ESE EXQUISITO LÍMITE
ESCRIBE:
FERNANDO GONZALEZ
OUBIÑA
En todo hay una delgada línea divisoria, que en este caso
es transversal a lo que acontece, al amor y al dolor, a lo bueno y lo malo, al
estar y al no estar; hay un equilibrio tácito marcando el límite de cuando
hacer y cuándo no hacer, esa frontera fascinante es la línea de flotación de Dormir en el agua, exitosa en la
conjunción de dramaturgia, dirección y actuación, todo funcionando como una
unidad fantásticamente lograda.
Una teatralidad sin estridencias que tampoco necesita de
artificios, la dramaturgia de Amancay Espíndola amalgama con maestría palabras
propias y las cartas que se conservan de la viuda de Mariano Moreno. Espíndola
imagina sensiblemente y lo plasma con sutileza; le pregunté finalizada la
función, y luego de un extenso aplauso, acerca de cuanto de exégesis sobre
material de archivo y que tanto de su inspiración, ella manifiesta haber
“completado” aquellos faltantes históricos que son las respuestas de Moreno a su
esposa, (respuestas que nunca fueron escritas ya que el prócer había muerto
cuatro días antes de que Guadalupe Cuenca escribiera la primera de sus cartas)
Amancay es muy modesta ya que su reconstrucción es cercana al espiritismo,
parece haber invocado palabras antiguas, pero no, ella lo niega; todo es fruto
de su prolija cualidad literaria.
Creo que es muy meritorio haber encontrado el tono justo
para esta recreación, ella concibe una estructura de sensaciones y sentimientos,
más que una literatura dramática formal, muy funcional a lo requerido por un
actor para la construcción de un personaje, no es coincidencia, Amancay es una
consumada actriz y como la mayoría de los actores-dramaturgos, sabe muy bien
como proporcionar situaciones “actuables”. Lo novedoso en términos de estructura
es que no se nota esa ausencia formal, aunque hay focos de conflicto y una
constante y creciente emocionalidad la pieza no transita cánones estrictamente
aristotélicos. Los personajes están y no están, lo onírico sobrevuela en
palabras y una estética dialéctica de principios del siglo XIX, conspiran hacia
una nueva forma de abordar ese subgénero que es el drama histórico. Cimentada
en textos privados de la época fundacional de lo que llamamos patria, suma
detalles, puntos de vista y opiniones sorprendentes, de este prócer y de su
esposa, incluso visiones incorrectas si tomáramos como parámetro el discurso
establecido de la historiografía vernácula; investigación y rescate con verdaderos hallazgos que dinamizan
el relato desde lo meramente informativo. Donde otros se tornarían discursivos
Espíndola administra con cuidadosa gracia los frutos de su exégesis, base para
un trabajo de equipo que hace justicia a esas palabras.
Los naturalistas apelaron a la verdad, en la exposición
de sus elementos tal cual son, incluso escenificando una cotidianeidad tautológica,
tomando lo sensible y la emocionalidad como eje de las situaciones, donde lo
extraordinario era un quiebre y generalmente funcional a crear un alto impacto dramático;
en cambio los expresionistas priorizaron la comunicación explícita de lo no
cotidiano, poniendo en un primer plano de acción lo subjetivo, lo paradojal,
antes que una descripción objetiva de un hecho real a reproducirse en la
escena. La puesta que nos ocupa toma además elementos del dadaísmo y del posterior
surrealismo, estos son: la arbitrariedad de la imaginación, simbolismos y
situaciones de no realidad que están presentes en las mencionadas corrientes, y terminan desembocando en la estética
particularísima del Teatro de la Crueldad de Antonin
Artaud, llevado a su punto máximo por Peter
Weiss, en este caso ambos conciben el espacio escénico como algo misterioso,
jeroglífico y se materializa en el reflejo contemporáneo de seguidores de esta
corriente como Fernando Arrabal o el divinizado David Mamet, que transitan con libertad esa heredad, resignificándola.
