miércoles, 18 de octubre de 2017

DUELO DE TALENTOS MIENTRAS LA NIEVE CAE BLANDAMENTE


VIGENCIA DE
ALBERTO DRAGO



ESCRIBE: GONZÁLEZ OUBIÑA

Me encuentro con Alberto Drago en el foyer del teatro, sólo pasaron treinta años desde nuestro cotidiano trascurrir por las aulas de la Escuela Nacional de Arte Dramático “Antonio Cunill Cabanellas” él como docente, yo como alumno. Estupenda oportunidad de conversar nuevamente con un grande de la literatura dramática argentina, raro privilegio ya que pensaba navegar en internet a la pesca de cifras, una curiosidad cuantitativa me alentaba; no hizo falta, Alberto me contesta: son ochenta y seis obras teatrales escritas.
Yo pregunto: ¿Cuántas estrenadas? Más de setenta… valga esto como introducción.


En esa maravillosa madurez artística se cifra, germinal, un texto incendiario plagado de conceptos molotov que este avezado hilvanador de palabras materializa con total control de su potencial creador. Drago imagina dos hombres reunidos en una coqueta confitería porteña aquel 9 de julio de 2007, cuando nevó en Buenos Aires luego de 89 años. Memorable suceso para ubicar la acción, esos dos seres tampoco olvidarán la nieve que cae blandamente sobre la Reina del Plata. Completando la metáfora nos enfrentamos al gélido corazón de Luis, el mayor de estos varones, reconocido literato, compendio de tilinguerías e indeseables defectos que cualquier humano debería rehuir, también cipayo y autócrata se agencia  todas las incorrecciones políticas y vergüenzas ajenas; contrapuesto al otro personaje: Paul, que se abisma en el descubrimiento casi estratigráfico del sujeto famoso, ícono cultural al que aspira conmover. El entramado psicológico y emocional de alto voltaje en la dramaturgia de Alberto Drago merece el calificativo de impecable, sin más. Diálogos de una intensidad conmovedora sustentados en la maestría de una pluma experimentada, que incluso elije al personaje central como alguien de su gremio, creando ese alter ego malicioso desde donde puede decir muchas cosas, eso hace Drago en un cuidado ejercicio de virtuosismo literario, ya que en las palabras de este personaje hay despliegue y alarde de su vasta cultura, también un profundo conocimiento del idioma, de la semántica y la semiótica. Ovación de pié para esta dramaturgia y para el animal de teatro que es Alberto Drago.

Sobre este luminoso andamiaje de palabras, el director Eduardo Lamoglia, en un ejercicio sólo posible por los grandes directores, se abstiene de grandilocuencias, ahorra y concentra. Economiza desplazamientos o efectos superfluos. Otros aún en desmedro del producto artístico suelen mover a los actores absurdamente, para “dinamizar”. Muy por el contrario, Lamoglia maneja con rienda firme una exquisita sobriedad en su puesta en escena y en esa economía total elije concentrarse en la emocionalidad de estos seres, en el valor de las palabras, en la emisión de claros conceptos; luego orquesta sensaciones e intensidades, y a su antojo las condimenta con brevísimos e imprescindibles desplazamientos y así, ya completamente atrapado el espectador, logra conmover. También se nota un celoso manejo de las sensaciones físicas enunciadas explícitamente o no, que los actores también saben sostener. Pero el logro que realmente enaltece el trabajo de dirección es esa prolija voluntad de conjunto, su madura humildad posibilita una expresión de unidad muy minuciosa que hace de este hecho teatral una valorable obra de arte. 

Los actores están a la altura de las anteriores menciones para completar este círculo virtuoso. La necesidad de un hombre joven de encontrar sus raíces, la verdad genética como derecho en oposición al egoísmo de otro hombre, el de mayor edad, que compendia defectos e ideas reaccionarias, que omite y simplifica desde lo sensible para complejizar el lenguaje y así defenderse del embate emocional que supondría reconocer a un hijo biológico, indeseado, sorpresivo. Este hombre mayor es un reconocido poeta, aspirante consuetudinario del Premio Nobel y lejanamente inspirado en Borges.

Drago ficcionaliza veladamente algunos de los mas cuestionables aspectos de la personalidad del autor de El Aleph con gracia y sutileza, para dejar todo en manos de un excepcional Julio Ordano que bien sabe llevar esa partitura; al desplegarla relajadamente logra abarcar todos los registros que el personaje requiere, y lo hace con creces. Se nota un depurado manejo de tonos y se oye una voz privilegiada en escena. Ordano sabe muy bien cuando extremar aquellos matices más desagradables del rol y también sabe como desandar ese camino y mostrarse vulnerable, hasta descarnado. La corporalidad del personaje va desde la hidalguía hasta la ancianidad, es capaz de contradecirse sólo para tomar carrera y reafirmar aquellas conductas que supuestamente intenta disimular. Aquel célebre texto de Shakespeare, cifrado en Hamlet viene a mi memoria gracias a Ordano: “Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción…”  Merece todo mi respeto y admiración su virtuoso ejercicio artístico. 


Ulises Puiggrós corresponde a esa descripción que momentos antes de la función me hiciera de él el autor de la pieza: “es un entusiasta”. Claro que lo es, y más aún teniendo en cuenta que se pone a la altura de estos titanes del escenario con absoluta dignidad. Ulises se mide con los grandes y eso es lo que debe hacer un artista que se precie de serlo; lo fantástico es que sale airoso de este desafío con a un trabajo cimentado en fuertes emociones pero muy concentradas, muy medidas, y ahí encuentra un tesoro logrando momentos de absoluta credibilidad desde el silencio y el no hacer, y eso es algo muy difícil: el escuchar, el recibir. Puiggrós hace esto una y otra vez a lo largo de la pieza, cada vez con un distinto matiz; en un principio se luce transmitiendo a su cuerpo una total incomodidad que lenta y progresivamente muta en desprecio, luego en amor, incluso en desconcierto. Gran trabajo.


Los demás aspectos de la propuesta están a la altura: luz, escenografía y vestuario acompañan la muy recomendable: Contemplo la nieve que cae blandamente. Quedan pocas funciones, debería El Tinglado atestarse de espectadores para que esta estupenda ceremonia continuase en cartel.

SINOPSIS DE PRENSA:
Un encuentro entre dos hombres Luis y Paul.
El amor, el miedo, el rencor y la admiración, son los sentimientos que ahogan la posibilidad del encuentro. ¿Que los llevo a este momento?
Preservar una libertad basada en la falta de compromiso los estrella contra la soledad, a pesar de las ironías y el humor.



Ficha técnico-artística:

Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos


EL TINGLADO TEATRO
Mario Bravo 948 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4863-1188
Web: http://www.teatroeltinglado.com.ar
Entrada: $ 300,00 - Domingo - 20:30 hs - Hasta el 29/10/2017 

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