y
la participación especial de
Pablo
Martínez Burkett
y
Mariano Shifman
El domingo 4 de mayo, a las 20 hs., dio comienzo
el segundo Ciclo de El barco ebrio. Casi 10 años después del anterior ciclo de
recitales de poesía –en ocasiones acompañados de música y teatro – que tuvieron
lugar en el Bar La Farsa, de Villa
Urquiza, en su mayoría, y en el Bar Museo
de la Fotografía Simick, en Chacarita.
Algunos viejos integrantes de esos días, y otros nuevos, que serán parte
del nuevo Ciclo, se juntaron en Profano, un bar pintoresco,
colorido, situado en Acoyte 954, barrio de Caballito, que albergará a este
barco en su segundo viaje.
Destacamos la generosidad de Ximena y Leandro,
dueños del bar, por permitirnos dar vida en Profano a esta aventura.
En gesto, que busca ampliar la convocatoria, este
ciclo se denomina: “Ciclo de Lecturas El barco ebrio”.
En la velada se realizó un homenaje a la poetisa Alfonsina
Storni, nacida un 29 de mayo, en 1892 y fallecida el 25 de octubre de
1938. Pablo Martínez Burkett realizó la
lectura de un artículo propio, y Héctor
Alvarez Castillo matizó con la lectura de algunos poemas de Alfonsina.
Entre los escritores invitados, cuya lectura
estaba programada para este primer encuentro, leyó parte de su obra el poeta Mariano Shifman,
realizando una
interesante introducción sobre su relación con la literatura, los otros
escritores y la conducta de las editoriales, entre otros temas.
Soneto del
insomne
Mi
sino es una larga madrugada
de
sueños codiciados y de espera;
cada
segundo pesa y me lacera
como
la gota que a la piedra horada…
sin
ser piedra: mi mente atribulada
zozobra
y busca en vano una escollera,
una
mínima tregua, tan siquiera
flotar
en el remanso de la nada.
Desentenderme
ya, ignorar el mundo,
fugarme
algunas horas (poco pido),
hasta
que irrumpa el vértigo del día.
La
oscura lucidez –mi mal profundo-,
que
se convierta en bálsamo de olvido.
Dormir
al fin, mi módica utopía.
Del humillado
Desdén, diaria fatiga, el vituperio
de
acatar una voz porque se eleva;
rendir
la endeble espalda en que se prueba
el
tenso látigo de cada imperio.
Como
si nada. Como si el criterio
que
recluta a los siervos de la gleba
fuese
divino. Ya no me subleva
ni
el silencio de Dios, el gran misterio.
Quien
me demanda cuenta con su ofrenda:
Dios
son los otros, hasta nuevo aviso;
les
basta el apetito o el alarde.
Yo,
desconozco aún lo que preciso:
si
olvidar, no olvidar, que Alguien comprenda,
o
sentir que mi llama también arde.
Paul Morphy
A mi arribo, ¿qué había en el tablero?
Lances y trampas, fuegos de
artificio;
la fácil tentación del
sacrificio
infundado; recursos de embustero.
Yo fui la exactitud, yo fui
el primero
en combinar belleza y justo
juicio:
mis planes transformaban en
novicio
al táctico más hábil y altanero.
Rendí con mi estrategia a
toda Europa:
manejando mis lúcidos
trebejos
era impensable continuar más
lejos.
Y entonces, me nublé: el
viento en popa
mutó en borrascas, en partida
oscura.
Y me dejé vencer por la
locura.
Posteriormente, hizo su parte Pablo Martínez Burkett, leyendo dos ficciones breves, de los libros
“El forjador de penumbras” y “Los ojos de la divinidad”, y un poema.
Sin
contraseña
Porque si no te mantienes despierto vendré como un
ladrón, sin que sepas a qué hora te sorprenderé.
Apocalipsis 3:3
Después de tres días de lluvia, el cielo estrena un sol
de color amarillo perezoso y enhebra algunas nubes, distraídas del destino de
los hombres. Allá, contra el río, un avión maniobra rasante en aproximación a
la pista del Aeroparque. Pienso en sus pasajeros. Muchos vendrán por negocios,
otros tantos de paseo. Tal vez alguno ya vislumbra las sábanas que lo esperan
con carnal impaciencia mientras que otro, quizás, no imagina que lo aguarda una
noticia inaplazable. Lo mismo podría predicarse de cada uno de los que vamos en
esta marabunta de autos que vomita el Acceso Norte. En este momento son las
penurias del tránsito las que nos embriagan hasta la somnolencia. Dentro de un
rato, cualquier otra cosa. Y vamos por la vida como en un sueño. Y en la hora
mejor (porque siempre es en la hora mejor), alguien nos sacude para
apercibirnos de que estábamos soñando.
