Escribe:
Fernando González Oubiña
Un sur
platónico se manifiesta en escena. El escape al bosque planeado por tres amigos
que compartieron en la adolescencia la escuela secundaria, conlleva una
excesiva carga de recuerdos, rituales secretos ahora liberados en la naturaleza.
La concreta
dramaturgia arroja a los actores hacia algunos de los peores desafíos que un
autor puede imaginar, comenzando por el planteo de recrear un exterior en
escena, tarea infinita. Mariano Saba necesita víctimas más que actores, y en
esa concentrada imaginación de buscador de situaciones les hace a estos
artistas un gran favor, les plantea enormes dificultades y, hablando en
lenguaje teatral, no existe nada mejor para que la trama sea trampa, para que
lo obvio no abunde y la comedia florezca. En escena lo complejo suma, lo
difícil potencia y aquel fantástico requerimiento de la totalidad de la sangre
que corre por las venas de seis actores lleva la comedia a muy buen puerto.
Ajustada a un tiempo pasado pero no lejano, la obra está muy bien escrita y se
agradece, ya que a partir de ahí el director, Francisco Prim, recrea y potencia,
alcanzando todos los objetivos planteados por el texto con creces. Su mayor
logro es la definición matemática de los cambios de estados emocionales de los
personajes, sin llegar a la exageración o al lugar común. Todas las situaciones
se transitan y son creíbles porque los que están en escena las viven y se
entregan, Prim los conduce a contrastarse, a ciertas sutilezas bien logradas.
Trabajo bien hecho y se nota minucioso.
Que no haya ostensibles desniveles en las actuaciones es parte de ese buen trabajo de dirección, ya que el ojo entrenado puede hallar recursos disímiles, pero siempre valorables en escena. El clima comienza a lograrse con el recurso de la acción ya empezada, eso colabora enormemente en que el espectador se concentre en lo que sucede inmediatamente, todos se quitan sus abrigos en silencio, se ordenan… y en escena un ruso: Vladimir, que impone una entelequia inescrutable, es peligroso, intimida. Pablo Mónaco se luce desplegando una prolija gama de recursos de actor experimentado.
Los personajes
que se liberan en este entorno natural crean enigmas, manifiestan sus pasiones
y no pueden zafar de sus fantasmas. ¿Hasta cuándo puede durar, en la impotencia
del deseo, el recuerdo de un amor adolescente? ¿Se volvieron a juntar The
Beatles? ¿Un walkman es un portal a mundos paralelos? Tomás Mejía (Jhonny) y
Fermín Varangot (Facu) logran cada uno sus buenos momentos, el primero como
conductor, dramáticamente hablando, de muchas situaciones. Varangot victimizado
por el amor, hace cosas que el público disfruta. Párrafo aparte para el tercero
de los amigos que está lleno de conflictos y contradicciones, Luca es
interpretado por Santiago Fondevila, quién es capaz de forzar ciertos límites
de estilo sin discordar ni agenciarse de una atención que no le corresponda;
sólida composición con sutilezas relajadas, actor de recursos que sabe cómo y
cuándo desplegarlos.
La verdadera
química es la que desorienta. La de laboratorio que estudian los amigos en esa
carpa, en el camping del ruso, para dar un examen… y la química de la joven pareja:
¿quién se queda con la hermosa muchacha, si casi todos la desean? Los pasajes a
temporalidades absurdas que plantea la dramaturgia podrían incluso potenciarse en
conductas aún más extremas y un absurdo más feroz, ya que el texto lo
soportaría, estos efectos logrados con muy poco son muy eficaces, lo mismo que
el ahorro y sincretismo de la escenografía de José Escobar. Flor Chmelik Martinec
(Karina) y Fran Andrade (Cristian), novios en la ficción, aportan tensión
sexual y mucha piel descubierta, que domina el camping, los fenómenos
climáticos y las fantasías de estos tres amigos. Ambos ganan en calidad expresiva
cuando se transforman en los cambios de temporalidad mencionados que plantea el
texto, en esos futuros a desarrollar cuando el mágico cassette es regrabado.
Nadie va a
salir defraudado luego de asistir a las funciones de “La Química diaria” en
NüN.
Verano. Sur patagónico. Tres amigos acampan cerca de un lago. A las
puertas de la vida adulta, Johnny, Luca y Facu sopesan sus días ya vividos, sus
decisiones. Johnny porta un casete donde en la remota pubertad supieron grabar
sueños para el futuro. El único dispositivo para escuchar la cinta llega de la
mano de Vladimir, dueño del camping, quien les presta un walkman de curiosa y
mágica procedencia. El tiempo pasa. Y de pronto, en medio de la rústica
convivencia, Facu se ve sacudido por la vuelta de Karina, un amor imposible de
colegio. Un amor que no fue. ¿Se puede cambiar el pasado? ¿Y el futuro? ¿Habrá
tiempos paralelos donde nuestros sueños incumplidos se concretan con feliz
normalidad? ¿Qué hubiera sido de sus vidas si en aquella grabación otras añoranzas
hubieran quedado plasmadas? Facu intentará saldar estas preguntas modificando
los viejos deseos grabados en la cinta. Pero el tiempo no sabe nada de
nosotros, y juega sus dados multiplicándose con una ironía precisa e inexacta a
la vez.
Ficha técnico-artística:
Francisco
Andrade, Florencia
Chmelik Martinec, Santiago
Fondevila, Tomás Mejía, Pablo Mónaco, Fermin
Varangot
Duración: 75 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
NÜN TEATRO
BAR
Juan Ramirez de Velasco 419 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4854-2107
Web: http://www.nunteatrobar.com.ar
Entrada: $ 200,00 - Sábado - 16:30 hs - Hasta el 07/10/2017
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https://www.instagram.com/la.quimica.diaria/
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