La idea de la ritualidad no es nueva, es el origen mismo del teatro, está en el simbolismo del teatro Noh japonés, en la ópera de Pekín, en la fascinación de Artaud con el teatro tradicional Balinés.
Participamos los asistentes a Dormir en el agua de una voluntad de sanación
de males comunes de la sociedad ejercida por el teatro, cierta necesidad
subversiva que, otorgándole un carácter ritual, es capaz de producir catarsis.
Esa herencia que describo en los párrafos anteriores es visible en las
decisiones tomadas por la directora de esta pieza. Al abstenerse de
un planteo realista en la disposición escénica y sumar acciones simbólicas
Lombardo eleva la apuesta de la dramaturgia y acierta. Virginia dispone
elementos fantasmales en una yuxtaposición de
sueño y realidad, dominando el clima de la obra una
constante preocupación por la vida e inminencia de la muerte.
Los actores transitan la cualidad etérea
de tocarse sin tocarse, de estar y no estar en el mismo plano de acción, la
enfermedad zumba como un molesto moscardón y dominan la cordura los estados febriles,
estableciendo una conexión existencial ligada a
mundos espirituales, ambos personajes tienen momentos de cierto delirio
por razones disímiles, ambos temen la traición y algo aún peor: la muerte. Hay un dato históricamente interesante: al partir
Moreno hacia Europa, en misión diplomática, -otras
crónicas dicen que a comprar armamento- Guadalupe recibe una encomienda,
un criado encuentra una caja depositada en la puerta
de la casa, conteniendo un abanico negro, un velo, guantes de luto y una nota
que le anunciaba que sería viuda. Es allí cuando comienza a escribirle cartas,
las que no llegaron nunca su destinatario, encendidas misivas escritas durante
meses hasta que le comunicaron la trágica noticia.
Camila Garófalo encarna a Guadalupe Cuenca, jovencísima
esposa de Mariano Moreno, desde el principio impactan sus decibeles
emocionales, que funcionan como inmediata introducción al clima general de la
pieza, también esta actitud sorprende y atrapa al público, esto es casi un
truco de magia y todos dejan de acomodarse para prestar total atención a esta mujercita
etérea bañada en lágrimas. Estupendo trabajo el de Camila, apelando a la verdad
y sentir antes que a cualquier otro artificio.
Cristian Majolo es un Moreno afiebrado y acosado por todo
tipo de males, muy en el estilo de personajes célebres de la narrativa del
siglo XIX, donde los héroes tenían su costado sufriente, arrastraban sus
crónicos dolores –en este caso de huesos– y se sobreponían a destinos trágicos
con voluntad de emblema. Majolo aparece espectralmente, la directora lo deja
largo rato en la penumbra y es una interesante simbología; el espacio elegido
colabora muy bien y Cristian despliega una prolija artillería de sensaciones
físicas y tics, administrados relajada e inteligentemente a lo largo de la
obra, logrando una sensible y muy interesante actuación.
Un dato histórico más: Mariano Moreno manifestaba un constante
temor a ser asesinado. Cuando su jornada de trabajo se extendía hasta tarde se vestía
con una sotana de fraile dominico, llevando dos pistolas en la cintura, así disfrazado
regresaba a su casa, a cuatro cuadras del fuerte. También se sabe que Guadalupe debía soportar verlo flagelarse por las
noches, ya que de este modo él buscaba expurgar pecados.
La pieza tiene un mensaje críptico: el
de restablecer valores desfigurados por el tiempo, exhibe una realidad
apasionada y convulsiva, que apelando a la lejanía de la época en que los
personajes desarrollaron sus vidas, nos acerca una reflexión al presente,
reflejando que somos lo mismo, que nunca aprendimos, que el juego político excluye
a los hombres y hasta a los apasionados panfletos e ideales sectarios que
pretenden enarbolarse, en pos únicamente de logros individuales e intereses acomodaticios.
