miércoles, 10 de enero de 2018

Madre amadísima en Buenos Aires de la mano de Daniel Cinelli

LAS MULTIPLES SOLEDADES QUE CONSTITUYEN UNA FELICIDAD UNIPERSONAL







ESCRIBE:
FERNANDO GONZÁLEZ OUBIÑA



Hay verdadera destreza en esta propuesta, desde varios aspectos… el unipersonal es un abismo al que los actores asoman, teatralidad de alto riesgo donde  un solo personaje es el precursor de la acción dramática. Menuda tarea, ningún otro responsable más que ese único actor y sus capacidades cuando se encienden las luces, su cuerpo comunicando un particular universo privado, la soledad como tema, y desde lo emocional el desamor será el gran continente. En “Madre amadísima” una vasta extensión de desamparo se muestra descarnadamente.

Lo dicho en una crítica de setiembre en este mismo espacio virtual: La dirección de un monólogo debe ser de aquellas tareas más difíciles para ordenar tanto en el espacio como en los movimientos, aplica para esta propuesta tan particular y sensible del autor español  Santiago Escalante con la actuación de Oscar Giménez y la dirección de Daniel Cinelli, en escena en Teatro Buenos Aires.

Un costurero y una imagen religiosa, un monólogo que metamorfoseado por la fe se tornará casi en diálogo, un actor que asume la voz de distintos personajes en el decurso de la puesta… Será su madre y su padre, dos de sus enamorados, un par de amigas trans y en todos los casos se convocará esa magia del cambio de rol que es la esencia del juego infantil, que después suele desembocar en la teatralidad. Lejos de nuevas tendencias o modernidades este trabajo tiene una cualidad clásica muy interesante; no pude evitar la evocación de grandes actores ya desaparecidos como lo fueron Osvaldo Pacheco o José María Vilches que gastaron zapatos en los escenarios porteños con gran éxito, Miguel de Molina también está presente de alguna manera en ciertos giros que el personaje, Pedrito Rico y tantos más que tuvieron su espacio en la cartelera local con el auge de la temática española, referentes y grandes artistas como Lolita Torres abrazaron géneros y subgéneros que estuvieron muy de moda en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Indispensables artistas que aún a pesar de no hacer pública su elección sexual, transitaron la exposición mediática, y el ejercicio de su arte los consagró, gozando de la preferencia del público; seguramente la primera mención histórica en la teatralidad local al tema de la homosexualidad sea José González Castillo con su obra “Los invertidos” de 1914. En cualquier caso la diversidad temática y la cualidad inclusiva es una característica que enriquece la cartelera teatral de Buenos Aires.


Es notable destacar que la temática y el imaginario queer -para usar una denominación moderna muy extendida- está muy bien llevada en esta propuesta, porque la dramaturgia importada podía arrastrar a zonas de caricatura este drama humano, pero es destacable que siempre se mantiene un tono muy veraz y sensible en el abordaje de este personaje: un mariquita de pueblo chico, Alfredo un andaluz costurero y sostén emocional de su madre, dedicado a vestir santos para las procesiones tan características de la religiosidad peninsular.

La obra representada con éxito en España y llevada al cine en 2009 por Pilar Távora aborda sin tapujos la temática queer antes mencionada, una voz colectiva que básicamente se circunscribía a un tema de denuncia social y reclamaba visibilidad como parte integral de la sociedad contemporánea, en palabras de Escalante adquiere verdadera carnadura humana, en este ser desamparado y solitario que reclama a su entorno y no recibe respuestas; tampoco las hallará de una sociedad que debiera ser inclusiva y no lo es.
Una España convulsionada por el franquismo, y Alfredo, fruto de un hogar con violencia intrafamiliar, es llevado a las milicias con obligatoriedad civil y destinado a cumplir además un mandato viril que lo expondrá a mayores vejámenes aún, por la única razón de su elección sexual. El amor le será esquivo y eso constituye el nudo de la trama, mientras viste una imagen procesional de la Virgen María este hombre contará su vida y ese alter ego celestial será testigo de las más privadas confesiones.
El director Daniel Cinelli plantea un acotado universo donde los movimientos son los necesarios, los elementos únicamente los indispensables y se concentra en la emocionalidad del personaje, en la verosimilitud de las situaciones que el texto plantea y en una concreta prolijidad que es una línea trazada de la que nunca se aparta, la puesta apela a un concreto esquema de acciones físicas que están centradas en las prendas del vestuario festivo de la imagen religiosa y son el pretexto del momento íntimo donde se revelan las penas del personaje único, mucha prolijidad, excelente trabajo de dirección actoral.
En escena Oscar Giménez se muestra en todas las dimensiones que la dramaturgia propone, desenvolviéndose con seguridad y gracia, se nota en escena un experimentado artista que ejerce total control de sus emociones y de los planos de acción a ejecutar, accede a los decibeles emocionales requeridos con comodidad y se lo nota dueño de la situación en todo momento, esto es de una gran importancia, ya que él y sólo él es responsable del “tempo” de la pieza, muy valorable actuación.
Todos los elementos están dados para que Madre amadísima haga honor a la tradición que antecede a su estreno porteño, y que repita el éxito, ésta vez al otro lado del océano atlántico.




SINOPSIS DE PRENSA:

Alfredito viste a la figura de la virgen en la capilla de su pueblo, al sur de España.
Por primera vez, a solas con ella, se anima a desnudar su vida, con tal gracejo andaluz que convierte en emoción profunda los recuerdos tristes y los penosos en jocosa alegría.

En un ir y venir, entre alfileres y costuras, pasan por su memoria los descubrimientos de su infancia en el pueblo, la adolescencia con el despertar de los sentidos, la hipocresía de su sociedad, sus desventuras en el servicio militar, los afectos perdidos y encontrados, y esa búsqueda constante del amor.

Madre Amadísima pone en el centro de la escena a una "mariquita de pueblo" que lucha por ser feliz, que vive, sufre y ríe con las mismas emociones que cualquier otro ser humano, en cualquier tiempo y geografía.

Ficha técnico-artística:



Duración: 90 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

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