Escribe:
Alejandro Miroli
Alejandro Miroli
El teatro ha abordado la temática
familiar en numerosas ocasiones tanto en la Argentina –v.g. Mi
hijo el dotor, Réquiem para un viernes a la noche–
como en el ámbito internacional –La Muerte de un Viajante, ¿Quién
le teme a Virginia Woolf? –, asumiendo tanto que la familia sea un microcosmos
o una emergencia de la sociedad, este tema es recurrente en la historia del
teatro (acaso la mayor saga del teatro occidental no es sino una exploración de
las calamidades de la familia de los Labdácidas –fundada
por Lábdaco, abuelo de Edipo de Tebas–).
Los hermanos queridos
–estrenada en 1978, casi en el mismo período que otra obra que también explora
las relaciones familiares (La Nona, de Roberto Cosa, de 1977),
y protagonizada por Carlos Carella y Ulises Dumont, en
cierta medida llega tarde a esa exploración.
Dos hermanos –Pipo y Juan– distanciados
por un equívoco de honor: Pipo. Y en otro equívoco, cada una de las familias
espera a la otra, y en el tiempo que va pasando, se develan las antiguas
fracturas entre ambos hermanos –que vienen desde la infancia, desde las
obligaciones supuestas, desde los afectos asimétricos: el tema del “hijo preferido” –.
La obra usa un artificio teatral
notable: un mismo ámbito –un departamento de contra frente en un edificio de
altos, con un patio en el que se halla un sillón hamaca, heredado de los
padres, un comedor y un pequeño living con una mesa tablero de ajedrez–
que se repite en forma especular:
representa tanto la casa de Pipo como la de Juan.
El efecto dramático de dicho artificio
–en
la que las escenas se suceden de cada casa a la otra– proyecta una suerte de
realidad virtual, que es utilizada por el director al límite, en la que cada
uno de los hermanos le habla al otro o lo reprocha allí –directamente frente a
él, sin que él esté presente–. Esto le da
a cada diálogo un tono peculiar, y le permite al espectador hurgar como testigo
omnisciente, puede ver y escuchar ambas familias al unísono.
Todos los personajes son patéticos
–del griego pathetikos, formado de pathos = emoción o sentimiento, que
exponen melancolía e iko =
relacionado con– en el sentido que
exponen sus pasados, como queja, como frustración, como resentimiento. Desde la infancia –donde ambos hermanos
involucran a los padres en tempranas frustraciones y reclamos–
hasta una relación laboral truncada por una aparente traición –la sustracción
de un diseño de válvula, que habría hecho Pipo en perjuicio de la fábrica de
Juan–, los sentimientos se muestras
anclados en ese pasado, incapaces de ser superados; hasta las propias
posiciones corporales de ambos hermanos parecen guiadas por esas emociones.
Algunas
recepciones de la obra introdujeron las palabras reencuentro, redención y perdón, pero no hay nada más lejano.
Juan le presta el dinero que le pide su hija sin convicción, sin entender lo
que está en juego para su hija, sin comprender siquiera la elección sentimental
de Alicia; el mismo Juan sienta su amargura sobre la aparente traición de Pipo,
pero resulta que el diseño de la válvula era del propio Pipo, y que al
llevársela le habría hecho un favor, pues en el relato surge que Pipo no tuvo
ningún éxito económico, ni el competidor que la recibió. Pipo se alcoholiza
para poder poner en palabras el adulterio de su mujer y su viejo amigo, pero el
final encuentra a cada familia incapaz de levantar el teléfono y deshacer el
equívoco sobre el lugar de la cena, o incapaces de corregir la sombra del
pasado familiar sobre sus juicios actuales. Los personajes actúan por espasmos,
sin convicciones, por inercia y sin capacidad de ser auténticos –sino en
poquísimos cuadros.
La
escenografía e iluminación resuelven con agilidad el artificio que presenta el
autor; y las actuaciones son correctas, apoyándose sobre los caracteres
patéticos, sin mucha hondura. Sí vale la pena señalar, podríamos señalar a Marianela
Ávalos como Alicia, no porque haga una diferencia con el resto del elenco, sino
porque su personaje parece el más auténtico, desde el mismo texto de Gorostiza.
Tal vez el
lejano eco del formidable elenco original, le hayan trasmitido a la obra un
sabor que el texto no muestra, donde el artificio de una realidad en paralelo,
no alcanza a llenar la linealidad y patetismo de los personajes, incapaces de
alcanzar ninguna profundidad, ni de conformar ningún paradigma.
Ficha técnico-artística:
Elenco:
Norberto
Gonzalo: Juan
Nora
Kaleka: Zule
Marianela
Ávalos: Alicia
Alejandro
Fain: Pipo
Silvana
Sabetta: Betty
Gabriel De
Coster: Agustín
Duración: 75 minutos
TEATRO LA
MÁSCARA
Piedras 736
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4307-0566
Web: http://www.lamascara-teatro.blogspot.com
Entrada: $ 100,00 - Sábado - 20:30 hs
Piedras 736
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4307-0566
Web: http://www.lamascara-teatro.blogspot.com
Entrada: $ 100,00 - Sábado - 20:30 hs
Hasta el 29/11/2014
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