Lo que fue siempre será, la historia lo prueba, parece estar presente en el ADN
de esta patria nuestra. En la repetición de errores, dominados por miserias y
divisiones continuaremos perdiendo poco a poco la dignidad de vivir.
Transcribo un fragmento de una de las
cartas de Cuenca a Moreno con el fin de entusiasmar ya que asistir a las
funciones de Dormir en el agua de
Amancay Espídola realmente vale la pena:
”…Te escribí con fecha de 10 o 11 de
éste, pero con todo vuelvo a escribirte porque no tengo día más bien empleado
que el día que paso escribiéndote y quisiera tener talento y expresiones para
poderte decir cuánto siente mi corazón, ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me
cuesta el vivir sin vos. (…)…hoy te mando el manifiesto para que veas cómo
mienten estos infames; Agrelo es el editor de “Gacetas” con dos mil pesos de
renta, por si acaso no has recibido carta en que te prevengo que no le escribas
a este vil porque anda hablando pestes de vos y adulando a Saavedra; su mujer
no me ha pagado la visita que le hice, en fin, se ha declarado enemigo nuestro
y ha jurado que no volverás a beber el agua del Río de la Plata; no le haremos
quebrantar el juramento y con beber siempre de aljibe queda el juramento
intacto; (…) Del pobre Castelli hablan incendios, que ha robado, que es
borracho, que hace injusticias, no saben cómo acriminarlo, hasta han dicho que
no los dejó confesarse a Nieto y los demás que pasaron por las armas en Potosí,
ya está vista que los que se han sacrificado son los que salen peor que todos,
el ejemplo lo tienes en vos mismo, y en estos pobres que están padeciendo
después que han trabajado tanto, y así, mi querido Moreno, ésta y no más,
porque Saavedra y los pícaros como él son los que se aprovechan y no la patria,
pues a mi parecer lo que vos y los demás patriotas trabajaron está perdido
porque éstos no tratan sino de su interés particular…”
SINOPSIS DE
PRENSA:
Historia de fuego y pasión,
amor y muerte entre Mariano Moreno, Guadalupe Cuenca y La Revolución.
"Ya
es hora de que la América del Sur tenga las luces que le han tapado y después
conducirla a su gloriosa insurrección. Ese es el sentido de mi vida" - Mariano Moreno.
La obra transcurre la noche
de la muerte de Mariano Moreno en altamar mientras Guadalupe
Cuenca le escribe las cartas que, sabemos, él nunca llegará a leer. La
escritura para conjurar la ausencia. El delirio del sueño y del sueño de la
muerte, los encuentra. Encuentro y despedida de estos dos, casi adolescentes,
prematuramente madurados por la revolución política que los sacude. La
revolución no da respiro, los hace grandes en un soplo. Cada uno hablando desde
lo que le preocupa en esta soledad a la que los han llevado decisiones, o no,
no tenemos la certeza, que no dependen de ellos. La pasión los envuelve por
sobre todas las cosas.
Íntima y feroz, pasional y
dolorosa, con estados límites de los personajes en este encuentro mágico, ideal.
Política y poética, sugestiva y combativa. Predomina la historia de amor, el
encuentro, pero subyace la opinión, la idea, la patria, la visión clara, el
dolor de la ignorancia, de la bajeza humana, del individualismo, del egoísmo,
del mal poder, de la dependencia. Inflama nuestra creatividad y nos permite
indagar un mundo familiar, histórico y vigente, donde el amor y la política
transcurren hacia el inevitable final.
Dormir en el agua reaviva el fuego que el océano no pudo
apagar.
Este espectáculo cuenta con
el apoyo de Proteatro y del Fondo Nacional de las artes.
Ficha técnico-artística:
Duración:
50 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
CENTRO
CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
Corrientes 1543 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
Web: http://www.centrocultural.coop
Festival: $ 200,00 - Sábado - 21:00 hs - 24/02/2018
Corrientes 1543 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
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Festival: $ 200,00 - Sábado - 21:00 hs - 24/02/2018
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