Hoy me gustaría ser Cósimo Schmitz, aquel célebre herrero
del cuento de Macedonio Fernández a quien, en una cirugía pública, le
extirparon el sentido de la futuridad. Y si es por querer, ni siquiera aspiro a
conservar los preceptivos ocho minutos de anticipación. No deseo esa
previsibilidad. En realidad, lo que quiero, aunque yo no maté a nadie, es andar
por el mundo sin esperanza pero también, sin temor. Vagar, indolente. Dejarme
vivir, desnudo de urgencias. Sentarme en un bar a mirar la gente que pasa por
la vereda mientras se me enfría el café. O envidiar la juiciosa ignorancia de
las palomas en la Plaza de Mayo. Ya. Ahora. Como si tuviera la contraseña para
eludir esta brutal sucesión de causas y efectos.
¿Al final qué somos? Rostros, recuerdos, remedios.
Santos, devociones y rezos. Contiendas, fracasos, ilusiones. Una ristra de
palabras en el relato de una divinidad dormida. Eslabones en la azarosa cadena
de la vida. Nunca sabremos cuándo fue la última vez que hicimos algo, que
estuvimos con alguien. Pero deberíamos. Porque uno hubiera podido retener un
detalle, paladear una melodía, preservar el eco de una caricia. Recobrar el
olor del aceite de oliva con el que cocinaba mi abuela. O el aroma quieto de
azahar en la madrugada o la sonrisa aquella, por haber merecido el primer beso.
¿Y si me bajo de este aluvión inmóvil de coches que no va a ninguna parte? Eso
sí que sería incurrir en algo novedoso. No hacer lo esperado. No cumplir con
todo. Deshonrar la confianza de todos. Descarriarse. Consentirse. Ser otro.
Eso, ser otro.
Un sobre blanco con los colores sobrios del Hospital
Zonal va en el asiento del acompañante. Lleva mi nombre. Bien conozco el
veredicto que cobija. Sí, así, sin aviso. Es un juego perdido, sin sentido, lo
sé, pero igual apostaría el olvido de lo que fui contra la ignorancia de todo
lo que no seré, salvo una foto marchita.
Pablo Martínez Burkett
Ambos autores, al término de sus lecturas,
dialogaron con los espectadores, creándose un buen intercambio de ideas, en el ping-pong de preguntas y respuestas, que
es ese plus añadido que se anhela
lograr en estos encuentros.
En la última parte, con la invitación a micrófono
abierto, el poeta Héctor Urruspuru,
que en un gesto de amistad y confianza se hizo presente, interpretó, con gran
experiencia en esto, poemas de su autoría. Urruspuru
es un histórico coordinador del Ciclo Maldita Ginebra, quizá el más
antiguo de nuestra ciudad, que se realiza las madrugadas de los viernes,
actualmente, en el barrio de Abasto. Recomendamos visitarlo, es distinto a
otros.
Como un dios oscuro
como un dios oscuro
que me llega de tu corazón
y que dicta palabras
que jamás darán de comer al alma
es un techo de chapas la ternura
y que se vuela con el viento
anda con sed la noche
un terraplén
un tren quieto
un pordiosero
media miserable luna
es un hueso roído en un cielo
raído
anda con sed la luna
las cosas que se podrían haber
amado
son ahora aguas servidas
(se escurren en las alcantarillas)
a lo largo de la avenida
las ambulancias se llevan
los restos del amanecer
(que
morirán camino del hospital)
y todo poema de aquí en mas
va a pedir limosna
ah! estas nuevas aves negras
cantan en la noche desahuciada!
no
como un dios oscuro
que me llega de tu corazón
nuestro amor está oliendo feo.
Héctor Urruspuru
Estas reuniones de Lecturas El barco ebrio –como fue en su primer ciclo– serán los
primeros domingos de cada mes, a las 20 hs., llueve o truene, en el bar Profano,
Acoyte 954, barrio de Caballito.
Y va el anticipo: el próximo escritor homenajeado
será… Macedonio Fernández, nacido en nuestra ciudad de Buenos Aires, justamente,
el 1 de junio de 1974. 140 años después, tendrá nuestro homenaje, con lectura
de pasajes de su obra. ¡Los esperamos!
Excelente reseña de las actividades del domingo, Héctor. Seguramente con el paso de los meses, El Barco Ebrio se irá consolidando, como en su primera etapa, como un lugar de encuentro tradicional de los domingos por la noche.
ResponderEliminarQuiero destacar que me sentí muy cómodo al participar de tu ciclo, con plena libertad para leer y opinar sobre diversos temas.
Felicitaciones y un cordial abrazo.
Mariano Shifman
Muchas gracias Mariano por participar en este primer viaje, gracias por tus poemas y tus palabras. Un abrazo, y nos veremos el 1 de junio.
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