SE CANTA Y SE BAILA
Escribe:
FERNANDO
GONZÁLEZ OUBIÑA
Hay espectáculos que se quedan en el corazón y lo
acompañan a uno de regreso a casa por las veredas de esta Buenos Aires tan teatral,
tan plena de imágenes que siguen remitiendo al tango. Confesiones en 2 x 4, (Qué me van a hablar de amor!) está destinado
a ser de esos momentos teatrales que debemos atesorar, rara joya que sale de
gira a encontrar espectadores por las rutas de nuestro país, motivo o razón
para que todos aquellos que disfrutan del buen teatro estén atentos.
La pluma reconocible de Andrea Juliá, dramaturga y actriz
multi-premiada -Ver http://arteenbaires.blogspot.com.ar/2017/09/magico-recorrido-dentro-del-alma-de_18.html-, alcanza en esta pieza una sólida madurez, porque desde su
experiencia actoral ella sabe muy bien como ofrecer situaciones escritas como
plataforma de creación, ya que eso es el texto teatral, un lugar en el que el
actor hace pie para pegar el salto, y aquí sucede con dicha. El análisis del
texto, si fuera menester formular una crítica literaria, nos propone el recorrido sensible por un
pasado idílico, donde elementos de la más elaborada modernidad, en términos de
literatura dramática, tornan simbólicos los contenidos, mientras las acciones y
planteo escénico nos remiten a una Buenos Aires en el filo de los años
cuarenta, sin que esto sea explícito.
La obra conjuga monólogos de cada una de las tres
protagonistas con secuencias de acciones muy ajustadamente coreografiadas. Los
textos adquieren el ritmo de un vodevil que enlaza el tango cantado con la
repetición de estos, que cada vez adquieren un nuevo y sorprendente sentido;
las actrices transitan con idénticas palabras sensaciones muy diferentes.
También hay momentos de relajada comicidad y otros donde se torna intensa la
sensibilidad femenina. Ciertas acciones simbólicas, que ya constituirían una
marca registrada de Juliá, siembran el escenario de recorridos no cotidianos y
muy atractivos contrastes físicos, planteando siempre la búsqueda de un
lenguaje novedoso y personal que potencia en todos los casos la teatralidad.
Los personajes están muy bien delineados y una vasta gama de posibilidades
interpretativas también se desprenden de esta dramaturgia que transita lo
poético. Soñado edén teatral para estas artistas el contar con una autora-directora
que enhebra palabras a medida, en los momentos justos y con las intensidades
correctas.
En su desempeño como directora de su propia pieza Andrea Juliá
decide recorridos y plantea espacios sólo con lo indispensable, tres sillas, un
perchero y la radio, que sin embargo dejan claros los espacios. Se percibe la
prolija economía como elemento disparador de conductas que definen el estar y
el transitar por el espacio de las actrices. Juliá opta por un recurso riesgoso
que es el stop, momento donde el
actor congela el movimiento, y lo utiliza varias veces. La recurrencia de esta
conducta no molesta ya que en los stop
las actrices no están detenidas. Gran acierto, delgada sutileza.
Las tres mujeres componen partituras emocionales
resueltas en actitudes distintas y complementarias, se trata de tres amigas que
presencian diariamente las transmisiones radiales en vivo. En auditorios
atestados de fanáticas del cantante de moda, todas pugnan por esa mirada, por
ser distinguidas entre una multitud, cada una desea ser la elegida, aquella
mujer especial que el astro convierta en su esposa, para esto se valdrán de
femenina astucia y metralla de seducción y así lograr captar la atención de él,
El Varón del Tango. Sus vidas adquieren sentido en ese instante mágico: el de
la transmisión radiofónica, para luego desencadenar un océano de frustración si
no logran ese contacto deseado, que de no existir se inventará y se imaginará.
La masculina sonrisa más un guiño, las palabras casuales del cantante querrán
decir otras cosas, se convocará así un universo tan frágil como el éter. Todas
anhelan ese momento a solas, la atención exclusiva y la sonrisa de él, el
idealizado, aunque sea por un segundo, tiempo que amplificarán en su ardiente
imaginación, convirtiendo el relato de un instante tonto en épicos sucesos
amorosos para que sus amigas mueran de envidia.
Cabe destacar el parejo nivel actoral de las tres
intérpretes, todas tienen sus momentos de lucimiento y cada una es poseedora de
alguna cualidad sobresaliente. En el caso de Lili Bucay, es una prolija
ingenuidad y es un detalle no menor siendo la mayor del grupo, ya que esa
conducta torna graciosos muchos de sus comentarios que son celebrados con las
risas del público, luego la intensidad emocional de su monólogo da prueba de lo
variado de su registro. Marina Pinus exhibe contrastes marcados que estimulan
no sólo la acción dramática, sino las conductas de sus compañeras de escena, es
una actriz con presencia escénica y un decir muy particular. Finalmente, Lorena
Bernasconi completa el terceto con una elegancia muy presente en sus
movimientos, seducción y belleza que traspasa la cuarta pared, dando a cada
palabra su justa intensidad y entregándose a un recorrido de sensaciones que
sabe transitar con sutileza. Todo suma en esta propuesta, vestuario,
iluminación y coreografía sitúan y dan un gran marco a esta obra que es desde
todo punto de vista una gran celebración de la teatralidad.
Sinopsis
de Prensa:
Tres
mujeres. Un amor. ¿El real? ¿El soñado? ¿El deseado? Nora, Susana y Aída aman a
un hombre y en él al amor en sí mismo. Temen por la soledad, el abandono y la
felicidad trunca pero alimentan la ilusión de que el hombre llegará a pesar de
todo. Tres mujeres que a través del humor, la poesía y la música podrían ser
una. O podrían ser todas las mujeres que aman. Y un hombre: Él. El varón del
tango.
Ficha técnico-artística:
Gustavo
Di Leo
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Musical, Teatro, Adultos
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