ostensible el esfuerzo puesto en la tarea y, aunque el
resultado es desparejo, la obra es entretenida y perfectible.
Buena composición del tanguero y latin
lover Sacacorchos, en la piel de Daniel Castiglione, interesante presencia
escénica, un detalle: el manoseo con cada una de sus mujeres se parece en cada
caso y es constante, disminuir sería ganar en expresividad, recordemos que la
acción se desarrolla en un pasado, claro que también en tiempos antiguos la
gente se manoseaba, pero hay una cuestión de época que particularizar, es un
actor con futuro. Rodrigo Mascazzini logra buenas situaciones en su Cuca, es
muy interesante su sorpresa, cuando algo le impacta; se nota algo de
incomodidad física por momentos, la relajación al accionar comunica con más
fuerza, lo que hace es bueno, sólo necesita confiar en ello.
En las escenas donde hay cierta violencia, se debe ser muy preciso, necesariamente
deben ser cuidadosamente coreografiadas, y nuevamente destaco que menos sería
más… Pero más allá de estos detalles es notorio el compromiso del elenco, el
esfuerzo y la seriedad puestos en la tarea y descartando toda opinión crítica
el que manda es el público que en el estreno rió mucho y disfrutó el inicio de
un camino que espero sinceramente les dé muchas satisfacciones.
Ficha técnico artística:
Duración: 80 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
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