ESCRIBE:
FERNANDO GONZÁLEZ
OUBIÑA
Hay verdadera destreza en esta propuesta, desde varios aspectos… el unipersonal es un abismo al que los actores asoman, teatralidad de alto riesgo donde un solo personaje es el precursor de la acción dramática. Menuda tarea, ningún otro responsable más que ese único actor y sus capacidades cuando se encienden las luces, su cuerpo comunicando un particular universo privado, la soledad como tema, y desde lo emocional el desamor será el gran continente. En “Madre amadísima” una vasta extensión de desamparo se muestra descarnadamente.
Lo dicho en una crítica de setiembre en este mismo espacio virtual: La dirección de un monólogo debe ser de aquellas tareas más difíciles para ordenar tanto en el espacio como en los movimientos, aplica para esta propuesta tan particular y sensible del autor español Santiago Escalante con la actuación de Oscar Giménez y la dirección de Daniel Cinelli, en escena en Teatro Buenos Aires.
Hay verdadera destreza en esta propuesta, desde varios aspectos… el unipersonal es un abismo al que los actores asoman, teatralidad de alto riesgo donde un solo personaje es el precursor de la acción dramática. Menuda tarea, ningún otro responsable más que ese único actor y sus capacidades cuando se encienden las luces, su cuerpo comunicando un particular universo privado, la soledad como tema, y desde lo emocional el desamor será el gran continente. En “Madre amadísima” una vasta extensión de desamparo se muestra descarnadamente.
Lo dicho en una crítica de setiembre en este mismo espacio virtual: La dirección de un monólogo debe ser de aquellas tareas más difíciles para ordenar tanto en el espacio como en los movimientos, aplica para esta propuesta tan particular y sensible del autor español Santiago Escalante con la actuación de Oscar Giménez y la dirección de Daniel Cinelli, en escena en Teatro Buenos Aires.
Un costurero y una imagen
religiosa, un monólogo que metamorfoseado por la fe se tornará casi en diálogo,
un actor que asume la voz de distintos personajes en el decurso de la puesta… Será
su madre y su padre, dos de sus enamorados, un par de amigas trans y en todos
los casos se convocará esa magia del cambio de rol que es la esencia del juego
infantil, que después suele desembocar en la teatralidad. Lejos de nuevas
tendencias o modernidades este trabajo tiene una cualidad clásica muy
interesante; no pude evitar la evocación de grandes actores ya desaparecidos
como lo fueron Osvaldo Pacheco o José María Vilches que gastaron zapatos en los
escenarios porteños con gran éxito, Miguel de Molina también está presente de
alguna manera en ciertos giros que el personaje, Pedrito Rico y tantos más que
tuvieron su espacio en la cartelera local con el auge de la temática española, referentes
y grandes artistas como Lolita Torres abrazaron géneros y subgéneros que
estuvieron muy de moda en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Indispensables
artistas que aún a pesar de no hacer pública su elección sexual, transitaron la
exposición mediática, y el ejercicio de su arte los consagró, gozando de la
preferencia del público; seguramente la primera mención histórica en la
teatralidad local al tema de la homosexualidad sea
José González
Castillo con su obra “Los invertidos” de 1914. En cualquier caso la
diversidad temática y la cualidad inclusiva es una característica que enriquece
la cartelera teatral de Buenos Aires.
Es notable destacar que la
temática y el imaginario queer -para usar una denominación moderna muy
extendida- está muy bien llevada en esta propuesta, porque la dramaturgia
importada podía arrastrar a zonas de caricatura este drama humano, pero es
destacable que siempre se mantiene un tono muy veraz y sensible en el abordaje
de este personaje: un mariquita de pueblo chico, Alfredo un andaluz costurero y sostén emocional de su madre, dedicado a vestir santos
para las procesiones tan características de la religiosidad peninsular.
La obra representada con
éxito en España y llevada al cine en 2009 por Pilar Távora aborda sin tapujos la
temática queer antes mencionada, una voz colectiva que básicamente se
circunscribía a un tema de denuncia social y reclamaba visibilidad como parte
integral de la sociedad contemporánea, en palabras de Escalante adquiere
verdadera carnadura humana, en este ser desamparado y solitario que reclama a
su entorno y no recibe respuestas; tampoco las hallará de una sociedad que debiera
ser inclusiva y no lo es.
Una España convulsionada por
el franquismo, y Alfredo, fruto de un hogar con violencia intrafamiliar, es
llevado a las milicias con obligatoriedad civil y destinado a cumplir además un
mandato viril que lo expondrá a mayores vejámenes aún, por la única razón de su
elección sexual. El amor le será esquivo y eso constituye el nudo de la trama,
mientras viste una imagen procesional de la Virgen María este hombre contará su
vida y ese alter ego celestial será testigo de las más privadas confesiones.
El director Daniel Cinelli
plantea un acotado universo donde los movimientos son los necesarios, los
elementos únicamente los indispensables y se concentra en la emocionalidad del
personaje, en la verosimilitud de las situaciones que el texto plantea y en una
concreta prolijidad que es una línea trazada de la que nunca se aparta, la
puesta apela a un concreto esquema de acciones físicas que están centradas en las
prendas del vestuario festivo de la imagen religiosa y son el pretexto del
momento íntimo donde se revelan las penas del personaje único, mucha
prolijidad, excelente trabajo de dirección actoral.
En escena Oscar Giménez se
muestra en todas las dimensiones que la dramaturgia propone, desenvolviéndose
con seguridad y gracia, se nota en escena un experimentado artista que ejerce
total control de sus emociones y de los planos de acción a ejecutar, accede a
los decibeles emocionales requeridos con comodidad y se lo nota dueño de la
situación en todo momento, esto es de una gran importancia, ya que él y sólo él
es responsable del “tempo” de la pieza, muy valorable actuación.
Todos los elementos están
dados para que Madre amadísima haga
honor a la tradición que antecede a su estreno porteño, y que repita el éxito,
ésta vez al otro lado del océano atlántico.
SINOPSIS
DE PRENSA:
Alfredito viste a la figura de la virgen en la
capilla de su pueblo, al sur de España.
Por primera vez, a solas con ella, se anima a desnudar su vida, con tal gracejo andaluz que convierte en emoción profunda los recuerdos tristes y los penosos en jocosa alegría.
En un ir y venir, entre alfileres y costuras, pasan por su memoria los descubrimientos de su infancia en el pueblo, la adolescencia con el despertar de los sentidos, la hipocresía de su sociedad, sus desventuras en el servicio militar, los afectos perdidos y encontrados, y esa búsqueda constante del amor.
Madre Amadísima pone en el centro de la escena a una "mariquita de pueblo" que lucha por ser feliz, que vive, sufre y ríe con las mismas emociones que cualquier otro ser humano, en cualquier tiempo y geografía.
Por primera vez, a solas con ella, se anima a desnudar su vida, con tal gracejo andaluz que convierte en emoción profunda los recuerdos tristes y los penosos en jocosa alegría.
En un ir y venir, entre alfileres y costuras, pasan por su memoria los descubrimientos de su infancia en el pueblo, la adolescencia con el despertar de los sentidos, la hipocresía de su sociedad, sus desventuras en el servicio militar, los afectos perdidos y encontrados, y esa búsqueda constante del amor.
Madre Amadísima pone en el centro de la escena a una "mariquita de pueblo" que lucha por ser feliz, que vive, sufre y ríe con las mismas emociones que cualquier otro ser humano, en cualquier tiempo y geografía.
Ficha técnico-artística:
Duración: 90
minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
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