lunes, 17 de julio de 2017

Chau Misterix

Puesta de una obra de Mauricio Kartun
en el
Patio de Actores 

Escribe:
Alejandro Miroli

El Club 3 de Febrero convoca a un concurso de máscaras el 23 de febrero de 1958, el mismo día en que se llevan a cabo los comicios presidenciales que ganara la formula Frondizi-Gómez de la UCRI con el 52, 77 % de los votos válidos. Ese resultado se debió fundamentalmente al electorado justicialista que votó una vana esperanza de reconciliación y superación de las antinomias, que la historia y los actores sociales argentinos no permitieron aún.

La obra cuenta la historia de los chicos y sus situaciones –la observación de un eclipse en esa o aquella terraza y un fondo de botella verde “blanca no porque te podés quedar ciego” son el enlace entre los momentos de seducción, atracción y descubrimiento del deseo.   Y en el concurso de máscaras –donde los chicos quieren bailar rock roll y lentos “tango no”– gana Rubén cuyo padre es el encargado de revisar las finanzas del club, y gana con una vestimenta de gaitero asturiano; pero su relato era de un traje Braudo “de largos” –la señal de virilidad, el rito de pasaje de todo adolescente en esa época– y su imaginario es Misterix, y con éste, el mundo de aventuras en lugares remotos, salvajes donde la supervivencia está siempre bajo amenazas, pero allí Misterix y sus poderes atómicos terminaba superando toda adversidad.



Misterix fue uno de los superhéroes que poblaron los fumetti que aparecieron como parte de la cultura italiana de postguerra. El personaje aparece en 1946 –un científico inglés que tenía un cinturón con una pila atómica en su hebilla, del cual salía un rayo que le permitía vencer a sus enemigos y le daba poderes como la capacidad de volar– con guión de Maximino Garnier y dibujos de Paul Campani; tomando la redacción muy pronto Alberto Ongaro. Y poco después comienza su publicación en la Argentina de la mano del notable editor que fue Cesare Civita –fundador de la Editorial Abril– y que trajo a la Argentina a varios de los artistas que producían historietas en Italia como Alberto Ongaro y Hugo Pratt. Así Misterix, con su cabeza cubierta con grandes audífonos fue uno de los primeros superhéroes argentinos. Antes que los personajes de DC o de Marvel fue Misterix quien conformó la educación emocional de los jóvenes; y de ese modo pobló los imaginarios juveniles de los 50.

Las metáforas toman a sus autores, cuando van más allá de una frase o expresión. El mismo tiempo en que los jóvenes del club 3 de Febrero exploran el descubrimiento del cuerpo, la incipiente sexualidad, el abandono de la fantasía y la súbita entrada en el reino de lo real –cuando el si-yo-quiero se torna yo-no-quise– es el mismo tiempo en que la Argentina ensaya una salida anormal –vía la proscripción del mayor partido político argentino- a la anomalía política que generó el golpe de 1955; el mismo fracaso anunciado en esa elección, es el mismo descubrimiento del fin de la aventura fantaseada. Así la historia personal puede ser clave de la historia política nacional, el pequeño mundo del patio de la vereda y el patio del club barrial puede ser la nación y sus historias en conflicto. O no. Obra de crecimiento o exploración simbólica de una línea central de nuestra historia contemporánea ambas facetas están en la obra, y la puesta se encarga de ponerlas al alcance –una pintada Frondizi-Gómez y una referencia al día de elecciones lo hacen presente.

Todas las actuaciones contribuyen al gozo de la vista, son precisas, no hay tiempos muertos, el cambio de cuadros es rápido y los sueños y las realidades se marcan sin ambigüedad. La música y la vestimenta contribuyen a la ambientación, una escenografía de partes móviles contribuye al pasaje de la vereda al patio del club 3 de Febrero, y la iluminación acompaña –desde la luminosidad del día, a la celebración nocturna de las máscaras.
Sería bueno que –de no haberlos ya– hubiera horarios y promociones para escuelas, ya que es una obra que merece ser vista por jóvenes que cursan las materias de Literatura Argentina de la escuela media; ya que a nosotros nos involucra como generación y a ellos como receptores, y sería bueno que quienes leyeran esto y pudieran hacerlo, se plantearan esa tarea. Merece ser vista y más por los jóvenes.



Sinopsis de Prensa:

Rubén tiene diez años y una curiosidad enorme hacia el mundo que lo rodea. Pero a menudo sus padres y sus amigos son incapaces de satisfacer sus demandas. Entonces siente incomprensión, soledad, vergüenza, miedo. Misterix, un personaje de historieta, es el héroe y el refugio de Rubén. Rubén imagina que es Misterix, y de esa manera logra canalizar y exteriorizar todos los impulsos que debe ocultar o reprimir en la vida real. El héroe de la historieta le permite a Rubén asumir sus sueños de libertad: entonces es lindo, alto y fuerte; las mujeres lo aman; es el rey del baile; y, por supuesto, no necesita esos estúpidos anteojos. Pero Rubén deberá, a la fuerza, aceptar por fin la realidad, con todo el dolor que representa la pérdida de la omnipotencia, que se aleja para siempre con la figura de Misterix.





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