entre
Prudencio
Prudencio
y
Lombardero
Escribe:
Alvarez
Castillo
“El 29 de oct. se puso in scene
mi ópera D: Giovanni, y por cierto con el más clamoroso éxito –ayer se
representó por 4 Vez/: y por cierto en mi Beneficio.”
Fragmento de una carta de Mozart
a Geoffrey de Jacquin,
fechada en Praga el 4 de
noviembre de 1787.
En el Ciclo de Ópera
de este año, Buenos Aires Lírica nos
ofreció para fines de agosto una serie de funciones de “Don Giovanni”, este dramma
giocoso u ópera buffa. Y la
puesta y dirección, sumados los músicos y el elenco en pleno, han estado a la
altura de la misión, entregándonos un espectáculo para el recuerdo.
Una obra que supera
los dos siglos desde su estreno, continúa entusiasmando al público más variado.
No podemos ser indiferentes al equilibrado, al tiempo que logrado, libreto de Lorenzo Da Ponte y la música de este
genio llamado Mozart. Desde ese 29
de octubre de 1787, se han sucedido puestas en escena con infinidad de
concepciones estéticas –recordemos que es una de las diez obras más
representadas– y en esta post-modernidad, como sucede para todo aquello que en
arte puede denominarse “clásico”, se
han intentado una pluralidad de interpretaciones. Algunas con más suerte que
otras. Éste es el destino histórico de la segunda ópera que Mozart estrenara en Praga, con igual o
mayor éxito que el obtenido con “Las
bodas de Figaro”.
La crítica
especializada ha calificado como excelente el trabajo liderado en la Dirección
musical por el Maestro chileno Pedro
Pablo Prudencio y también a la innovadora puesta en escena de Marcelo Lombardero, sin escatimar
elogios al resto de los artistas convocados. Sin extendernos en esto, hacemos
mención que Jorge Aráoz Badi, desde
su columna en La Nación, nos habla de
un memorable Don Giovanni. No está en
nuestra capacidad ni conocimiento detenernos en las cuestiones musicales ni
operísticas, nos limitamos a consideraciones como las expresadas inicialmente y
algunas otras apreciaciones.
Es una representación
que ha atendido a la faz más teatral de esta ópera; ópera ligera de por sí y no
por ello menos dramática. Si bien consideramos que mucho de lo que propone la
puesta solicita un elenco joven, en especial un cuerpo de baile apropiado. La coreografía
tiene su punto más alto en la presentación del ballet femenino que acompaña la
escena de la cena final. Transparencias y conjuntos negros, movimientos
sensuales, trasmiten erotismo y voluptuosidad. A diferencia de los méritos de
este cuadro, en el final del primer acto se acentúa en demasía el vodevil montado
en escena –por momentos, en el límite de lo bizarro– en desmedro de la gravedad
general de la obra. Un clima disoluto que hace un guiño a nuestra sensibilidad
contemporánea.
En esta línea de
análisis, consideramos que la televisación, en la aparición final del
Comendador, resta dramatismo. Es innovadora, pero para la recepción de la obra es
pérdida, no ganancia.
Elogiamos lo técnico
y lo tecnológico. El uso de pantallas LED y el trabajo, merced a este recurso,
de dos niveles –con sus variaciones escenográficas, climas y ambientes– es
interesante. La concepción de Lombardero hace un uso inteligente de estas
posibilidades.
Puesta innovadora, al
tiempo que medida. Tiene la virtud de no creerse por encima del espíritu de la
historia, algo que en ocasiones sucede tanto en novedosas visitas al repertorio
histórico, así como en obras de otros géneros, por ejemplo: en el teatro.
Sinopsis
de Prensa:
El mito tragicómico del dissoluto
punito, tan misteriosamente autobiográfico de sus autores Mozart y Da Ponte, a
cargo esta vez de un elenco joven pero experimentado bajo la dirección de un
régisseur que nunca deja de sorprendernos. Con la dirección musical en manos de
quien ya nos ha demostrado con creces su afinidad con Mozart.
Siempre orientado a tomar la iniciativa
en puestas en escena de obras clásicas, la visión de Marcelo Lombardero cobra
vida gracias a la colaboración de la firma Multiled y de la tecnología de sus
productos LED, sin los cuales el original concepto de Lombardero no habría sido
realizable y a quienes BAL expresa su agradecimiento. Completan el equipo
escénico Diego Siliano en escenografía, Luciana Gutman en vestuario y Horacio
Efrón en iluminación.
Una puesta en escena renovadora y
contemporánea en la que el uso de la tecnología está al servicio del concepto
sobre lo efímero de los vínculos.
Ficha
técnico-artística:
Don Giovanni, ópera en 2 actos
Música: Wolfgang Amadeus Mozart
Libreto: Lorenzo Da Ponte
Dirección musical: Pedro Pablo Prudencio
Dirección escénica: Marcelo Lombardero
Escenografía: Diego Siliano
Vestuario: Luciana Gutman
Iluminación: Horacio Efron
Coreografía: Ignacio González Cano
Dirección del coro: Juan Casabellas
Cantantes:
Nahuel Di Pierro (Don Giovanni)
Iván García (Leporello)
Oriana Favaro (Doña Ana)
María Victoria Gaeta (Doña Elvira)
Cecilia Pastawaski (Zerlina)
Santiago Bürgi (Don Octavio)
Hernán Iturralde (Comendador)
Mariano Fernández Bustinza (Masetto)
Producción: Buenos Aires Lírica
Teatro: Avenida.
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